Aires de revolución: nuevos desafíos tecnológicos a las instituciones económicas, financieras y organizacionales de nuestros tiempos. Группа авторов

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pyme, y más ampliamente, el sector financiero frente a retos tan diversos como la incursión de las fintech, el uso de la IA en la estimación de riesgo, y la seguridad de la información digital.

      PRIMERA PARTE: LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, EL CAPITALISMO Y LAS MONEDAS NACIONALES

      Tal vez el desafío de mayor envergadura sea el planteado por John Alirio Sanabria y Luis Antonio Orozco en su capítulo “Del capitalismo liberal a la economía colaborativa, nuevos modelos de negocio y retos para el marco institucional”, en el cual se cuestionan de qué manera la economía colaborativa actual, ejemplificada en empresas como Uber, Airbnb o Rappi, para nombrar algunos de los casos más emblemáticos, reta el sistema capitalista.

      Para contestar la pregunta, Sanabria y Orozco revisan la historia del capitalismo y su evolución desde el laissez-faire del siglo XIX hasta nuestros días, y nos recuerdan que el capitalismo se caracteriza por su adaptabilidad a los cambios del entorno, para responder a las presiones e intereses de diversos actores sociales. En el contexto de la economía colaborativa, los modelos de negocio característicos de estas plataformas digitales en la nube retan el sistema capitalista al posibilitar el ingreso de oferentes no convencionales (por ejemplo, conductores ocasionales, en el caso de Uber), reconceptualizar algunos bienes o servicios como ‘transables’ en un mercado (por ejemplo, cuartos disponibles en una propiedad, en el caso Airbnb) y crear nuevos medios de contacto entre oferta y demanda (las plataformas en sí mismas). Estos cambios envían señales ambiguas: por una parte, se acompañan de un discurso comunitario y emancipatorio, que abre oportunidades de progreso a quienes allí participen, yuxtaponiendo así la economía colaborativa al individualismo y la orientación rentista del capitalismo. Por otra, varias plataformas han sido objeto de amplias críticas por contribuir a la precarización laboral y fomentar prácticas desleales de competencia.

      Al considerar entonces que este conjunto de plataformas y la lógica de la economía colaborativa que las soporta trasgreden el statu quo del capitalismo, la pregunta rectora de esta investigación se hace más precisa: ¿la popularización de este tipo de plataformas digitales tenderá globalmente a la instauración de un nuevo modelo económico que sustituya al capitalismo, o será una presión más a la que el capitalismo y sus instituciones sabrán adaptarse? Los autores concluyen que, al cobijar dentro de su diversidad prácticas que mantienen el enfoque convencional de priorización a la generación de valor económico para los accionistas, la economía colaborativa se constituye como un reto al que, a la larga, el sistema capitalista sabrá ajustarse.

      Por su parte, el capítulo “Disrupción tecnológica en los mercados: ¿qué son realmente las criptomonedas?”, de Germán Forero-Laverde, nos invita a reflexionar sobre la función socioeconómica de otra institución fundamental del sistema económico contemporáneo: las monedas nacionales. Forero-Laverde analiza detalladamente si las criptomonedas, una de las tecnologías emblemáticas de la Cuarta Revolución Industrial, cumplen a cabalidad las funciones de las monedas nacionales y pueden entonces llegar a sustituirlas, y ofrece una respuesta soportada en literatura previamente publicada y en su propio análisis de una base de datos de precios y volúmenes de transacción de un mercado internacional de criptomonedas negociadas públicamente (www.coinmarketcap.com).

      De su estudio, el autor concluye que las criptomonedas no cumplen a cabalidad ninguna de las tres funciones centrales de las monedas nacionales (esto es, reserva de valor, medio de pago para intercambio y unidad de cuenta para un grupo social determinado). Esto por razones que incluyen la alta volatilidad de su precio, la relativa baja aceptación de las criptomonedas para pagos en establecimientos comerciales y la evidencia de un uso casi nulo de criptomonedas para fijación estable de precios.

      Es de notar que los dos capítulos reconocen en las nuevas tecnologías amenazas significativas al statu quo, al punto de ameritar investigación detallada, pero ambos concluyen que las instituciones estudiadas se mantienen en pie, a pesar de la disrupción tecnológica. Surge entonces una nueva pregunta, afín a la idea de una relación más imbricada y compleja entre la tecnología y el cambio social, idea de una larga tradición en los estudios organizacionales (Leonardi & Barley, 2010; Markus & Robey, 1988; Orliwoski, 1996): ¿de qué maneras las características de estas tecnologías y las dinámicas de apropiación social de las mismas influyen en la transformación de nuestra comprensión del capitalismo como sistema económico, o de las funciones que debe cumplir la moneda en una economía? La misma pregunta puede plantearse en términos de resultado, y no de proceso: ¿cuáles características entenderemos como constitutivas del capitalismo, o de las monedas, en el futuro, cuando el impacto de estas tecnologías y nuestro uso e interpretación de estas se haya estabilizado? Es claro que los esfuerzos de estos investigadores, al aportar a los debates actuales, también abren nuevos horizontes para contribuir a la futura investigación en estos temas.

      SEGUNDA PARTE: LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, EL TRABAJO Y LAS PROFESIONES

      Es bien sabido que las revoluciones socio-técnicas alteran las relaciones entre lo que los economistas llaman los factores de producción: la tierra, el trabajo y el capital. La revolución tecnológica en curso no es la excepción, y de hecho, desde mucho antes de hablar de las tecnologías 4RI, ya se discutía ampliamente el impacto que la adopción de las entonces nuevas tecnologías de información y comunicación tenía sobre la productividad económica (Brynjolfsson & Hitt, 2003), la naturaleza del trabajo humano (Barley, 1996; Kallinikos, 2007; Zuboff, 1988) y las relaciones laborales (Barley & Kunda, 2006; McKercher & Mosco, 2007; Sennet, 1998).

      Los siguientes cuatro capítulos retoman y enriquecen esta discusión desde una perspectiva predominantemente local y con enfoques diversos: los tres primeros, con un análisis cercano en espíritu a la teoría crítica, y el último, con una visión más pragmática y adaptativa.

      El primer capítulo, titulado “Impactos del neoliberalismo y de las tecnologías de la información y la comunicación en las relaciones laborales y sociales en Colombia, 1990-2020” y escrito por los profesores Carlos Manrique y María Cristina Pérez, revisa las consecuencias resultantes de la conjugación de la adopción de políticas económicas neoliberales y la masificación del uso empresarial de tecnologías de información sobre las condiciones de los trabajadores en Colombia en los últimos treinta años.

      El estudio muestra cómo las condiciones del trabajo se han transformado para hacer los acuerdos laborales más breves, puntuales y flexibles, y menos dependientes de circunstancias espacio-temporales rígidas, características de las décadas precedentes. Dichas características favorecen a algunos trabajadores, que pueden sacar provecho de la flexibilidad en tiempo (ejemplo, jóvenes universitarios) o en lugar (ejemplo, personas con dificultades de movilidad física), pero perjudican a otros, que no pueden esperar estabilidad en sus funciones ni permanencia en la organización donde laboran, y deben adaptarse a un contexto mucho más fluido, competido e incierto, en donde se espera que sepan autodisciplinarse con base en una lógica dominante de mercado, muy en línea con la lectura que Nancy Fraser hace del concepto de gubermentalidad de Michel Foucault aplicado a las sociedades posfordistas (Fraser, 2003). Resulta oportuno conectar aquí con el trabajo de la profesora Katerine Bermúdez, para el tomo


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