La naturaleza de las falacias. Luis Vega-Reñón

La naturaleza de las falacias - Luis Vega-Reñón


Скачать книгу
cruzada contra las falacias a finales del s. XIX, por más que formara parte de un programa bienintencionado de orientación práctica de la vieja disciplina1. En cualquier caso, al margen de esa vindicación exaltada, el replanteamiento de las falacias resulta obligado por varios motivos. Veamos algunos de muy distinto tipo y peso.

      (2) En esa misma perspectiva general, el estudio de la argumentación falaz puede servir de espejo en el que se reflejen la investigación y el análisis de la argumentación justa y cabal, y a través del cual podamos vislumbrar nuevos retos y desarrollos de la teoría de la argumentación.

      Este libro trata de responder a estas demandas sobre la base de una concepción comprensiva y holística del discurso falaz, fundada en lo que filosóficamente cabe considerar su naturaleza. La empresa es arriesgada y tiene visos de paradójica pues aspira a dar una idea global y relativamente unitaria de una naturaleza que no es simple ni es única, sino compleja y susceptible como la trinidad cristiana de distintas “procesiones” o, como la trimurti india, de diversos avatares o encarnaciones según el punto de vista que se adopte o el aspecto que se resalte. Para hacerles justicia el libro consta de tres partes que corresponden a tres perspectivas fundamentales sobre la naturaleza de la falacia: una discursiva y etológica, otra histórica y la tercera teórica —o más precisamente analítica y metateórica—.

      Recordemos una encendida y despiadada soflama que Francisco Rico —profesor universitario, académico de la Lengua y colaborador de El País— dirigió desde la tribuna de opinión del periódico (11/01/2011) contra la ley antitabaco recién aprobada entonces, a la que tildaba de “ley contra los fumadores”. El artículo terminaba con la apostilla: «PS. En mi vida he fumado un solo cigarrillo». Esta declaración levantó una nube de protestas contra la impostura de un Francisco Rico que había sido y seguía siendo fumador habitual. Pues bien, ¿constituye un remate argumentativo de la diatriba de Rico contra la ley, según entendieron la mayoría de los lectores del artículo? ¿O, más bien, representa una especie de juego irónico o de guiño para los conocedores de la vida y costumbres de Rico, una licencia retórica en suma? En el primer caso, podría oficiar como una especie de prevención frente al reparo de que sus ataques a la ley venían dictados por sus intereses de fumador y como una prueba adicional de la plausibilidad y neutralidad de las críticas vertidas en el artículo. En el segundo caso, no pasaría de ser una broma quizás desafortunada en el marco de una tribuna de opinión de un periódico de información. En el primer caso, se trataría de una apostilla falaz a la que cabría acusar de falsedad o engaño en tal sentido. En el segundo caso, se prestaría más bien a una crítica estilística y a una sanción moral o deontológica. (Por lo demás, dada la ambigüedad quizás deliberada en que se movía esta nota final de Rico, no es extraño que se viera cuestionada en todos estos sentidos). Así pues, no siempre será inequívoca la condición falaz o, siquiera, argumentativa del caso planteado.

      Sigamos. Pasándonos de generosos, podríamos reconocer incluso ciertos procedimientos generadores de falacias o ciertas maniobras que producen unos efectos nocivos similares sobre la interacción discursiva en un marco argumentativo −así se habla, por ejemplo, de “maniobras falaces” de distracción o de dilación en una discusión o en un debate parlamentario. Ahora bien, sea como fuere, convengamos en que las falacias tienen lugar de modo distintivo en un contexto argumentativo o con un propósito


Скачать книгу