El Tribunal del Consulado de Lima. José Antonio Pejovés Macedo
cuerpo de la Lex mercatoria, así lo recuerda Rodrigo Uría (2002):
El nacimiento del Derecho mercantil está íntimamente ligado a la actividad de los gremios o corporaciones de mercaderes que se organizaron en las ciudades comerciales medievales para la mejor defensa de los intereses comunes de la clase. Las corporaciones perfectamente organizadas, no sólo estaban regidas por estatutos escritos que en su mayor parte recogían prácticas mercantiles tradicionales, sino que además instituyeron tribunales de mercaderes (jurisdicción consular) que resolvían las cuestiones surgidas entre los asociados, administrando justicia según usos o costumbres del comercio. Ello contribuyó, de modo notable, tanto a la conservación de los antiguos usos como a la formación de otros nuevos y a la evolución y perfeccionamiento de las instituciones jurídico-mercantiles; y como no transcurrió mucho tiempo sin que se recogieran por escrito las decisiones de los tribunales consulares, nacieron así, merced a esa noble práctica estatutaria y jurisdiccional de las corporaciones, las primeras colecciones de normas de Derecho mercantil, en las que está el origen de éste como sistema autónomo y separado del Derecho común. (pp. 3-4)
Esta investigación se centra en el estudio del Tribunal del Consulado de Lima; principalmente en su función jurisdiccional, y para ello conviene referirse al origen de los Consulados del Mar como organizaciones de comerciantes que ejercieron distintas funciones en las ciudades marítimas donde se instalaron.
2. Origen y formación de los Consulados del Mar como corporaciones de comerciantes
Los Consulados del Mar se originan en la Edad Media, concretamente en las ciudades de Pisa, Génova y Venecia, que fueron los grandes centros de navegación y de intercambios comerciales en el Mediterráneo. Esas ciudades-estado italianas mantenían un tráfico comercial y marítimo muy dinámico con el Oriente y contribuyeron al desarrollo de la navegación en una época en que el transporte marítimo se realizaba mediante buques propulsados por la conjunción del viento y el velamen, y la navegación era una auténtica aventura náutica. Es en esa época que se redactan normas marítimas que recogieron los usos y costumbres del mar que, como se anotó precedentemente, luego debieron ser aplicadas por tribunales con cónsules y priores conocedores de esos usos y costumbres.
En relación con el comercio medieval mediterráneo, Corrales Elizondo (1994) apunta que:
El desarrollo de la actividad mercantil y de la normativa aplicable desde la Edad Media ha sido fundamentalmente marítima. En una primera fase, las ciudades italianas como Pisa, Génova y, sobre todo Venecia, van a ser los centros neurálgicos que irradian la actividad de transporte que va a poner en relación la actuación de comerciantes individuales y pequeñas sociedades colectivas y comanditarias, muchas veces de carácter familiar. Es el esquema de un comerciante individual, que actúa encuadrado en relación con los gremios, o bien de un comerciante social, lejos de las compañías mercantiles capitalistas, que organiza su actividad en el marco de la sociedad regular colectiva o de la comanditaria. (p. 59)
Mucho antes del origen de los Consulados del Mar, los mercaderes formaban asociaciones y sus orígenes remotos, según los especialistas, se encuentran en las cofradías, hermandades y gremios típicos de los comerciantes nómades que se armaban para realizar viajes y evitar el robo de sus mercancías. En la segunda mitad del siglo XIII empieza a consolidarse el comercio sedentario y con él se mantuvo y se profundizó ese espíritu de cooperación mutua entre los mercaderes, con el objeto de defender intereses comunes en beneficio de una clase que iba ganándole espacio a la aristocracia, sobre todo cuando empezó a reconocerse cierto valor a la nobleza adquirida con el esfuerzo del trabajo y no solo a la heredada por vínculos familiares. Estas asociaciones de mercaderes, con distintos matices, surgieron en toda Europa, también con distintos nombres: guildas, compañías, maonas, hansas (en el norte), entre otras. Los Consulados del Mar nacen porque existen previamente asociaciones de comerciantes muy bien organizadas.
En relación con el origen de la institución del consulado, Moreyra Paz-Soldán (1947) señala que “Nace en Italia, en la República Municipal de Pisa, a fines del siglo XII. De ahí pasa a Génova y a otros puntos del Mediterráneo” (p. 59).
Es oportuno citar la opinión de Rodríguez Vicente (1960), relativa al origen de la institución, en particular de los consulados españoles; así, menciona que:
Es institución típica de la Edad Media. Los consulados medievales españoles surgieron casi siempre con posterioridad al gremio y respondiendo a una necesidad del mismo. Las funciones de éste se traspasaron al tribunal mercantil, que, poco a poco, se identificó con el organismo gremial. Ahora bien, al establecerse el Consulado en Perú, existía una “universidad” o colectividad de mercaderes, pero no propiamente un gremio como tal institución. (p. 9)
Carmen Parrón Salas (1995), por su parte, sostiene:
Los consulados florecen en el ámbito hispano en dos épocas distintas. Comenzaron a aparecer en la Edad Media, cuando los navegantes y comerciantes de importantes núcleos comerciales obtuvieron jurisdicción propia para expedir diligentemente sus pleitos y evitar demoras en la circulación (surgen “deducidos” del aumento de negocios mercantiles). De ahí que el consulado fuera originalmente una institución de la corona de Aragón, implantada luego, por la época del Descubrimiento, en el importante eje del comercio castellano del Norte (Burgos, 1494; Bilbao, 1511). El Consulado de Sevilla se erigió en 1543, a partir del modelo burgalés, porque la Casa de Contratación se hallaba desbordada de trabajo debido al creciente volumen del comercio americano3, y medio siglo después la institución fue trasplantada al otro lado del Océano: en 1592 a México y en 1593 a Lima. (p. 13)
Bastante se ha escrito sobre el mundo Mediterráneo y su contribución al comercio desde la antigüedad4 y, posteriormente, la irrupción de la cuenca del Atlántico como plataforma de los grandes descubrimientos desde 1492, con el viaje de Cristóbal Colón, y como centro de las transacciones mercantiles. Hubo pues, un momento en la historia en el que las tradiciones náuticas e institucionales del Mediterráneo y el Atlántico se fusionaron. En este orden de ideas, Marta Del Vas Mingo (2000) afirma:
Los grandes viajes habían sido iniciados por portugueses y españoles a los que siguieron otros pueblos. Pero ellos a su vez habían sido herederos de la navegación que durante toda la Edad Media habían ido desarrollando los italianos, sobre todo venecianos y genoveses, a lo largo del Mediterráneo. El comercio marítimo que mantuvieron los italianos con los pueblos de Oriente y del Norte de Europa, precipitó el desarrollo de la náutica con el fin de conseguir una navegación más segura, y sobre todo más rentable. Génova y Venecia se convirtieron, de este modo, en los grandes centros de la navegación y el comercio europeo durante el medioevo, y en el eje de todo el gran comercio con Oriente: especias, seda, marfil, piedras preciosas, etc. (p. 5)
Como se ha señalado, si bien es cierto que los Consulados del Mar nacieron en Pisa, Génova y Venecia, fueron las ciudades de Barcelona y Valencia, pertenecientes al reino de Aragón y también mediterráneas, las que catalizaron la institución a la atlántica corona de Castilla y luego a la América española. Moreyra Paz-Soldán (1947) apunta que el Consulado del Mar:
En la península Ibérica, toma carta de ciudadanía en Valencia en 1283, luego en el mismo reino de Aragón se extiende a otros puntos ribereños y se enraíza en Barcelona en donde su historial es famoso […] Bajo el reinado de Isabel la Católica, es Burgos —año de 1494— el lugar primero de Castilla en donde el Tribunal se implanta. Bilbao se acoge a estas mismas leyes en 1511. Estas dos ciudades norteñas, absorbían el comercio cantábrico, el principal de España antes del descubrimiento de América. (p. 59)
CAPÍTULO II
Antecedentes y fundación del Consulado de Lima y su función monopólica en América del Sur hasta las reformas borbónicas de 1778
1. Antecedentes y fundación del Consulado de Lima
El incremento del tráfico transatlántico entre el Nuevo Mundo y la metrópoli evidenció la necesidad de contar con instituciones que regularan las transacciones mercantiles y la navegación; de allí la fundación, en 1503, de la