El Campesino Puertorriqueño. Atiles Francisco Del Valle

El Campesino Puertorriqueño - Atiles Francisco Del Valle


Скачать книгу
variadísimo el color de los ojos. Hay campesinos de ojos azules y pardos; pero ordinariamente tienen los ojos negros.

      Piel y principales anexos. – La acción del calor determina en la piel una sobre actividad funcional notable, especialmente en la perspiración; de aquí que los habitantes de climas cálidos tengan por lo común la piel blanda y húmeda.

      En ciertas razas, y especialmente en la negra, la piel suave y como satinada es más espesa. La frescura y suavidad de cútis de las negras es muy estimada en los harenes.

      Ocurre la pregunta de si el campesino de orígen europeo, al ser sometido á la acción de este clima, ha sufrido la transformación orgánica de que acabamos de hablar, y desde luego la buena lógica hace esperar una contestación afirmativa, siquiera aceptemos que ese cambio no haya adquirido un grado de desarrollo tan grande como en el negro.

      Si respecto del desarrollo de las glándulas sebáceas no decimos lo mismo, es porque no se advierte, entre los jíbaros blancos, el olor desagradable que se percibe en los negros y en muchos mulatos, olor que se ha explicado por el predominio de esa clase de glándulas, debido al excesivo aflujo de sangre á la superficie cutánea.

      Vellosidades. – Los campesinos son bien barbados, especialmente los blancos; entre los mestizos y negros se encuentra mayor número de lampiños.

      El pelo de la cabeza en ellos es abundante, variando, como es de suponer, desde el que no se riza nunca, hasta el que se ostenta fuertemente encrespado, propio del hombre africano.

      El color del pelo también varía; pero domina el negro; hemos encontrado ejemplares de pelo rojo y no pocos de pelo rubio.

      Cráneo y cara. – El cráneo del jíbaro no ofrece deformidad alguna. La cara presenta rasgos agradables; los ojos son grandes, vivos y están horizontalmente situados; por rareza se encuentran ojos oblícuos como los de los chinos; la nariz es bien formada y la boca pequeña.

      Entre las mujeres estos rasgos adquieren mayor delicadeza; sobre todo la hermosura de los ojos negros es común entre ellas.

      Estos rasgos fisonómicos cambian en el campesino descendiente de africanos, en el cual la nariz es ancha y los labios son gruesos deformando la boca, grande por lo general.

      Entre los mestizos se encuentran personas no exentas de hermosura, máxime cuando en ellas predomina el elemento caucásico; sobre todo entre las mujeres las hay bellas, pero por lo general la nariz y la boca del elemento africano se trasmiten al mestizo con sus formas características afeándo las facciones.

      Tronco y miembros. – La belleza del cuerpo depende, como es sabido, de la diferencia del diámetro entre el pecho, la cintura y la pelvis, diferencia que no falta en el campesino puertorriqueño, alejándole por este detalle de muchos indivíduos de las razas amarilla y americana que no tienen cintura.

      La circunferencia del torax nos demuestra que el campesino tiene el pecho desarrollado; en todos notamos amplitud torácica suficiente cuando no están enfermos.

      En la mujer el pecho está ménos desarrollado; por punto general no ha adquirido la amplitud debida.

      La esteatopigia que dá carácter á la Venus Hotentote no se observa en las campesinas blancas; no puede decirse que en este particular ocurra en Puerto Rico lo que según Livingstone comienza á manifestarse entre ciertas mujeres Boërs, á pesar de pertenecer á la raza blanca pura. El delantar que con la esteatopigia son dos particularidades propias de las Hotentotes y Boschinianas, tampoco se encuentra entre ellas.

      Entre las mestizas existen casos, aunque raros, de abultamiento excesivo de las caderas; protuberancia muy notable en casi todas las negras y especialmente en las africanas puras.

      Por lo que respecta al hombre blanco puede asegurarse que el abultamiento de las nalgas es mucho menor en el criollo que en el europeo.

      Ha sido señalado como carácter propio de la raza negra el tener la pantorrilla alta y poco desarrollada, pero esto no debe ser un signo de exacta fijeza y exclusivo, porque entre personas de raza blanca, principalmente en Puerto Rico, es frecuente encontrar éste carácter.

      Las manos de los campesinos son anchas y callosas; los piés se desarrollan más en el sentido de su anchura; la planta endurecida es casi plana, ó por lo ménos está muy disminuida la bóveda que de ordinario presenta: en muchos, el dedo grande está bastante separado de los otros y como opuesto, á causa de que se sirven de él para varias faenas.

      CARACTÉRES ANATÓMICOS

      Muy á la ligera tenemos que pasar por esta parte de nuestro estudio, tanto porque desgraciadamente la anatomía comparada de las razas humanas ha avanzado poco, cuanto porque aún en lo que se refiere á lo más conocido, como es el esqueleto, carecemos de colecciones que nos permitan recoger los datos oportunos.

      Por lo que respecta al cráneo, por ejemplo, cuyos diámetros sirvieron á Retzius para hacer la distinción entre las razas dolicocéfalas y braquicéfalas, á las que luego añadió Broca la mesaticéfala, nada podemos decir.

      Sería más que curioso averiguar cuál de estos tres caractéres domina entre el elemento rural de este país; y no porque, como creyera Retzius, el índice cefálico horizontal sirva para clasificar las razas humanas, puesto que este carácter coloca juntas á las razas más distintas, sino por lo mismo que las mezclas de razas han sido grandes en este suelo.

      Pasaremos asímismo sin tratar del índice cefálico vertical, diámetros frontales, etc., del campesino; en cuanto á las proyecciones craneanas, nos limitaremos á recordar que en la raza negra se proyecta más hacia adelante la cara que en la blanca.

      El volúmen del cráneo es más pequeño en los negros que en los blancos; la capacidad craneana, que es menor en la mujer que en el hombre, varía en éste siguiendo una proporción ascendente desde el australiano al europeo; conviene tener presente, sin embargo, que no puede deducirse el grado de desarrollo intelectual de una raza, de este solo carácter; pues resulta de las medidas de Morton, que el negro criollo de la América del Norte tiene ménos capacidad craniana que el africano, siendo superior en inteligencia á su progenitor.

      Considerada la cara por sí sola deberíamos ocuparnos del índice facial, de los rasgos nasales, índice nasal, orbitario, prognatismo, etc., caractéres poco estudiados aún y de cuyos datos no sacaríamos consecuencias para nuestro objeto.

      Mencionaremos el ángulo facial ideado por Camper y cuyas variaciones son apreciables en las distintas razas, viéndose disminuir su abertura desde el blanco al negro, por más que no corresponda siempre á la superioridad angular una inteligencia excepcional; los escasos datos que hemos recogido acerca de este punto en la familia jíbara borinqueña, no nos autorizan á sacar deducciones dignas de tenerse en cuenta.

      Acerca de los huesos de la cabeza, nuestras observaciones nos permiten asegurar que existe cierto grado de dureza más considerable en el esqueleto de esa región en el negro, que en el blanco; y no lo atribuimos solamente á la osificación de los senos frontales, observada en las razas inferiores, sino á mayor espesor y solidez de todos los huesos que lo forman; en las autópsias hemos comprobado con frecuencia este detalle.

      La caja osea torácica ofrece ordinariamente en el negro respecto del blanco, la diferencia de ser en éste ancha y plana, mientras en aquel es estrecha y prominente; en nuestras investigaciones hemos encontrado que en los mestizos abunda esta forma de pecho, principalmente entre las mujeres; en no pocas blancas hemos observado también esta forma de pecho.

      Aparte de las diferencias que los antropologistas han creido poder señalar en el estudio de la pelvis, en las distintas razas humanas, como tésis general se puede afirmar que entre los campesinos no son frecuentes las deformidades pelvianas.

      El mayor desarrollo que alcanza el hueso rádio y que dá lugar al alargamiento que se observa en el brazo del negro, así como otros detalles relativos al esqueleto de los brazos, no nos ha sido posible comprobarlos suficientemente; en las extremidades inferiores hemos notado, muy á menudo, entre los campesinos, el arqueamiento de las piernas; carácter que si en antropología tiene una significación de valor, no en todos los


Скачать книгу