Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson. Vincent Bugliosi

Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson - Vincent  Bugliosi


Скачать книгу
un cuchillo de cocina y una navaja.

      Hallaron un cuchillo de carne en el fregadero de la cocina. Granado obtuvo una reacción positiva de bencidina, que indicaba que había sangre, pero negativa de Ouchterlony, lo cual implicaba que era sangre animal, no humana. Boen lo espolvoreó en busca de huellas, pero solo consiguió crestas fragmentarias. Después la Sra. Chapman identificó el cuchillo, era uno que formaba parte de un juego de cuchillos de carne que pertenecía a los Polanski, y localizó todos los demás en un cajón. Pero incluso antes de eso, la policía lo había eliminado por las dimensiones, sobre todo por la finura. Los apuñalamientos fueron tan feroces que una hoja así se habría partido.

      Granado encontró la segunda arma blanca en el salón, a menos de un metro del cadáver de Sharon Tate. Estaba metida detrás del cojín de una de las butacas, y la hoja sobresalía. Era una navaja de muelle de la marca Buck, con una hoja cuya anchura no llegaba a los dos centímetros, de 9,6 centímetros de largo. Era demasiado pequeña para causar la mayor parte de las heridas. Al observar una mancha en la parte de la hoja, Granado la analizó para ver si era sangre: negativo. Girt la espolvoreó en busca de huellas: una mancha ilegible.

      La Sra. Chapman ni siquiera recordaba haber visto aquella navaja en particular. Eso, sumado al hecho de que la encontraran en un sitio extraño, indicaba que podían habérsela dejado la o las personas que habían cometido los asesinatos.

      En la literatura, a menudo se compara el lugar del crimen con un rompecabezas. Si uno tiene paciencia y persevera, al final todas las piezas encajan.

      Los agentes veteranos saben que no es así. Una analogía mucho mejor sería la de dos rompecabezas, o tres, o más, ninguno de los cuales está completo en sí mismo. Incluso después de que aparezca una solución —si es que aparece— quedan piezas sueltas, pruebas que no encajan, sin más. Y siempre faltan algunas piezas.

      Estaba la bandera de Estados Unidos, cuya presencia añadía un toque estrafalario más a un lugar del crimen que ya era horriblemente macabro. Las posibilidades que sugería abarcaban desde un extremo del espectro político al otro… hasta que Winifred Chapman dijo a la policía que llevaba varias semanas en el domicilio.

      Algunas pruebas se eliminaron muy pronto. Estaban las letras escritas con sangre de la puerta principal. Durante los últimos años la palabra «cerdo20» había adquirido un significado nuevo, de sobra conocido por la policía. ¿Pero qué significaba escrita ahí en letra de imprenta?

      Estaba la cuerda. La Sra. Chapman declaró de manera rotunda que jamás había visto una cuerda así en la finca. ¿La habían traído la persona o las personas que habían cometido los asesinatos? En tal caso, ¿por qué?

      ¿Qué relevancia tenía el hecho de que las dos víctimas atadas con la cuerda, Sharon Tate y Jay Sebring, fueran antiguos novios? ¿Acaso era «antiguos» la palabra correcta? ¿Qué hacía allí Sebring, estando Polanski fuera? Era una pregunta que también se harían muchos periódicos.

      Las gafas con montura de carey —que dieron negativo tanto en huellas como en sangre—, ¿pertenecían a una víctima, a un asesino, o a alguien que no tenía nada que ver con los crímenes? ¿O bien —a cada pregunta las posibilidades se multiplicaban— las habían dejado allí como pista falsa?

      Los dos baúles de la entrada. La criada dijo que no estaban allí cuando ella se fue a las cuatro y media de la tarde el día anterior. ¿Quién los entregó, y cuándo? ¿Vio algo la persona que los entregó?

      ¿Por qué la o las personas que cometieron los asesinatos iban a tomarse la molestia de cortar y quitar una tela mosquitera cuando había otras ventanas, las de la habitación recién pintada que iba a ser la del hijo no nacido aún de los Polanski, abiertas y sin tela mosquitera?

      Inidentificado 85, el joven del Rambler. Chapman, Garretson y Tennant no habían podido identificarlo. ¿Quién era y qué hacía en el 10050 de Cielo Drive? ¿Había presenciado los otros asesinatos, o había sido asesinado antes de que se produjeran? Si había sido asesinado antes, ¿no habrían oído los demás los disparos? En el asiento de al lado había un radiodespertador Sony AM-FM Digimatic. La hora a la que se había parado era las doce y cuarto de la noche. ¿Una coincidencia o era relevante?

      En cuanto a la hora de los asesinatos, las declaraciones de los que habían oído disparos y otros sonidos abarcaban desde poco después de la medianoche hasta las cuatro y diez de la mañana.

      No todas las pruebas eran inconcluyentes. Algunas piezas encajaban. No se encontraron casquillos de bala en ninguna parte de la propiedad, lo que indicaba que el arma era probablemente un revólver, que no expulsa los casquillos usados, a diferencia de una automática.

      Juntos, los tres pedazos de madera negra formaban la parte derecha de una empuñadura. Por lo tanto, la policía supo que el arma que buscaba era probablemente un revólver del calibre veintidós al que le faltaba el lado derecho de la empuñadura. A partir de los trozos a lo mejor se podía determinar tanto la marca como el modelo. Aunque había sangre humana en los tres pedazos, solo uno tenía la suficiente para ser analizada. El resultado dio O-MN. De las cinco víctimas, solo Sebring era O-MN, lo que indicaba que la culata del revólver pudo haber sido el objeto contundente utilizado para golpearle la cara.

      Las letras de sangre de la puerta principal dieron O-M. De nuevo, solo una de las víctimas era de ese grupo y subgrupo. La palabra PIG se había escrito con la sangre de Sharon Tate.

      Había cuatro vehículos en la entrada de la propiedad, pero no estaba uno que debería estar, el Ferrari rojo de Sharon Tate. Era posible que la o las personas que habían cometido los asesinatos hubieran utilizado el deportivo para escapar, y se difundió un aviso de búsqueda para dar con él.

      Mucho después de que se llevaran los cadáveres, los inspectores seguían en el lugar de los hechos, en busca de patrones coherentes.

      Encontraron varios que parecían relevantes.

      No había indicios de que hubieran revuelto el domicilio o robado. McGann encontró la cartera de Sebring en su chaqueta, que estaba colgada encima del respaldo de una silla del salón. Contenía ochenta dólares. Inidentificado 85 tenía nueve dólares en la cartera, Frykowski dos dólares y cuarenta y cuatro centavos en la cartera y en los bolsillos de los pantalones, Folger nueve dólares con sesenta y cuatro centavos en el monedero. En la mesilla de noche al lado de la cama de Sharon Tate, a plena vista, había un billete de diez, otro de cinco y tres de un dólar. No se habían llevado artículos que eran evidentemente caros: un magnetoscopio, televisores, un equipo estereofónico, el reloj de pulsera de Sebring, el Porsche. Varios días después la policía llevaría a Winifred Chapman otra vez al 10050 de Cielo Drive para ver si podía determinar la falta de algo. El único objeto que no pudo ubicar fue un trípode de cámara, que habían guardado en el armario del vestíbulo. Aquellos cinco asesinatos increíblemente salvajes no se habían cometido, como era evidente, por un trípode de cámara. Con toda probabilidad se lo habían prestado a alguien o se había perdido.

      Aunque todo esto no eliminó al cien por cien la posibilidad de que los asesinatos se hubieran producido durante un robo en el domicilio, donde las víctimas hubieran sorprendido al o a los ladrones con las manos en la masa, desde luego la puso muy al final de la lista.

      Otros hallazgos ofrecieron una orientación mucho más probable.

      Se encontró un gramo de cocaína en el Porsche de Sebring, además de 6,6 gramos de marihuana y una «chicharra» de cinco centímetros, que es en argot un cigarrillo de marihuana que no se ha terminado de fumar.

      Había 6,9 gramos de marihuana en una bolsa de plástico en un armario del salón de la vivienda principal. En la mesilla de noche del dormitorio utilizado por Frykowski y Folger había treinta gramos de hachís, además de diez pastillas que, una vez analizadas, resultaron ser una droga relativamente nueva llamada MDA. También había restos de marihuana en el cenicero de la mesilla al lado de la cama de Sharon Tate, un cigarrillo de marihuana en el escritorio al lado de la puerta principal21 y dos más en la casa de los invitados.

      ¿Estaban en medio de una fiesta con drogas y uno de los participantes tuvo un «mal viaje» y asesinó a todo


Скачать книгу