Expedición de Catalanes y Aragoneses al Oriente. Francisco de Moncada

Expedición de Catalanes y Aragoneses al Oriente - Francisco de  Moncada


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LV.

       CAPITULO LVI.

       CAPITULO LVII.

       CAPITULO LVIII.

       CAPITULO LIX.

       CAPITULO LX.

       CAPITULO LXI.

       CAPITULO LXII.

       CAPITULO LXIII.

       CAPITULO LXIV.

       CAPITULO LXV.

       CAPITULO LXVI.

       CAPITULO LXVII.

       CAPITULO LXVIII.

       CAPITULO LXIX.

       CAPITULO LXX.

       FIN.

       Índice

       Índice

      Mi intento es escribir la memorable Expedicion y Jornada, que los Catalanes y Aragoneses hicieron á las Provincias de Levante, cuando su fortuna y valor andaban compitiendo en el aumento de su poder y estimacion, llamados por Andronico Paleologo Emperador de Griegos, en socorro y defensa de su imperio y casa. Favorecidos y estimados en tanto que las armas de los Turcos le tuvieron casi oprimido, y temió su perdicion y ruina; pero despues que por el esfuerzo de los nuestros quedó libre de ellas, mal tratados y perseguidos con gran crueldad y fiereza bárbara; de que nació la obligacion natural de mirar por su defensa y conservacion, y la causa de volver sus fuerzas invencibles contra los mismos Griegos, y su Príncipe Andronico; las cuales fueron tan formidables, que causaron temor y asombro á los mayores Príncipes de Asia y Europa, perdicion y total ruina á muchas naciones y Provincias, y admiracion á todo el mundo. Obra será esta, aunque pequeña por el descuido de los antiguos, largos en hazañas, cortos en escribirlas, llena de varios y estraños casos, de guerras continuas en regiones remotas y apartadas con varios Pueblos y gentes belicosas, de sangrientas batallas y victorias no esperadas, de peligrosas conquistas acabadas con dichoso fin por tan pocos y divididos Catalanes y Aragoneses, que al principio fueron burla de aquellas Naciones, y despues instrumento de los grandes castigos que Dios hizo en ellas. Vencidos los Turcos en el primer aumento de su grandeza Othomana, desposeidos de grandes y ricas Provincias de la Asia menor, y á viva fuerza y rigor de nuestras espadas encerrados en lo mas áspero y desierto de los montes de Armenia. Después vueltas las armas contra los Griegos, en cuyo favor pasaron, por librarse de una afrentosa muerte, y vengar agravios que no se pudieran disimular sin gran mengua de su estimacion y afrenta de su nombre. Ganados por fuerza muchos Pueblos y Ciudades, desbaratados y rotos poderosos ejércitos, vencidos y muertos en campo Reyes y Príncipes, grandes Provincias destruidas y desiertas, muertos, cautivos, ó desterrados sus moradores; venganzas merecidas mas que licitas. Thracia, Macedonia, Tesalia, y Beocia penetradas y pisada á pesar de todos los Príncipes y fuerzas del Oriente, y últimamente muerto á sus manos el Duque de Athenas con toda la nobleza de sus vasallos, y de los socorros de Franceses y Griegos ocupado su estado, y en él fundado un nuevo señorío. En todos estos sucesos no faltaron traiciones, crueldades, robos, violencias, y sediciones, pestilencia comun, no solo de un ejército colecticio y débil por el corto poder de la suprema cabeza, pero de grandes y poderosas Monarquias. Si como vencieron los Catalanes á sus enemigos, vencieran su ambicion y codicia, no excediendo los límites de lo justo, y se conservarán unidos, dilataran sus armas hasta los últimos fines del Oriente, y viera Palestina y Jerusalen, segunda vez las banderas cruzadas. Porque su valor y disciplina militar, su constancia en las adversidades, sufrimiento en los trabajos, seguridad en los peligros, presteza en las ejecuciones, y otras virtudes militares las tuvieron en sumo grado, en tanto que la ira no las pervirtió. Pero el mismo poder que Dios les entregó para castigar y oprimir tantas naciones, quiso que fuese el instrumento de su propio castigo. Con la soberbia de los buenos sucesos, desvanecidos con su prosperidad, llegaron á dividirse en la competencia del gobierno; divididos á matarse, con que se encendió una guerra civil, tan terrible y cruel, que causó sin comparacion mayores daños y muertes, que las que tuvieron con los extraños.

       Índice

      Estado de los Reinos y Reyes de la casa de Aragon por este tiempo.

      Antes de dar principio á nuestra historia, importa para su entera noticia decir el estado en que se hallaban las provincias y Reyes de Aragon, sus ejércitos y armadas, sus amigos y enemigos; principios necesarios para conocer donde se funda la principal causa de esta expedicion. El Rey Don Pedro de Aragon, á quien la grandeza de sus hechos dió renombre de Grande, hijo de Don Jaime el Conquistador fué casado con Gostanza hija de Manfredo Rey de Sicilia, á quien Cárlos de Anjou con ayuda del Pontífice Romano, enemigo de la sangre de Federico Emperador, quitó el Reino y la vida. Quedo Cárlos con su muerte Príncipe y Rey de las dos Sicilias, y más después que el infeliz Coradino, último Príncipe de la casa de Suevia, roto y deshecho, vino preso á sus manos, y por su órden y sentencia, se le cortó la cabeza en público cadahalso, para eterna memoria de una vil venganza, y ejemplo grande de la variedad humana. Don Pedro Rey de Aragon no se hallaba entónces con fuerzas para poder tomar satisfacion de la muerte de Manfredo y Coradino, ni después de ser Rey le dieron lugar las guerras civiles, porque los Moros de Valencia andaban levantados, y los Barones y Ricos hombres d Cataluña estaban desavenidos y mal contentos; y tambien porque mostrándose enemigo declarado de Cárlos, provocaba contra sí las armas de Francia, y las de la Iglesia, formidables por lo que tienen de divinas; los Reinos de Sicilia y Nápoles lejos de los suyos, sus armas ocupadas en defenderse de los enemigos mas vecinos. Todas estas dificultades detenian el ofendido ánimo del Rey, pero no de manera, que borrasen la memoria del agravio. En unas vistas que tuvo con el Rey de Francia Filipe su cuñado, entrevino Cárlos hijo del Rey de Nápoles, y deseando el Rey de Francia que fuesen amigos y se hablasen, siempre Don Pedro se escusó, y mostró en el semblante el pesar y el disgusto que tenia en el corazon, de que todos quedaron mal satisfechos y desabridos, y sin duda entónces Cárlos se previniera y armara, si creyera que las fuerzas del Rey de Aragon fueran iguales á su ánimo y pensamiento. Pero el cielo se las dió bastantes para tomar entera y justa satisfacion de la sangre inocente de Coradino por medios tan ocultos, que no se supieron hasta que la misma ejecucion los publicó.

      Los míseros Sicilianos incitados de la insolencia Francesa, desenfrenada en su afrenta y deshonor, tomaron las armas, y con aquel famoso hecho que comunmente llaman Vísperas Sicilianas,


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