Expedición de Catalanes y Aragoneses al Oriente. Francisco de Moncada

Expedición de Catalanes y Aragoneses al Oriente - Francisco de  Moncada


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porque solo difieren, en que Pachimerio dá por constante que el Papa pidió la persona de Roger á Don Fadrique, y Montaner dice que se temió el caso, pero no que sucedió; y así no fué mucho que la fama de tan lejos añadiese lo demás.

      Después de haber resuelto todos la jornada, y platicado por algunos dias los medios más convenientes para su ejecucion, dieron cargo á Roger que hablase á Don Fadrique, y le descubriese sus intentos, y le suplicase de parte de todos que los favoreciese, porque no fuera justo que se trátara públicamente, sin haber precedido su consentimiento y gusto. Roger vino á Mesina, donde el Rey estaba, poco después de concluido su casamiento con Leonor hija de Cárlos; y acabadas las fiestas y regocijos de las bodas, hablando en secreto con el Rey, le dijo, como los Catalanes y Aragoneses se querian salir de Sicilia, y pasar á Levante, no tanto por el beneficio comun de todos ellos, como por la quietud y provecho que le resultaría si le dejaban un Reino tan trabajado por las guerras pasadas libre de carga tan molesta y pesada, como eran ellos en tiempos de paz: que sus personas las tendria siempre á su devocion, y que cuando importase, le vendrían á servir de los últimos fines de la tierra; pero que por entónces le suplicaban facilitase su jornada, y les ayudase con su autoridad y fuerzas; paga bien merecida á sus servicios.

      Respondió el Rey, que advirtiesen que la resolucion que habian tomado de salir de Sicilia aunque le estaba bien para su conservacion, no para su fama, porque muchos podrian entender que su salida era trazada por su órden, para quedar libre de sus obligaciones; y que eran de tal calidad las que él reconocia, que por este medio no se podia librar de ellas sin conocida nota de ingrato. Pero si la esperanza de mayores acrecentamientos les llamaba á nuevas empresas, y estaban resueltos, que él les asistiria y ayudaria con sus fuerzas, con que ellos fuesen testigos y publicasen la verdad del hecho, y que primero aventurará el Reino y la vida, que faltara á la obligacion de tan señalados servicios; pero que la estrecheza del tiempo por los excesivos gastos de la guerra, no daba lugar á que el premio igualase á su deseo. Digna respuesta de Príncipe tan esclarecido, tanto más de estimar, cuando es más rara en los Príncipes la virtud del agradecimiento, y satisfacer grandes servicios cuando son tales que no se pueden pagar con ordinarias mercedes. Roger estimó en nombre de todos tan señalado favor, y la honra que les hacia, y fuese luego á dar razon á los Capitanes de lo que el Rey habia respondido, y entendido por ellos, lo celebraron y agradecieron con alabanzas.

      Fué Don Fadrique uno de los más señalados Príncipes de aquella edad, por la grandeza de su ánimo, y gloria de sus hechos, cuyo valor deshizo y quebrantó las fuerzas unidas para su ruina de Italia, Francia, y España, y el que á pesar de todos sus competidores quedó con el Reino de Sicilia para sí, y su posteridad, en quien hoy felizmente se conserva. No pudo suceder á Don Fadrique cosa que más le importarse para la seguridad y quietud de su nuevo reinado, que librar á su pueblo de las contribuciones y alojamientos de huéspedes tan molestos, como suelen ser los soldados mal pagados. Después que las paces y parentesco desterraron la guerra, por mantenerla daban los pueblos de Sicilia con mucha liberalidad sus haciendas á los soldados, que los defendian y amparaban contra Cárlos á quien temian; pero despues que con la paz se les quitó este miedo, comenzaron á sentir la mala vecindad de los soldados, y á desavenirse con ellos; disgustos que forzosamente habian de causar daños gravísimos, si la nueva expedicion no les atajara.

       Índice

      Embajada de los nuestros al Emperador Andronico, y su respuesta.

      Roger y las demás cabezas principales del ejército resolvieron, que luego se enviasen dos Embajadores al Emperador Andronico á proponerle su servicio. Hiciéronse las instrucciones, asistiendo á ellas con otros Capitanes Ramon Montaner, uno de los escritores de mayor crédito, que intervino siempre en los consejos y ejecuciones más graves de esta expedicion. Entregáronse á dos caballeros, cuyos nombres el tiempo y el descuido dejaron envueltos en tinieblas, para que luego partiesen á Constantinopla, y diesen su embajada de parte de toda la nacion. Llegaron en breves dias con una galera reforzada de Roger. Sabida su venida, y con alguna noticia de la Embajada que traian, fueron recibidos de Andronico con agradecido semblante y muestras de mucho amor. Propuso uno de los dos Embajadores, el más antiguo en años, su embajada: que los Catalanes y Aragoneses después de hechas las paces entre Cárlos Rey de Nápoles, y Don Fadrique Rey de Sicilia, á quien ellos servian, determinaron no buscar reposo en su patria, sino acrecentar con nuevos hechos la gloria militar y fama adquirida en las pasadas guerras: que tenían para esto fuerzas bastantes en número y valor, soldados ejercitados por una larga y peligrosa guerra, Capitanes conocidos por sus victorias y nobleza de sangre; que en nombre de todos ellos le ofrecían su ayuda contra los Turcos con doblado gusto y aficion, por ocupar sus armas á favor de la casa de los Paleólogos, amigos únicos de la de Aragon, cuando sus partes estaban muy caidas, y dilatar su Imperio, destruyendo juntamente el de los enemigos del nombre Cristiano, que con tanta audacia y orgullo le querian establecer en las Provincias usurpadas al Imperio Griego.

      Quedaron los Emperadores contentísimos con la no esperada embajada y ofrecimiento de los Catalanes, á su parecer tan importante á sus intereses, porque entendieron que aquellos mismos, que se les venían á ofrecer, eran los que con tanto espanto y temor de toda Italia ganaron y sustentaron el Reino de Sicilia. Agradeció con palabras magníficas el gusto con que toda la nacion le ofrecía servir, y con el mismo les recibió. Quiso que luego se platicasen las condiciones con que habian de militar; y así los Embajadores pidieron conforme sus instrucciones el sueldo para la gente de guerra, y que á Roger se le diese el título de Megaduque, y por muger una de sus nietas, porque queria con tales prendas asegurarse más en su servicio. Andronico sin alterar ni mudar cosa de las que le pidieron, las concedió, sin reparar en la calidad y estado de Roger desigual al de su nieta; pero toda esta desigualdad pudo igualar la reputacion de la gente, que como General gobernaba, y verse el Griego tan oprimido de las armas de los Turcos, y poco seguro de la fidelidad de los suyos.

      Vivía ciego y desterrado en una aldea Bitinia Juan Lascar, legitimo sucesor del Imperio, y aunque inútil para ocuparle, viviendo él, era la posesion de Andronico tiránica, y causa muy justificada para tomar las armas los mal contentos del gobierno presente; y así lleno de temores y recelos, le fué forzoso valerse de naciones extranjeras para la guerra y defensa de su persona. Recibió en su servicio diez mil Massegatas, á quien el vulgo llama Alanos, gente bárbara de costumbres, Cristianos en la fé mas que en las obras. Tenian su morada de la otra parte del Danubio, y reconocían por señores á los Scitas de Europa. Embiaron primero al Emperador su embajada ofreciendo servirle. Nicephoro Gregoras Autor Griego de aquellos tiempos refiere lo mucho que Andronico la estimó con estas mismas palabras: Fuéle tan agradable al Emperador como si viniera del cielo. Decia que todos los Griegos le eran sospechosos y enemigos, y así continuamente procuraba amistades y ligas con los extraños, que ojalá nunca lo hiciera. Tambien recibió en su ejército muchas compañias de Turcoples que dejaron á Sultan Azan, y se bautizaron. Todas estas ayudas las deseaba Andronico, y las estimaba como grandes; y así la que los nuestros le ofrecían no se puede con palabras encarecer la estimacion que hizo de ella, por ser de gente tan aventajada á las demás que le servian, y tan temida en aquellos tiempos. Remitió Andronico los dos Embajadores á Roger concertando el casamiento, y le llevaron las insignias de Megaduque, que es lo mismo entre nosotros General de la mar: dignidad grande de aquel Imperio, pero no de las mayores.

       Índice

      Señala sueldo el Emperador á la gente de guerra, y hace muchas honras y mercedes á su Capitanes.

      Señaló Andronico las pagas segun la diferencia de las armas y ocupacion, cuatro onzas de plata cada mes á los hombres de armas, á los caballos lijeros dos, y lo mismo á los pilotos y gente de mandoneros una onza, y que siempre que llegasen á la costa de alguna Provincia del Imperio, se les diesen cuatro pagas, y cuando quisiesen volver á sus casas juntos, ó divididos, se le librasen dos para el viaje. George Pachimerio Autor Griego, cuyos fragmentos


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