Expedición de Catalanes y Aragoneses al Oriente. Francisco de Moncada

Expedición de Catalanes y Aragoneses al Oriente - Francisco de  Moncada


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de ministros injustos; causa que las mas veces produce mudanzas en los estados, y casos miserables en sus Príncipes. Acudió luego Cárlos con poderoso ejército á castigar el atrevimiento y rebeldía de los súbditos. Ellos viendo cerrada la puerta á toda piedad y clemencia, pusieron la esperanza de su remedio y amparo en Don Pedro Rey de Aragon, que en esta sazon se hallaba en Africa, como verdadero Príncipe Christiano, con ejército victoriso y triunfante de muchos Jeques y Reyes de Berbería, asistidos de la mayor parte de la nobleza y soldados de sus Reinos. Llegaron ante su presencia los Embajadores de Sicilia, llenos de lagrimas, luto y sentimiento; bastantes con esta triste demostracion á mover no solo el ánimo de un Rey ofendido por particular agravio, pero el de cualquier otro que como hombre sintiera. Acordaronle la muerte desdichada de Manfredo, y la afrentosa de Coradino, facilitaronle la venganza con ayuda de los pueblos de Sicilia, tan aficionados á su nombre y enemigos del de Francia. Ultimamente le propusieron el estado peligroso de su libertad, vidas y haciendas, si no les amparaba su valor; por que ya Cárlos estaba sobre Mecina, y amenazaba el rigor de su castigo un lastimoso fin á todo el Reino. Movido de estas razones y de las que su venganza le ofrecia, acudió antes que su fama á Trapana con todo su poder, y fué con tanta presteza sobre su enemigo, que apenas supo Cárlos que venia, cuando vió sus armas, y se halló forzado á levantar el sitio y retirarse afrentosamente á Calabria.

      Con este hecho el Pontifice como amigo, y el Rey de Francia como deudo, descubiertamente se mostraron favorecedores de Cárlos, y enemigos de Don Pedro, y tomaron contra él las armas. El Rey de Castilla que por el deudo y amistad debiera ayudarle, se salió á fuera, y se inclinó á seguir el mayor poder. Don Jaime Rey de Mallorca, su hermano, tambien le desamparó, dando ayuda y paso por sus estados á sus contrarios, aunque se escusó con las débiles fuerzas de su Reino, desiguales á la defensa y oposicion de tan poderoso enemigo; disculpa con que muchas veces los Príncipes pequeños, encubren lo mal hecho, atribuyendo á la necesidad lo que es ambicion. Don Pedro con esto se halló sin amigos, solo acompañado de su valor, fortuna, y razon de satisfacer el ultraje y afrenta de su casa. Al tiempo que le juzgaron todos por perdido, venció á sus enemigos varias veces, reforzados de nuevas ligas y socorros, todo los deshizo y humilló en mar, en tierra. Mantuvo el nombre de Aragon en gran reputacion y fama, y fué el primer Rey de España, que puso sus banderas vencedoras en los Reinos de Italia, sobre cuyo fundamento hoy se mira levantada su Monarquía. Hechado Cárlos de Sicilia, intentó con mayor poder reducirla á su obediencia, y en esta hubo grandes y notables acontecimientos; pero siempre la casa de Aragon, se aseguró en el Reino con victorias, no solo contra el poder de Cárlos, pero de todos los mayores Príncipes de Europa que le ayudaban.

      Murieron ambos Reyes competidores en la mayor furia y rigor de la guerra, y por derecho de sucesion heredó á Cárlos Rey de Nápoles, su hijo primogénito del mismo nombre, que en este tiempo se hallaba preso en Cataluña. A Don Pedro Rey de Aragon sucedieron sus dos hijos, Alfonso mayor en los Reinos de España, Jaime en el de Sicilia. Prosiguiose la guerra hasta la muerte de Alfonso, que por morir sin hijos fué Don Jaime llamado á la sucesion, y hubo de venir á estos Reinos, dejando en Sicilia á Don Fadrique su hermano, para que la gobernase y defendiese en su nombre. Después de su vuelta á España Don Jaime, recuperadas algunas fuerzas de sus Reinos, renunció el de Sicilia á la Iglesia, temiendo que las armas Castellanas, Francesas y Eclesiásticas á un mismo tiempo no le acometiesen, y persuadido de su madre Gostanza, que como mujer de singular santidad, quiso más que su hijo perdiese el Reino, que alargar más tiempo el reconciliarse con la Iglesia. Enviaronse á Sicilia para poner en efecto la renunciacion Embajadores de parte de Don Jaime y de Gostanza, y entregar el Reino á los Legados del Pontífice Romano. Pero la gente de guerra y los naturales indignados de la facilidad, con que su Rey renunciaba lo que con tanto trabajo y sangre se habia adquirido y sustentado, y les entregaba tan sin piedad á sus enemigos, de quien forzosamente habian de temer servidumbre y muerte; pareciéndoles á los Sicilianos cierto el peligro, y á los Catalanes y Aragoneses mengua de reputacion, que lo que no pudieron las armas de sus contrarios alcanzar en tantos años, se alcanzase por una resolucion de un Rey mal aconsejado, volvieron á tomar las armas, y oponiéndose á los Legados, persuadieron á Don Fadrique como verdadero sucesor del padre y del hermano, que se llamase Rey, y tomase á su cargo la defensa comun.

      Fué facil de persuadir un Príncipe de ánimo levantado, en lo mas florido de su juventud, y que por otro medio no podia dejar ser vasallo y sujeto á las leyes del hermano: ocasion bastante, cuando no fuera ayudada de tanta razon, á precipitar los pocos años de Don Fadrique. Llamose Rey, y como á tal le admitieron y coronaron. Prevínose para la guerra cruel que le amenazaba, asistido de buenos soldados, y del Pueblo fiel y pronto á su conservacion, teniéndole por segundo libertador de la Patria. Opusose luego á Cárlos su mayor y mas vecino enemigo, al Papa que amparaba y defendia su causa, y al Rey Don Jaime, que de hermano se le declaró enemigo, cuyas fuerzas juntas le acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por acabada, y Don Fadrique por perdido. Pero la oculta disposicion de la providencia Divina, que algunas veces fuera de las comunes esperanzas muda los sucesos para que conozcamos que sola ella gobierna y rige, Don Fadrique se mantuvo en su Reino, con universal contento de los buenos, asombro y terror de sus enemigos, y gloria de su nombre.

      Deshizose poco después la liga, por apartarse de ella Don Jaime Rey de Aragon, con gran sentimiento y quejas de sus aliados, porque sin las fuerzas de Aragon parecia cosa fatal y casi imposible vencer un rey de su misma casa, y la experiencia lo mostró, pues apartado Don Jaime de la liga, siempre los enemigos de Don Fadrique fueron perdiendo, y él acreditándose con victorias, hasta forzarles á tratar de paces quedándose con el Reino; cosa que de solo pensarla se ofendian. Concluyéronse después de algunas contradicciones, y se establecieron con mayor firmeza con el casamiento, que luego se hizo de Leonor hija de Cárlos con Don Fadrique, con que el Reino quedó libre y sin recelo de volver á la servidumbre antigua, y el Rey pacífico señor del estado que defendió con tanto valor. El Rey Don Jaime su hermano sustentaba sus Reinos de Aragon, Cataluña, y Valencia con suma paz y reputacion, amado de los súbditos, temido de los infieles, poderoso en la mar, servido de famosos capitanes, aguardando ocasion de engrandecer su corona á imitacion d sus pasados. El Rey de Mallorca Príncipe el menor de la casa de Aragon gozaba pacíficamente el señorío de Mompeller, Condados de Rocellon, Cerdaña, y Conflent, difíciles de conservar, por esta divididos, y tener vecinos mas poderosos, entre quien siempre fueron fluctuando sus pequeños Reyes; pero por este tiempo vivia con reputacion, y con igual fortuna que los otros Reyes de su casa.

       Índice

      Eleccion de General.

      Tenian los Reinos de Aragon, Mallorca y Sicilia el estado que habemos referido, cuando los soldados viejos, y Capitanes de opinion, que sirvieron al gran Rey Don Pedro, á Don Jaime su hijo, y últimamente á Don Fadrique en esta guerra de Sicilia, juzgándola ya por acabada, hechas las paces mas seguras por el nuevo casamiento de Leonor con Fadrique, vínculo de mayor amistad entre los poderosos, en tanto que el interés y la ambicion no le disuelven y deshacen, deshecho causa de mas viva enemistad y odios implacables, pareciéndoles que no se podia esperar por entónces ocasion de rompimiento y guerra, trataron de emprender otra nueva contra infieles y enemigos del nombre cristiano en Provincias remotas y apartadas. Porque era tanto el esfuerzo y valor de aquella milicia, y tanto el deseo de alcanzar nuevas glorias y triunfos, que tenian á Sicilia por un estrecho campo para dilatar engrandecer su fama; y así, determinaron de buscar ocasiones arduas, trances peligrosos, para que esta fuese mayor y mas ilustre.

      Ayudaban á poner en ejecucion tan grandes pensamientos dos motivos, fundados en razón de su conservacion. El primero fué la poca seguridad que habia de volver á España su patria, y vivir con reputacion ella, por haber seguido las partes de Don Fadrique con tanta obstinacion contra Don Jaime su Rey y señor natural; que auque Don Jaime no era Príncipe de ánimo vengativo, y se tenía por cierto, que pues en la furia de la guerra contra su hermano no consintió que se diesen por traidores los que le siguieron, menos quisiera castigar á sangre fria lo que pudo, y no quiso en el tiempo que actualmente le estaban ofendiendo, siguiendo las banderas de su hermano contra las suyas. Pero la Majestad ofendida


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