Arte y arqueología en el altiplano central de México. María Teresa Uriarte

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y sugiero que es una alusión a los ciclos de tiempo.

      Paso a analizar ahora algunas imágenes del Pórtico Blanco de Atetelco. Son tres pórticos numerados del 1 al 3, el primero situado hacia el sur, el segundo al oriente y el tercero al norte.

      El talud del pórtico 1 tiene pintados a un coyote emplumado, con tocado de plumas, y el emblema circular con franjas diagonales que vimos en el cuarto 11 de Tetitla(figura 2.7); aquí lo vemos también en la cenefa. De acuerdo con Langley, como se mencionó anteriormente, puede tener un claro significado iconográfico que se asocia con el coyote.

      Los tableros de los tres pórticos forman retículas que crean rombos dentro de los cuales se ven figuras que parecen humanas. En el pórtico 1 hay un coyote que camina como humano, de nuevo ixiptla, o quizá una entidad espiritual que tiene insignias militares. Debo destacar que arriba de su tocado y dentro de las bandas que forman la retícula hay algunas volutas que se identifican con fuego, y como lleva en el tocado un símbolo TR (trapecio y rayo), hay una simbiosis lógica que alude al tiempo, pero se puede vincular de igual manera con la guerra. En ambas manos sostiene armas, aparentemente un lanzadardos y flechas, por lo cual propongo que se trata de ambos temas: tiempo y guerra.

      Pero hay otro símbolo que quiero analizar:puh-tollan, ciudad, una ciudad hacia donde se dirigen los coyotes o de donde proceden.

      Figura 2.7. Pintura mural del pórtico 1 en el Patio Blanco de Atetelco (Archivo Fotográfico

       Proyecto La Pintura Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2007).

      Figura 2.8. Detalle de la cenefa en el tablero del pórtico 1,

       Patio Blanco de Atetelco (tomado de Cabrera, 1995, p. 206, figura 18.3).

      En el pórtico 2 hay otros elementos que podrían reforzar esta hipótesis. En el talud observamos la imagen de un jaguar reticulado y la del coyote emplumado en procesión. Ambos tienen enfrente el símbolo trilobulado con gotas que se identifica con el corazón. La cenefa se forma por el cuerpo entrelazado de una serpiente con dos cuerpos y una sola cabeza, al frente de la cual se ve el corazón sangrante. Los cuerpos tienen la identidad clara del coyote y el jaguar reticulado. Por cierto, hay que recordar que las serpientes se entrelazan para aparearse.

      Gracias al trabajo de reconstrucción de los murales de Atetelco llevado a cabo por Agustín Villagra (figura 2.9), contamos con las escenas completas tanto del talud como del tablero. El tablero del pórtico 2 tiene en los rombos la figura de un ser humano investido de Tláloc; varios personajes están ataviados de la misma manera que los coyotes y algunos llevan un caracol con vírgulas de sonido —recordemos su simbolismo de renovación—; asimismo, hay otros personajes vestidos como Tláloc degollando un ave con un cuchillo de sacrificio. Debo destacar que las bandas de la retícula tienen plumas y que algunas aves en las intersecciones llevan el símbolo TR, que además del simbolismo vinculado con el tiempo, forma parte del atavío de Tláloc.

      Las imágenes de Jaguar Reticulado, segundo gobernante de Copán, junto con las de Coyote Emplumado, como integrantes de la misma procesión, son un enigma. ¿Por qué estas dos entidades aparecen juntas, un felino reticulado y un coyote emplumado caminando juntos? Me parece que ambos participan en una procesión significativa y única si los entendemos como entidades anímicas, como la presencia espiritual animal que tiene diferentes nombres tanto en náhuatl como en maya: naguales o wahy (este nombre se escribe de manera diferente en las distintas lenguas mayances; el que aquí se presenta es ch'olano). Tal vez por eso Jaguar Reticulado aparece como un humano vestido de jaguar, como en Tetitla, y en otras imágenes lo vemos como animal —nagual o wahy.

      Cabe mencionar que el coyote es un animal que vive en las tierras altas del centro de México, de manera que es extraño que se le represente en el área maya, del mismo modo que los jaguares son ajenos al altiplano central de México. Sin embargo, las dos criaturas se entrelazan como cuerpos de serpiente, un ser mítico representado en el momento del apareamiento y que da como resultado un ser sobrenatural: serpiente, coyote, felino.

      Volvamos a las procesiones y al espectador que se vuelve parte de las mismas y es partícipe del nacimiento de un nuevo ser.

      Figura 2.9. Reconstrucción de Agustín Villagra del pórtico del Patio Blanco de Atetelco (Archivo Fotográfico

       Proyecto La Pintura Mural Prehispánica en México).

      Figura 2.10. Pintura mural del pórtico 3 en el Patio Blanco de Atetelco (Archivo Fotográfico Proyecto

       La Pintura Mural Prehispánica en México. Foto: Ricardo Alvarado, 2007).

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