Arte y arqueología en el altiplano central de México. María Teresa Uriarte
18 María Teresa Uriarte, Pintura rupestre en Baja California. Algunos métodos para su apreciación artística, México, INAH, 1981 (Colección Científica, 106). [regresar]
19 Arturo Oliveros, "Apuntes sobre los origenes y desarrollo del juego de pelota", en María Teresa Uriarte, El juego de pelota en Mesoamérica: raíces y supervivencia, México, Siglo XXI Editores/Gobierno del Estado de Sinaloa, 1992, pp. 39-51. [regresar]
20 María del Carmen Rodríguez y Ponciano Ortiz, "Los asesntamientos olmecas y pre-olmecas de la cuenca baja del río Coatzacoalcos, Veracruz", en María Teresa Uriarte y Rebecca B. González Lauck, Olmeca: balance y perspectivas: Memoria de la primera Mesa Redonda, t. II, México, INAH/IIA/Conaculta/New World Archaeological Foundations, 2008, pp. 445-469. [regresar]
21 María Teresa Uriarte, "The Teotihuacan Ballgame and the Beginning of Time", Ancient Mesoamericana, vol. 17, núm. 1, 2006. pp.17-38. [regresar]
22 María Teresa Uriarte, "Unity in Duality: The Practice and Symbols of the Mesoamerican Ballgame", en Michael E. Whittingtopn (ed.), The Sport of Life and Death: The Mesoamerican Ballgame, Charlotte, The Mint Muscum, Thames and Hudson, 2001, pp. 40-49. [regresar]
23 María Teresa Uriarte, "Tepantitla, el juego de la pelota", en Beatriz de la Fuerte (coord.), La pintura mural prehispánica en México, I: Teotihuacán, t. II, Estudios, México, UNAM, 1996, pp. 227-285. [regresar]
24 Marlene Dobkin de Ríos, Hallucinogens: A Cross-Cultural Perspective, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1984, p. 127. [regresar]
25 Carlos Beutlespacher, Las mariposas entre los antiguos mexicanos, México, FCE, 1989. [regresar]
26 Mary Miller, "The Maya Ballgame: Rebirth in the Court of Life and Death", en Michael E. Whittington (ed.). The Sport of Life and Death: The Mesoamerican Ballgame, Charlotte, The Mint Muscum, Thames and Hudson, 2001, pp. 79-87. [regresar]
Migraciones y procesiones:
¿dos caras de la misma moneda?
Si fijamos nuestros ojos en la imagen de un grupo de personas que van circulando en una plaza cerrada alrededor de una especie de caja cubierta por un inmenso manto negro y están rezando mientras llevan a cabo siete circunvoluciones, ello nos hará pensar de inmediato en un lugar que desde hace siglos está cargado de significado: La Meca. Podríamos evocar más imágenes en otros tiempos y en otros espacios; seres humanos que se desplazan de un sito al otro del planeta, lo han hecho desde hace milenios.
En nuestro mundo interconectado cultural y económicamente las migraciones parecen ser un gran tema, pues desde que el ser humano se paró en dos pies, parece que no ha dejado de caminar. Nuestros ancestros tal vez sólo imitaban el comportamiento de tantos animales que emigran, incluso algunos que lo hacen con precisión calendárica como los patos. Las procesiones, peregrinaciones y las migraciones parecen estar relacionadas entre sí por la posibilidad que tenemos los humanos de caminar.
En este mundo privado de una vida espiritual, la gente sigue el Camino de Santiago o la Ruta del Inca; aun gente con situación económica privilegiada transita por los caminos de los antiguos peregrinos.
El ser humano ha emigrado buscando mejores condiciones de vida, para alejarse de la guerra o para visitar lugares santos. Las migraciones, de un modo o de otro, se repiten en función de distintas conmemoraciones. Por ejemplo, Simon Coleman y John Elsner escribieron en su libro Pilgrimage: Past and Present in the World Religions que los frisos de las celebraciones panateneas adquirían una nueva perspectiva al ser contemplados por un visitante: "Para mirar el friso, el espectador tiene que recorrer una ruta desde la fachada oeste hacia el este del edificio y al hacerlo se convierte en parte de la celebración. A través de esta participación visual el observador podía unirse en este ritual festivo de peregrinación y de viaje sagrado que llevaba al peregrino en su culto a la diosa Atenea".1
Si consideramos la religión judía, Yahvé mismo no sólo era accesible en un lugar fijo en la Tierra Prometida, sino que se podía manifestar a través de El Arca de la Alianza, cuya construcción realizó Moisés de acuerdo con las instrucciones de Dios.
Existen tradiciones judías de peregrinaje que recuerdan, por ejemplo, el éxodo o huida de Egipto, como la celebración del Pesaj. Este acto marca un hito para el pueblo judío puesto que es su inicio como comunidad y de su tiempo. Es una de tres Shloshet ha Regalim o ritos de peregrinaje, ya que desde la existencia del Templo de Jerusalén, la costumbre era llevar las primicias de la agricultura al templo. Los otros ritos incluyen la celebración de Sucot, en donde se conmemora el sufrimiento del pueblo judío en su deambular por el desierto, y finalmente Shavout, un rito más de peregrinación judía.
Entre los hindúes se conmemora el hecho de que el cuerpo de Siva se despedazó a lo largo del territorio y esos lugares se convirtieron en sitios sagrados, en puntos sagrados de referencia para los peregrinos. Se considera que son sitios especiales para la realización de ritos ya que se convierten en portales hacia una realidad sagrada y ofrecen "la posibilidad de moverse entre lo humano y lo divino, o por lo menos como sitios intermedios".2
Diversos autores consideran que la mayoría de las procesiones son una alegoría de la peregrinación y muy frecuentemente conmemoran migraciones.
Con frecuencia las peregrinaciones buscan una sanación o solución milagrosa; tal es el caso de las que se realizan a Lagos de Moreno o la Villa de Guadalupe y los santuarios europeos de Lourdes y Fátima. En la antigüedad se realizaban procesiones oraculares a Delfos; Moctezuma las hacía a Teotihuacán y los gobernantes mayas al cenote sagrado en Chichén Itzá.
Cuando el espectador sigue visualmente la dirección de la procesión de las panateneas se convierte en parte de la escena, y al hacerlo también se recrea la topografía o la geografía sagrada que se conmemora con un relieve o una pintura; por lo tanto, en este sentido las procesiones y peregrinaciones recrean la migración original que se conmemora.
Entre los musulmanes existe la tradición de Hajj, el viaje a La Meca, que es uno de los cinco pilares del islam. Conmemora el peregrinar del profeta Mahoma de La Meca a Medina; es el inicio de la hégira, que significa migración, y es asimismo el origen del tiempo de los musulmanes, el momento en que se empezaron a visualizar como comunidad. Los peregrinos de todas partes del mundo, sin importar de qué país o de qué estrato social provengan, se reúnen en La Meca para realizar esa procesión. De hecho, los musulmanes acostumbran a pintar en la fachada de su casa la escena que conmemora su viaje a La Meca. Las peregrinaciones son una memoria del comienzo, del momento en el que el profeta viajó de La Meca a Medina.
Después de revisar algunas de las tradiciones del mundo, es necesario referirnos al mundo prehispánico para iniciar nuestro viaje hacia el siglo XVI.
Aunque se trata de un manuscrito del siglo XVI, el documento llamado La tira de la peregrinación relata con imágenes y textos el viaje de migración de los aztecas desde Aztlán hacia