El plan de tu alma. Robert Schwartz
alma que interpretó el papel de cuidador planea después una vida en la que tenga el desafío de la enfermedad, el alma que recibió los cuidados podría buscar equilibrar aquel intercambio energético ofreciéndose a cuidarlo. En cuerpo, sin embargo, ninguna de las almas recordará el plan. La que eligió ser el cuidador podría sentirse abrumada por la necesidad de hacerse cargo de otra persona, quizá incluso podría verlo como un castigo por sus malos actos en una vida pasada. En realidad, sin embargo, no es un castigo; sólo es un deseo de equilibrar el karma. Del mismo modo que hemos ideado nosotros los papeles que interpretamos, tampoco somos víctimas. No hay nadie a quien culpar; de hecho, no hay culpa. El universo no nos castiga haciendo que nos ocurran cosas “malas”. Como la gravedad, el karma es una ley neutral e impersonal. Si tropezamos y caemos, no culpamos a la gravedad ni nos sentimos victimas o castigados por ella. Cuando nos damos cuenta de que el karma opera del mismo modo, los sentimientos de culpa, victimización y castigo respecto a los desafíos vitales se disipan, y entonces comprendemos lo que habíamos esperado aprender, y valoramos de un nuevo modo los desafíos que expanden nuestras almas.
Comprender el karma nos ayuda a ir más allá de nuestros prejuicios, concretamente en lo que se refiere a aquellos que han experimentado grandes traumas o percances como la adicción a las drogas, o la indigencia. Generalmente, estos individuos están viviendo sus encarnaciones y equilibrando las energías de sus vidas pasadas tal y como lo habían planeado. Sus vidas, que muchas veces son etiquetadas como “fracasos” desde el punto de vista de la personalidad, a menudo son éxitos rotundos desde la perspectiva del alma.
La mayor parte de las almas planean estas dificultades vitales para que sean de utilidad a otros. Este deseo es un aspecto fundamental de nuestra verdadera naturaleza como almas eternas. Cuando estamos en espíritu y somos conscientes de nuestra unidad con los demás, vemos el servicio como un propósito básico de la vida, y las oportunidades para servir como enormes bendiciones. Ya que son almas que están equilibrando su karma, muchos de aquellos que parecen llevar vidas difíciles están, realmente, realizando actos de servicio. Un alma podría planear, por ejemplo, experimentar el alcoholismo para que otros puedan expresar compasión, y así conocerse mejor a sí mismos. Los alcohólicos y otros que nos facilitan las experiencias que buscamos, tienen que soportar algunas de las críticas más duras de la sociedad. ¡Ojalá más gente supiera esto!
Un trabajador de la luz es alguien cuyo plan de vida está especialmente orientado al servicio. En general, el término se aplica a cualquiera que esté decidido a ayudar a los demás. Aunque no es necesario haber planeado grandes retos para ser un trabajador de la luz, muchos lo han hecho precisamente con la intención de superar esas dificultades para el beneficio de toda la sociedad. Este tipo de trazado vital no es mejor (ni peor) que cualquier otro. De hecho, dado el enorme número de reencarnaciones que cada uno de nosotros planeamos, muchos interpretarán este papel en algún momento.
Naturalmente, planeamos las dificultades de la vida, en parte, para nuestro propio crecimiento personal. Como almas, aprendemos mucho entre las encarnaciones, pero asimilamos las lecciones más profundamente en el plano físico. Aprender mientras estamos en espíritu es similar a un trabajo de clase; la vida en la Tierra es el campo de estudio en el que aplicamos, probamos, y perfeccionamos ese conocimiento. Es una poderosa experiencia para el alma.
Finalmente, a pesar de las vivencias concretas que contengan, todos los programas vitales que he examinado estaban basados en el amor. Cada alma estaba motivada por un deseo de dar y recibir amor, libre e incondicionalmente, incluso en aquellos casos en los que el alma había acordado interpretar un papel “negativo” para estimular el crecimiento de otro individuo. Muchas almas estaban motivadas también por un deseo de recordar el propio amor. Literalmente, somos amor. Baso esta afirmación no sólo en mi investigación, sino también en mi experiencia personal directa: la revelación de mi alma que describí en el prefacio. Las dificultades vitales nos dan la oportunidad de expresar amor, y de este modo conocernos más profundamente a nosotros mismos como amor, en todas sus muchas facetas: empatía, perdón, paciencia, aceptación, valor, equilibrio, y confianza. Nuestra experiencia terrenal como amor también toma la forma de comprensión, serenidad, fe, gratitud y humildad, entre otras virtudes. El amor es el tema principal de la planificación prenatal y, por tanto, el tema principal de este libro.
Al entrar en el plano físico, somos un amor que se oculta temporalmente a sí mismo. Cuando recordamos quienes somos realmente, nuestra luz interior, nuestro amor, brilla para que todos lo vean.
Yo creo que ésa es la razón por la que estamos aquí.
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