El Fundador del Opus Dei. I. ¡Señor, que vea!. Andrés Vázquez de Prada
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Durante 1914, meses antes de que se dictase la sentencia de quiebra, andaba preocupado don José con el futuro de la familia. La condición económica de los Escrivá había descendido a límites incompatibles con su antigua condición social y, aunque de puertas adentro estaban preparados a vivir en la estrechez, las circunstancias les impedían continuar como antes. Barbastro era una pequeña ciudad en la que difícilmente se podría rehacer un negocio a raíz de la quiebra. Don José no contaba con ahorros o fortuna que le avalara. El convivir con la incomprensión, o el darse de cara con quienes habían abusado de su confianza llevándoles a la ruina, era cosa muy dura para su dignidad de caballero. De forma que, después de consultar el caso con su mujer, trató de abrir nuevos horizontes a la familia, pensando principalmente en el futuro de los hijos 131.
No le fue difícil conseguir trabajo en otro lugar. Tenía muchos amigos y conocidos entre los comerciantes del ramo textil. Además, la honradez de don José era de dominio público; y la pérdida de sus bienes, resultado de una encomiable generosidad. Por lo que pronto se puso de acuerdo con el propietario de un negocio de tejidos en Logroño, don Antonio Garrigosa y Borrell. El puesto que éste le ofreció, aun siendo de confianza en cuanto a la gestión de la empresa y relaciones con la clientela, estaba muy lejos de la condición de socio 132. En los primeros meses de 1915 don José se fue a trabajar a Logroño.
Por primera vez vivieron separados los padres. Doña Dolores se quedaría en Barbastro con los hijos, hasta que éstos acabasen el curso en los colegios. El infortunio económico había dejado marca implacable en aquella sufrida mujer: «Yo recuerdo muy bien a dofia Lola en los ultimos tiempos que estuvo en Barbastro, ya sin servicio, hacienda trabajos domesticos -cuenta Adriana Corra les-: Ia veo planchando, sentada en una sillita baja. Nosotras creiamos entonces que no estaba bien de salud y que tenia mal el corazón» 133.
El mal que padecfa dofia Dolores nada tenia que ver con una enfermedad cardiaca.
1 Palabras del Fundador recogidas en Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer y el Opus Dei. En el 50 Aniversario de su Fundación, Eunsa, Pamplona 1982, p.
21-27 (bajo el título: “De la mano de Dios” ). Cfr. AGP, P01 1975, p. 357.
2 Meditación del 14-II-64. En cuanto al influjo de las virtudes de los padres en su primera formación: cfr. Javier Echevarría, Sum. 1775 y 1798; Santiago Escrivá de Balaguer y Albás, PM f. 1297; Martín Sambeat, Sum. 5678.
3 Dicho que confirma lo señalado líneas arriba, a saber: que en casi todas las descripciones autobiográficas se halla siempre —de manera presente o recóndita— una referencia a su vocación, el 2 de octubre de 1928. Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 3; y Javier Echevarría, Sum. 1760.
4 Cfr. Apéndice VI.
5 Cfr. Apéndice VII.
6 Cfr. Javier Echevarría, Sum. 1763; y Joaquín Alonso, PR, p. 1649. Sobre su gratitud para con los padrinos de bautizo, cfr. Álvaro del Portillo, PR, p. 19; y Ángel Camo, AGP, RHF, T-02846, p. 1.
7 Cfr. Liber de Gestis del Cabildo. Año 1635, fol. 38v.
8 Carta a Mons. Segundo García de la Sierra y Méndez, Roma; EF-590421-1. Los restos de la pila bautismal llegaron a Roma en 1959. El Fundador, tras la oportuna restauración, la hizo colocar en la entrada del oratorio de Santa María de la Paz —hoy iglesia prelaticia del Opus Dei—, como pila de agua bendita, y se puso una lápida conmemorativa con el siguiente texto:
HVNC SACRVM BAPTISMATIS FONTEM SANCTAE ECCLESIAE CATHEDRALIS BARBASTRENSIS + IN QVO CONDITOR NOSTER EIVSQVE MATER ET SOROR AQVAS REGENERATIONIS ACCEPERVNT + HISPANICO BELLO FL AGRANTE ANNO MCMXXXVI IN ODIVM RELIGIONIS DIRVPTVM + OPERI DEI AB EPISCOPO ET CAPITVLO ANNO MCMLVII DONO DATVM + CONSILIVM ATQVE ASSESORATVS CENTRALIS AD PRISTINAM FORMAM ANNO MCMLIX RESTITVERE FECERVNT.
9 Cfr. Apéndice VI.
10 Esta clase de error al transcribir el apellido debió ser tan frecuente como para alarmar a don José. En efecto, en su misma acta de bautismo en Fonz aparece ya como “hijo legítimo de José Escribá y Zaydin” (cfr. Apéndice II). Luego, el error vendrá repetido y multiplicado en las partidas de bautismo del hijo, como se verá enseguida, y de tres hijas. De la mayor se dice que “María del Carmen Constancia Florencia Escribá” era hija de “D. José Escribá” ; de “María Asunción Escribá” , que su padre era “D. José Escribá” y el padrino, “D. Teodoro Escribá” ; de “María Dolores Escribá” , que su padre y su abuelo se llamaban “José Escribá” ; y en la partida de defunción de esta última reaparece el “Escribá” . Excepcionalmente, las partidas de bautismo y de defunción de María del Rosario Escrivá no contienen errores. (Cfr. Archivo de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Barbastro, Libro de Bautismos, XLIII, fol. 22; XLIV, fol. 35, 64v; Libro de Defunciones, XLV, fol. 14v.)
En cuanto a Josemaría, nos encontraremos con el “Escribá” en diversas ocasiones: en el documento de dispensa pontificia por defecto de edad canónica para la ordenación como presbítero, del 20-II-1925, que comienza: —Beatissime Pater, Diac. Joseph M. Escribá...(Sacra Congregatio De Sacramentis, Prot. N. 871/25; AGP, RHF, D-03263); carta del Arzobispo de Zaragoza a D. Antonio Lasierra, presidente de la Diputación, del 19-XII-25 (AGP, RHF, D-05188); salvoconducto de la Comandancia Militar de Fuenterrabía, 12-XII-37 (AGP, RHF, D-15073); sobre de una carta de Julio M. Cortés Zuazo, 8-X-52, (AGP, RHF, D-15282), etc.
11 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 57.
12 Apuntes, n. 1273. Al releer en 1939 lo escrito en 1935 sobre su campaña para defender la v de “Escrivá” , el pensamiento se le remontó a los años de infancia, cuando su padre, con noble orgullo de hidalgo, para mostrar al hijo que el asunto de una letra no era capricho ni manía, sino que el nombre venía forjado por muchas generaciones de historia, habló a Josemaría de la familia, de nuestra ascendencia... Pero esos puntos suspensivos de la anotación de 1939 esconden un largo significado. Son como el curso de agua que se traga la tierra, y que reaparece más lejos. Porque si volvemos atrás, en sus cuadernos de Apuntes íntimos, en la primera semana de junio de 1933 (con una nota aclaratoria intercalada, de diciembre de 1934), escribe: Echa lejos de ti esa desesperanza, que te produce el conocimiento de tu miseria. Es verdad: por tu prestigio económico eres un cero..., por tu prestigio social (Nota posterior del Padre: mis padres habían contado cosas que daban a entender que eso no es así: sí era así, por lo que a mí se refiere. — dic. 1934), otro cero..., y otro por tus virtudes, y otro por tu talento... pero, a la izquierda de esas negaciones está Cristo... y ¡qué cifra inconmensurable resulta! (Apuntes, n. 1017).
Entre los famosos de la ascendencia estaban San José de Calasanz y Miguel
Servet. A ellos se refirió en público Mons. Escrivá de Balaguer en algunas ocasiones:
Un antepasado mío, Miguel Servet, fue quemado por la Inquisición protestante de Calvino, en Ginebra. Aunque un poco lejanos, mi hermano y yo somos los únicos parientes de la familia. (cfr. AGP, P041972, p. 655; sobre el proceso de Servet: Registres de la Compagnie des Pasteurs de Genève au temps de Calvin (tomo II, R. M. Kingdon, 1553-1564; Accusation et procès de Michel Servet, 1553, E. Droz, Genève 1962).
Y en otro momento:
Hay un santo, pariente mío lejano, a quien yo quiero mucho. ¡No te hagas ilusiones!, no soy de madera de santo..., otro antepasado mío fue quemado por la Inquisición protestante. ¡Anda! Tampoco soy de madera de herejes... Cada uno es lo que es, independientemente de sus antepasados. Ese santo, José de Calasanz, decía: —si quieres ser santo, sé humilde; si quieres ser