Candidiasis, tu amiga del alma. Cala H. Cervera

Candidiasis, tu amiga del alma - Cala H. Cervera


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una función muy importante del intestino a la hora de absorber es saber qué es lo que puede entrar a la sangre y qué es lo que no. Digamos que el intestino delgado no sólo ayuda a digerir y a absorber sino también a escoger lo que es absorbido.

      Cuando las cándidas intestinales dejan de ser inofensivas levaduras y pasan a ser hongos, desarrollan rizoides (o raíces muy largas) que invaden la mucosa intestinal. Esta inflamación permeabiliza el intestino y es cuando se forma una bola de nieve de síntomas, descritos anteriormente.

      En el intestino delgado, las células tienen unos receptores por donde se absorben los nutrientes a la sangre. Sin embargo, cuando el intestino está inflamado estos receptores quedan dañados impidiendo la absorción de nutrientes. Esto puede causar desnutrición celular. A pesar de comer cantidades adecuadas, de comer muy sano, y de tomar muchos suplementos nutricionales, si el intestino está inflamado y dañado no absorberemos los nutrientes necesarios para nuestra salud. Por el contrario, a través de esta inflamación se colarán todas esas sustancias que no deberían entrar en sangre y que un intestino sano impediría absorber como son metales pesados, pesticidas, químicos utilizados en la industria de la alimentación, productos de desecho de microorganismos, etc.

      La combinación de toxicidad junto con una falta de nutrientes (importantes, entre muchas otras cosas, para ayudar a que el hígado desintoxique) es más que suficiente para hacerte sentir fatal. Sin embargo, a pesar de las visitas al médico, no logras tener un diagnóstico. El motivo es porque la toxicidad no se valora con pruebas médicas, ni tampoco la deficiencia nutricional celular. Los análisis de sangre pueden indicar que el nivel de vitaminas y minerales es correcto pero esto no refleja que las células estén recibiendo esos nutrientes para mantenerse sanas. Por hacer una comparación sencilla y gráfica, puede haber un río caudaloso (la sangre), con una corriente de agua extraordinaria (los nutrientes), pero si las tuberías que conducen el agua del río a los campos están bloqueadas, esta no llegará y la tierra (la célula) se secará y enfermará.

      Este es sólo el principio de una larga cadena de eventos. Las cándidas en estado micótico (en forma de hongos) pueden producir 79 productos tóxicos diferentes. Uno de los más tóxicos es el acetaldehído. Según expertos en la materia como Sherry Rogers y otros investigadores, el acetaldehído favorece la formación de adrenalina, causando síntomas como taquicardias, sofocos, pánico, miedo. También interfiere en algunos receptores de la acetilcolina (un neurotransmisor) afectando la memoria y la transmisión de información entre nervios y músculos.

      El acetaldehído también aumenta los niveles de histamina. Esta es una sustancia que en exceso aumenta la inflamación general del organismo, además de producir dolores de cabeza, pensamientos obsesivos, ansiedad, alergias, picores, diarreas, hipotensión, por mencionar unos cuantos.

      Este químico interfiere con la actividad de ciertas enzimas metabólicas, como las delta 5 desaturasa y las delta 6 desaturasa, importantes para la formación de prostaglandinas con funciones antiinflamatorias.

      El acetaldehído también es responsable de la destrucción de la vitamina B6. Un nutriente muy importante para la salud porque forma parte de la mayoría de procesos metabólicos del organismo. También destruye el glutatión y la cisteína (sustancias que favorecen la desintoxicación) y puede reaccionar con la dopamina, un neurotransmisor cuya deficiencia puede causar depresión, insomnio, incapacidad de respuesta ante el estrés, e incluso, la enfermedad de Parkinson.

      Otro efecto de esta infección es que las cándidas pueden encajar en los receptores hormonales de las células compitiendo con hormonas. El problema es que pueden imitar a las hormonas pero no pueden llevar a cabo las funciones de estas. Las cándidas también pueden crear receptores de nuestras propias hormonas en sus superficies. Esta intromisión en el sistema hormonal puede causar un bloqueo y desequilibrio dando como resultado síntomas como el síndrome premenstrual (hinchazón, dolor de pechos, cansancio, dolores de cabeza, cambios de humor…), infertilidad, miomas, endometriosis, entre otros.

      Algunas cándidas producen la enzima tiaminosa que destruye la vitamina B1. La deficiencia de esta vitamina puede causar síntomas como dolor muscular, dolor de ojos, irritabilidad, poca concentración, falta de memoria, dolor de estómago, estreñimiento, hormigueo de las manos y taquicardia.

      La candidiasis, por otro lado, también impide la conversión de la vitamina B6 en su forma activa, piridoxal-5-fosfato, pudiendo causar síntomas como retención de líquido, depresión, nerviosismo, temblores musculares, calambres, falta de energía y piel seca.

      Las personas con candidiasis tienen una fábrica de alcohol en sus intestinos. Al igual que en las bodegas de vino se mezcla levadura y azúcar para producir alcohol, de la misma manera cuando en el intestino hay un exceso de levaduras y se les da azúcar a través de la alimentación, estas producen alcohol, mareando a la persona, haciéndola sentir con resaca al día siguiente, intoxicando al hígado de la misma manera que si hubiera pasado una noche de fiesta.

      Debido al grado de toxicidad en el que se encuentra la persona con candidiasis, el hígado tiene que filtrar una gran cantidad de químicos y toxinas. Este órgano dispone de dos fases de desintoxicación: la Fase 1 y la Fase 2. En la primera fase, llevada a cabo por una serie de enzimas conocidas como P-450, en realidad no se eliminan las sustancias tóxicas, sino que se las prepara para ser degradadas y eliminadas. Para que esta fase se lleve a cabo, son de vital importancia los minerales zinc, cobre y magnesio, además de las vitaminas B2, B6, B12 y ácido fólico. En esta fase de preparación las propias sustancias que han de degradarse y eliminarse se convierten, temporalmente, en sustancias muy tóxicas.

      Por otro lado, la Fase 2 es donde estas sustancias altamente tóxicas son unidas a ciertos nutrientes, como el glutatión, azufre y glicina, para ser desintoxicadas. Sin embargo, como ya has visto, las cándidas pueden producir inflamación intestinal impidiendo la absorción de nutrientes y, por otro aparte, pueden destruir la vitamina B6 y el glutatión, ambos nutrientes vitales para las dos fases de desintoxicación del hígado.

      Este fallo en la desintoxicación del hígado hace que la persona con candidiasis se sienta tóxica y que no soporte estar en contacto con perfumes, humos u otros químicos.

      Así pues, cuando hablamos de candidiasis no sólo nos estamos refiriendo a un crecimiento de hongos en el organismo sino también a una desnutrición celular, inflamación generalizada, un inmenso trabajo y desgaste del sistema inmunitario con su consiguiente bajada de defensas, y un exceso de toxicidad que abruma a los órganos de desintoxicación como hígado, riñones y piel… no es de extrañar que una persona con candidiasis desde hace años, sufra una gran cantidad de síntomas.

      Tampoco es de extrañar que alguien con dicho desequilibrio en su organismo, se desespere cuando no encuentra explicación a sus síntomas en las consultas médicas. Todos estos desequilibrios no se manifiestan en análisis, ni en colonoscopias, ecografías, radiografías… He visto muchos análisis de sangre perfectos de personas con severa sintomatología de candidiasis. Lo que la medicina convencional considera niveles normales de vitaminas y minerales se aleja de lo que el organismo realmente necesita para sentirse óptimo.

      En la Segunda Guerra Mundial, debido a la escasez de alimentos, se tuvo que determinar un mínimo de nutrientes necesarios para no desarrollar enfermedades como escorbuto, pelagra y otras enfermedades relacionadas con la desnutrición. La repartición de comida para cada ciudadano debía mantener estos niveles mínimos, con el fin de que no desarrollara esas enfermedades. Estos niveles, aunque se van revisando, siguen siendo bajos y son los recomendados por la ley como «Cantidad Diaria Recomendada» (CDR) que aparece en los botes de vitaminas y minerales. Una cosa es no desarrollar una enfermedad como el escorbuto por falta de vitamina C y otra es sentirse óptimo, o incluso disponer de unas «despensas» nutricionales para enfrentarse a los baches de la vida, como una gripe o una candidiasis o un periodo largo de estrés.

      Por lo


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