Creatividad para comenzar a escribir. Dulce Bermúdez
algo de la PNL me reafirmó en lograr algunos objetivos que posponía continuamente y me proporcionó nuevas aspiraciones y metas para el porvenir. Me proporcionó, a falta de una definición mejor, «la gran apertura»: una nueva visión del mundo que me rodea, un nuevo proyecto del futuro que deseo y pienso construir y mi propio enriquecimiento personal y social. Este aprendizaje no tiene precio.
La PNL constituye un potente instrumento que nos impulsa a conseguir nuestros proyectos, alcanzar objetivos, lograr hacer realidad nuestras ilusiones y sueños y adquirir los elementos necesarios para una mejor relación social, familiar o laboral. Es un conjunto de herramientas con las que podemos iluminar nuestra mente y que nos ayuda a reorganizar el espacio en ella como si de un gran archivador se tratara.
Imagínense una gran nave industrial —al estilo de Indiana Jones en la película En busca del arca perdida— que, en lugar de estar repleto de cajas, lo está de ficheros y carpetas. Así es como me imagino nuestra maravillosa mente.
Ahora pensemos en un eficiente personaje —nuestro gentil archivador— que, al mando de un buen número de ayudantes —nuestras neuronas—, corre de un fichero a otro repartiendo, colocando y buscando carpetas.
Cuando trabajamos con PNL, nuestros archivos parecen más organizados y mejor distribuidos; además, con la ventaja de tener todas las carpetas más a mano —incluyendo las más olvidadas y polvorientas—. Tras ordenar los ficheros y obtener un índice con el que guiarnos y poder guiar, podemos pedir a nuestro servicial archivero que escoja la carpeta necesaria para cada situación o necesidad.
Sin embargo, uno de los descubrimientos más inesperados para mí durante este proceso de aprendizaje fue ser consciente de que podía escribir mis novelas utilizando los elementos y herramientas que había aprendido con la PNL. Los mismos elementos que me ayudaban a rehacerme como persona libre, segura y confiada en mis capacidades me servían para poner en marcha mi imaginación y despertar mi creatividad. No sólo me resultaba más fácil plasmar con dichas herramientas las escenas que me imaginaba sino que conseguía hacerlo de forma más fluida, sencilla, cercana… y mucho más rápido.
Cuando me propusieron realizar el proyecto de fin de curso, no me lo pensé dos veces: se basaría en cómo usar los conocimientos de la PNL para dar vida a un relato de ficción. Esto me ha sido de gran utilidad, no sólo en mis primeros pasos en la escritura sino también en las clases y cursos que imparto como entrenadora de mentes creativas y nuevos escritores.
A través de esta singular tesis de final de curso, he realizado cursos y seminarios basados en este estudio con muy buena respuesta por parte de los participantes. Hoy en día, y tras varios años de dedicación, el programa de la Escuela Internacional de Nuevos Escritores, mi página web, no sólo proporciona artículos periódicos con sugerencias, claves y ejemplos que a mi me fueron útiles, sino que cuenta también con microcursos online y con un nuevo programa de entrenamiento para nuevos escritores que quieren escribir su libro. Cada uno de ellos trabaja con herramientas de la PNL utilizadas de forma específica para desbloquear las principales limitaciones más recurrentes de quienes comienzan:
La inseguridad, el reencuadre de creencias limitantes, la motivación, la búsqueda y fijación de objetivos.
La necesidad de un proyecto planificado, esquemático, realista y eficiente para realizar el trabajo.
Conocer el lenguaje hipnótico, el uso de las metáforas y una puntuación sencilla y eficiente que nos ayude a enganchar y seducir a nuestro lector.
Lo que más me ilusiona de este proyecto que crece continuamente es observar cómo los alumnos también descubren la ilusión, el placer y la curiosidad por escribir; incluso, en el caso de otras actividades de creación, el cómo comienzan a hacer uso de sus capacidades imaginativas y creativas con confianza y destreza.
La experiencia ha sido tan exquisita que, tras mi formación como coach, decidí repasar y actualizar este libro con la intención de poder seguir ayudando y motivando a quien, como yo, le apetece indagar en este proceso —sea cual sea la propuesta creativa que desee elegir— explorando, experimentando y, sobre todo, divirtiéndose.
El principio se realiza de repente, mientras que las cosas se resuelven gradualmente.
(Proverbio zen)
¿CUÁL FUE LA BASE PARA ESTE LIBRO?
La base…
Sencillamente, que cualquier persona que desee disfrutar de la escritura encuentre una vía fácil, cómoda y divertida para hacerlo.
No todo el mundo quiere escribir para editar. No todos quieren escribir, siquiera, para que otros lo lean. Es el proceso lo que les gusta: plasmar las ideas, centrar sus pensamientos, mejorar su estado de ánimo… Este es el fundamento de este libro: dar un pequeño impulso para que consigan su sueño.
El ser humano es esencialmente comunicativo. El sentido de nuestra existencia sólo tiene sentido con la comunicación. De hecho, necesitamos comunicarnos para sentirnos bien, para sentirnos plenos.
La escritura es una de las formas de comunicación más elementales e importantes del ser humano. De manera muy diferente al habla —en la que existe una retroalimentación—, en este tipo de comunicación no hay una interacción «física» inmediata sino tan sólo expone. Nos expresamos a través de un código de signos que deben representar no sólo información o conocimientos sino incluso emociones, sentimientos y estados de ánimo.
Es decir, escribir es expresar de una forma muy personal e íntima nuestras inquietudes, conocimientos, reflexiones, dudas, emociones y vivencias. Cuando escribimos lo hacemos para comunicar nuestras ideas y pensamientos, para transmitir los más profundos deseos o avivar los más inusitados sueños, y tras esto hacer partícipe de ello a un gran número de personas.
Esta intimidad compartida constituye un proceso de creación que es, en definitiva, una actividad cuyo objetivo es la de crear experiencias sensoriales en la mente de quien nos lee.
Tal vez, los escritores nunca hablaríamos de forma tan directa y espontánea de los temas sobre los que, sin embargo, sí escribimos. Lo expresamos mejor y más apropiadamente a través de la palabra escrita y de los textos, relatos y personajes. Así, el escritor consigue que la otra persona pueda experimentar una determinada sensación o que escuche con voz propia una idea. Esta es la base y es el arte de la escritura creativa.
¿Qué ocurre cuando queremos comenzar a escribir?
La mayoría de las veces pensamos que no tenemos imaginación suficiente para ello. Si habláramos del miedo como si fuera literatura, podríamos decir que este es el best seller de nuestros miedos: «¿Cómo lo hago?» «¿De dónde surgen las ideas?» «¿Soy creativo?» «¿Tendré cabeza e imaginación para hacerlo?»…
Todos podemos escribir. El hecho de escribir no quiere decir que todos nos convirtamos en grandes eminencias o escritores consagrados, no es a eso a lo que se dedica este libro, pero sí podemos —y deberíamos— probar y disfrutar del proceso de la escritura. Es nuestro derecho.
¿De dónde podemos sacar ejemplos o ideas para empezar? Lo tenemos muy fácil: de nuestro propio banco de experiencias. Esta es nuestra fuente de ejemplos: los pensamientos, vivencias, emociones, anhelos, temores, sueños, experiencias… aderezadas con un poco de imaginación y un mínimo de práctica.
Ken Robinson, autor de Encuentra tu elemento, comenta en su libro:
«…La imaginación es la capacidad de representar conceptos que no están en nuestros sentidos. Con ella podemos volver al pasado, simpatizar con la situación o emoción de otras personas y preparar o anticipar cosas futuras».
El acto de escribir —queramos o no, seamos consciente de ello o no— conlleva intrínsecamente nuestros sentimientos, las experiencias vividas en primera persona, las que observamos en personas cercanas y las aprendidas por