El libro de las mil noches y una noche. Anonimo
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PERO CUANDO LLEGO LA 78ª NOCHE
Ella dijo:
Entonces el rey Daul'makán, vestido con su traje regio, fué a sentarse en el trono levantado en medio de la tienda, debajo de la alta cúpula. Y colocó entre sus rodillas el gran sable de mando, apoyó las manos en él, y aguardó inmóvil. Los mamalik de Damasco y los antiguos guardias del chambelán fueron a colocarse a su alrededor con el alfanje desnudo. Y el chambelán, respetuosamente, se puso de pie a la derecha del trono.
Inmediatamente, cumpliendo las órdenes del chambelán, empezó el homenaje.
Entraron los jefes del ejército de diez en diez, empezando por los grados inferiores, y prestaron juramento de fidelidad en manos del rey y besaron silenciosamente la tierra. Y así hicieron todos. Y ya no faltaban más que los cuatro grandes kadíes y el gran visir Dandán. Y los cuatro grandes kadíes entraron y prestaron juramento de fidelidad y besaron la tierra entre las manos del rey.
Pero cuando entró el gran visir, el rey se levantó del trono en honor suyo, avanzó a su encuentro, y exclamó: "¡Bienvenido sea el padre de todos nosotros, el muy venerable y muy digno gran visir, aquel cuyos actos están perfumados por la alta sabiduría, aquel cuyas acciones hablan de unas sabias y prudentes manos!"
Entonces el gran visir prestó juramento sobre el Libro Noble y besó la tierra entre las manos del rey.
Y mientras el chambelán salía para preparar el festín, disponiendo los manteles, los manjares y el servicio de coperos, el rey dijo al gran visir:
"Ante todo, para festejar mi advenimiento, quiero obsequiar con largueza a los soldados y a sus jefes; y para esto, manda repartir entre ellos todo el tributo que traemos de la ciudad de Damasco, sin economizar nada. Y hay que darles de comer y beber hasta la saciedad. Y hasta entonces, ¡oh gran visir! no vengas a contarme los pormenores de la muerte de mi padre y la causa de su muerte".
Y el visir Dandán se acomodó a las órdenes del rey, y dió tres días de libertad a los soldados para que pudieran divertirse, y avisó a sus jefes que el rey no quería recibir a nadie durante aquellos tres días. Entonces todo el ejército hizo votos por la vida del rey y por la prosperidad de su reinado. Y el visir volvió a la tienda del rey. Pero el rey ya había ido a buscar a su hermana Nozhatú, y le había dicho:
"¡Oh hermana! hemos sabido la muerte de nuestro padre el rey Omar, pero desconocemos todavía la causa de su muerte.
Ven conmigo, para oírla contar de labios del gran visir". Y la llevó a la tienda, y la ocultó tras una gran cortina de seda colocada a espaldas del trono.
Entonces el rey dijo al visir Dandán:
"¡Ahora, ¡oh visir! cuéntanos los detalles de la muerte del más sublime de los reyes!" Y el visir dijo: "¡Escucho y obedezco!" Y relató lo siguiente:
HISTORIA DE LA MUERTE DEL REY OMAR AL-NEMAN Y LAS PALABRAS ADMIRABLES QUE LA PRECEDIERON
Un día entre los días, el rey Omar AlNemán, sintiéndose agobiado por el dolor de vuestra ausencia, nos había llamado a todos para que tratáramos de distraerle, pero de pronto vimos llegar a una anciana de rostro venerable que acompañada de cinco jóvenes de pechos redondos, virginidad intacta y bellas como lunas, tan admirablemente bellas, que ningún lenguaje podría expresar sus perfecciones. Y a su belleza unían su cultura, pues sabían asombrosamente el Corán, los libros de la ciencia y las palabras de todos los sabios de entre los musulmanes.
La venerable anciana adelantó entre las manos del rey, besó respetuosamente la tierra y dijo: "¡Oh rey! te traigo cinco joyas, como no las posee ningún soberano del mundo. Te ruego que examines su hermosura y las sometas a prueba; porque la belleza sólo se aparece al que la busca con amor".
El rey Omar se quedó encantado en extremo al oír estas palabras, le inspiró un gran respeto el aspecto de la anciana, y contempló a las cinco jóvenes, que le agradaban infinito. Y dijo a las doncellas…
En este momento de su narración,
S.chehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
Y CUANDO LLEGO LA 79ª NOCHE
Ella dijo:
He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que el rey Omar dijo a las doncellas: "¡Oh gentiles jóvenes! si es cierto que estáis versadas en el saber de las cosas que pasaron, que se adelante cada una de vosotras y me diga lo que mejor entienda de mi agrado".
Entonces la primera joven, cuya mirada era muy dulce, se adelantó, besó la tierra entre las manos del rey, y dijo:
PALABRAS DE LA PRIMERA JOVEN
"Sabed, ¡oh rey del tiempo! que la vida no existiría sin el instinto de ella. Y este instinto de la vida ha sido colocado en el hombre para que pueda, con ayuda de Alah, ser el dueño de sí mismo y acercarse a Alah el Creador. Y la vida ha sido dada al hombre para que desarrolle la belleza, poniéndose por encima de los errores. Y los reyes, que son los primeros entre los hombres deben ser los primeros en el camino de las virtudes y en la senda del desinterés. Y el hombre cuerdo, de espíritu cultivado, debe siempre proceder con dulzura y juzgar con equidad. Y debe guardarse prudentemente de sus enemigos y escoger cuidadosamente sus amigos, y cuando los haya escogido, ya no debe intervenir entre ellos para nada el juez, sino arreglarlo todo por medio de la bondad.
Porque, o ha elegido a sus amigos entre los que viven apartados del mundo y dedicados a la santidad, y entonces debe oírlos respetuosamente y atenerse a su juicio, o los ha elegido entre los afìcionados a los bienes de la tierra, y entonces debe velar por no herirlos en sus intereses, ni contrariar sus costumbres, ni contradecir sus palabras. La contradicción enajena hasta el afecto del padre y la madre ¡Y un amigo es una cosa tan preciosa! Porque el amigo no es como la mujer, de la cual se puede uno divorciar para sustituirla con otra.La herida hecha a un amigo no se cicatriza nunca, como dice el poeta:
"Piensa que el corazón del amigo es cosa muy frágil, y que se le debe cuidar como toda cosa frágil.
"El corazón del amigo, una vez herido, es como el cristal que una vez roto, ya no se puede componer!."
"Permite ahora que te recuerde algunas palabras de los sabios.
Sabe, ¡oh rey! que un kadí para dar una sentencia justa, debe mandar que se hagan las pruebas de una manera evidente, y tratar a ambas partes por igual, sin demostrar más respeto al acusado rico que al acusado pobre, aunque debe tender ante todo a la reconciliación, para que reine siempre la concordia entre los musulmanes. Y en la duda, debe reflexionar largamente, y volver varias veces sobre sus raciocinios, y abstenerse si prosigue la duda. La justicia es el primero de los deberes, y volver hacia la justícia, si se ha sido injusto, es mucho más noble que haber sido justo siempre, y mucho más meritorio ante el Altísimo. Y no hay que olvidar que Alah el Altísimo ha puesto a los jueces en la tierra solo para juzgar las cosas aparentes, pues se ha reservado para El el juicio de las cosas secretas. Y es un deber del kadí no intentar nunca arrancar confesiones a un acusado sometiéndole al tormento ni al hambre, pues es indigno de los musulmanes.
Al-Zahrí ha dicho: "Tres cosas denigran a un kadí: manifestar condescendencia hacia un culpable de alta categoría, amar la alabanza y temer perder su cargo".
Habiendo destituído un día el califa Omar a un kadí, éste le preguntó: "¿Por qué me has destituido?" Y el califa respondió: "¡Porque tus palabras sobrepasaban a tus acciones!"
Y el gran Al-Iskandar (Alejandro), el de los Dos Cuernos, reunió un día a su kadí, a su cocinero y a su escriba, y dijo a su kadí: "Te he confiado la más alta y pesada de mis prerrogativas regias. ¡Ten, pues, alma regia!"
Y al cocinero le dijo: "Te he confiado el cuidado de mi cuerpo, que depende de tu cocina. ¡Has de saber tratarlo con arte y