El libro de las mil noches y una noche. Anonimo

El libro de las mil noches y una noche - Anonimo


Скачать книгу
que se rebelan contra tus leyes, ni de los que ignoran tus benefícios. Y sin embargo, en tiempos pasados he pecado, acaso gravemente, y vengo a implorar tu perdón y la remisión de mis errores. ¡Porque mis intenciones no eran malas y mis actos me hicieron traición!".

      "Y terminada esta oración, oí que un cuerpo caía pesadamente al suelo. Y no sabía lo que podía ser aquella voz, ni comprendía lo que significaba aquella oración en medio del silencio, porque mis ojos no podían distinguir la boca que la decía, ni podía adivinar qué era aquel cuerpo que caía al suelo pesadamente.

      Entonces grité: "¡Soy Mansur ben-Omar, peregrino de la Meca! ¿Quién necesita que le socorra?" Y nadie me contestó. Y me fui. Pero al día siguiente vi pasar un entierro, y me uní a la gente que formaba la comitiva, y delante de mí iba una vieja extenuada por el dolor. Y le pregunté: "¿Quién es ese muerto?" Ella respondió: "Ayer mi hijo, después de decir la oración, recitó los versículos del Libro Noble que empiezan con estas palabras: "¡Oh vosotros que creéis en la Palabra, fortaleced vuestras almas…! Y cuando mi hijo hubo acabado los versículos, ese hombre que está ahora en ese féretro, sintió que le estallaba el hígado, y cayó muerto. Y eso es todo lo que puedo decir".

      Y la cuarta joven, después de estas palabras, retrocedió hacia sus compañeras.

      Entonces se adelantó la quinta joven, que era la corona sobre la cabeza de todas las jóvenes, y dijo:

       PALABRAS DE LA QUINTA JOVEN

      "Yo, ¡oh rey afortunado! te diré cuanto he llegado a saber de las cosas espirituales de pasados tiempos.

      "El sabio Moslima ben-Dinar ha dicho:

      "Todo placer que no impulse tu alma hacia Alah, es una torpeza".

      "Se cuenta que cuando Muza (¡la paz sea con él!) estaba en la fuente de Modain, llegaron dos pastoras con el rebaño de su padre Schoaib. Y Muza (¡la paz sea con él!) dió de beber a las dos muchachas y al rebaño en el abrevadero de troncos de palmera. Y las dos jóvenes, de regreso a su casa, se lo contaron a su padre Schoaib, que dijo entonces a una de ellas: "Vuelve junto al joven y dile que venga a nuestra casa". Y la muchacha volvió a la fuente; y cuando estuvo cerca de Muza, se cubrió la cara con el velo, y le dijo: "Mi padre te ruega que me acompañes para compartir nuestra comida, en recompensa de lo que has hecho por nosotras".

      Pero Muza, muy emocionado, no quiso seguirla al principio, aunque después acabó por decidirse. Y se fué detrás de ella. Ahora bien; la pastorcilla tenía un trasero muy gordo…"

      En este momento de su narración,

      Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.

       Y CUANDO LLEGO LA 83ª NOCHE

      Ella dijo:

      He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que la joven prosiguió en esta forma:

      "La pastorcilla tenía un trasero muy gordo, y el viento de cuando en cuando adhería a sus redondeces el ligerísimo vestido, y otras veces levantaba la falda y dejaba completamente desnudo el trasero de la pastora. Pero Muza, cada vez que se le aparecía el trasero desnudo, cerraba los ojos para no verlo. Y como temía que la tentación llegara a ser demasiado fuerte, dijo a la muchacha: "Déjame ir delante de ti". Y la joven, bastante sorprendida, echó a andar detrás de Muza. Y acabaron los dos por llegar a casa de Schoaib.

      Y cuando Schoaib vió entrar a Muza, se levantó en honor suyo, y como la comida estaba dispuesta, le dijo: "¡Oh Muza! que la hospitalidad en esta casa te sea amplia y cordial por lo que has hecho por mis hijas".

      Pero Muza contestó: "¡Oh padre mío! No vendo ni por oro ni por plata los actos que ejecuto pensando en el juício".

      Y Schoaib replicó: "¡Oh joven!, eres mi huésped, y acostumbro ser hospitalario y generoso con mis huéspedes; pues tal fué la costumbre de todos mis antepasados.

      Quédate, pues, aquí, y come con nosotros". Y Muza se quedó y comió con ellos. Y al acabar la comida, Schoaib dijo a Muza: "¡Oh mi joven huésped! vivirás con nosotros y llevarás a pacer el rebaño. Y a los ocho años; como precio a tus servicios, te casaré con aquella de mis hijas que ha ido a buscarte a la fuente".

      Y Muza esta vez aceptó, y dijo para sí:

      "¡Ahora que la cosa será lícita con la joven, podré usar sin reticencias su trasero bendito!"

      "Se cuenta que Ibn-Bitar hubo de encontrarse con uno de sus amigos, que le preguntó: "¿En dónde has estado tanto tiempo que no te he visto?" Ibn-Bitar repuso:

      "He estado con mi amigo Ibn-Scheab. ¿Lo conoces?" Y el otro contestó: "¡Ya lo creo que lo conozco! Es vecino mío desde hace más de treinta años, pero nunca le he dirigido la palabra". Entonces Ibn-Bitar dijo: "¡Oh desventurado! ¿no sabes que al que no quiere a sus vecinos no le quiere Alah? ¿Y no sabes que debemos tantas consideraciones a nuestro vecino como a nuestro pariente?"

      "Un día, Ibn-Adham dijo a uno de sus amigos que volvía con él de la Meca: "¿Cuál es tu vida?" Y el otro contestó: "Cuando tengo para comer, como, y cuando tengo hambre y no tengo dinero, lo tomo con paciencia". E Ibn-Adham contestó: "¡En realidad, haces lo mismo que los perros del país de Balkh! Encuanto a nosotros, cuando Alah nos da pan, lo glorificamos, y cuando no tenemos que comer, le damos las gracias de todas maneras".

      Entonces el hombre exclamó:

      "¡Oh maestro mío!" Y no dijo más.

      "Cuentan que Mohammed ben-Omar preguntó un día a un hombre muy austero:

      "¿Qué piensas de la esperanza que se debe tener en Alah?" Y el hombre dijo: "Pongo mi esperanza en Alah, por dos cosas: porque el pan que yo como nunca se lo come otro, y porque si he venido al mundo ha sido por voluntad de Alah".

      Y dichas estas palabras, la quienta jóven retrocedió junto a sus compañeras. Entonces se adelantó pausadamente la venerable anciana. Besó nueve veces la tierra entre las manos de tu difunto padre el rey Omar AlNeman y dijo:

       PALABRAS DE LA ANCIANA

      "¡Oh rey Omar! acabas de oír las palabras edificantes de estas jóvenes acerca del desprecio hacia las cosas de aquí abajo, en la medida en que estas cosas deben ser despreciadas. Ahora voy a hablarte de cuanto sé respecto a los hechos y a los dichos de los más grandes entre nuestros antiguos.

      "Se cuenta que el gran iman Al-Schafí (¡que Alah le tenga en su gracia!) dividía la noche en tres partes: la primera para el estudio, la segunda para el sueño, y la tercera para la oración. Y hacia el fin de su vida, velaba toda la noche, sin reservar nada para el sueño.

      "El mismo iman Al-Schafí (¡Alah le tenga en su gracia!) ha dicho: "Durante diez años de mi vida, no he querido comer todo el pan de cebada que apetecía. Porque comer demasiado es perjudicial de todas maneras.

      Se embota el cerebro, se endurece el corazón, se aniquila la inteligencia, se acrecientan la pereza y el sueño, y desaparece hasta la última energía".

      "El joven lbn-Fuad nos cuenta: "Me hallaba un día en Bagdad, cuando habitaba allí el iman Al-Schafí. Y habiendo marchado a la orilla del río para hacer mis abluciones, pasó junto a mí un hombre seguido de una muchedumbre que caminaba silenciosamente detrás de él y me dijo: "¡Oh joven paseante! cuida de tus abluciones, y Alah cuidará de ti".

      Y al ver a aquel hombre que tenía unas barbas muy largas y un rostro señalado por la bendición, me apresuré a terminar mis abluciones, y le fuí siguiendo. Entonces se volvió hacia mí, y me dijo: "¿Necesitas pedirme alguna cosa?"

      Yo repuse: "íOh venerable padre! ¡Deseo que me enseñes lo que seguramente has aprendido de Alah el Altísimo!" Y me dijo:

      "aprende a conocerte! ¡Y no obres hasta entonces! ¡Y obra entonces según tus deseos, pero cuidando de no perjudicar al vecino!"


Скачать книгу