Historia de lo trans. Susan Stryker
personas trans más mayores –aunque ya no en el discurso público y fuera normalmente del alcance del oído de jóvenes censores.
Hombre trans y mujer trans: En las comunidades trans, se suelen emplear términos como «hombres trans», «hombres transgénero» u «hombres transexuales» cuando se habla de personas a las que se les asignó el género femenino al nacer pero que se consideran hombres y se presentan como tales, o «persona transmasculina» para hacer alusión a alguien a quien se le asigno el género femenino al nacer pero posee cierto grado de identificación y expresión masculina. Del mismo modo, los términos «mujeres trans», «mujeres transgénero» y «mujeres transexuales» designan personas a las que se les asignó el género masculino al nacer pero que se consideran mujeres y se presentan como tales, o persona transfemenina para hacer alusión a alguien a quien se le asigno el género masculino al nacer que se expresa o se identifica hasta cierto punto con la feminidad. «Hombre» y «mujer» hacen referencia, en sintonía con la definición de género provista anteriormente, a la categoría social con la que la persona se identifica, con la que vive y a la que pertenece, no al sexo biológico o al género asignado al nacer. Cuando se emplean pronombres de género en lugar de los neutros, del mismo modo estos hacen referencia al género social y a la identidad de género: ella para las mujeres trans y él para los hombres trans. En gran parte de la literatura médica del pasado, suele darse lo contrario. Los médicos, médicas y psiquiatras tienden a usar «hombre transexual» para hacer referencia a las mujeres transgénero (y a menudo dicen «él») y «mujer transexual» para hacer alusión a los hombres transgénero (y a menudo dicen «ella»). Siguiendo un protocolo social más general, se considera de buena educación llamar a las personas como piden ser llamadas y emplear los términos de género que mejor reflejan la propia concepción y presentación de la persona.
Transgénero: Como se ha señalado anteriormente, este término clave en torno al cual gira el presente libro implica distanciamiento de una posición de género asignada e impuesta. El término «transgénero» se difundió a comienzo de la década de los noventa, aunque tenga una historia más larga que se remonta a mediados de los sesenta y haya significado muchas cosas contradictorias en épocas distintas. Durante la década de los setenta y ochenta, hacía referencia preferente a la persona que no deseaba únicamente cambiar su ropa de forma temporal (como un travesti) o cambiar sus genitales de forma permanente (como un transexual) sino cambiar su género social de forma regular mediante un cambio de habitus y de expresión de género, que podía incluir el uso de hormonas, pero por lo general no la cirugía. Cuando el término saltó a la palestra a comienzos de los noventa, sin embargo, se empleaba para abarcar todos y cada uno de los tipos de variación de las normas y expectativas de género, de forma parecida a lo que significan en la actualidad los términos género queer, de género no conforme y no binario. En los últimos años, algunas personas han comenzado a emplear el término «transgénero» para hacer únicamente referencia a aquellas personas que se identifican con el género binario distinto al que se les asigno al nacer –que es el significado que «transexual» solía tener– y a usar otras palabras para personas que rehúyen del género que se les asignó al nacer sin necesidad de identificarse con otro género o que pretenden crear una cierta práctica de género nueva. Este libro suele privilegiar la versión de transgénero de la década de los noventa, empleando el término para designar el más amplio espectro imaginable de prácticas e identidades de género variante. También recurre a alternativas abreviadas como trans o trans* para reproducir ese sentido inclusivo y de amplitud puesto que las connotaciones contemporáneas de transgénero suelen ser más limitadas.
Travestido: Esta es otra palabra acuñada por el sexólogo alemán Magnus Hirschfeld. La empleaba para describir lo que denominaba como «necesidad erótica de disfrazarse», que era como entendía la motivación que llevaba a alguien a ponerse ropa generalmente asociada con un género social distinto al que le asignaron al nacer. Muchas personas consideran que el término es peyorativo y patologizante, pero para algunas todavía conserva una cualidad descriptiva neutra. Se emplea en este libro en su sentido histórico así como para hacer mención a personas que se aluden a sí mismas con dicho término. Para Hirschfeld, los travestidos eran uno de los muchos tipos distintos de «sexualidades intermedias», incluyendo a los homosexuales y personas intersexo, que ocupaban el centro del espectro entre el «macho puro» y la «hembra pura». Inicialmente, este término se empleaba en gran parte como se usaba el término «transgénero» en la década de los noventa y posteriormente, para reproducir el sentido de un amplio espectro de identidades y comportamientos de género variante. A lo largo del siglo pasado, no obstante, y considerando que nunca ha caído por completo en desgracia, el término travesti ha hecho referencia preferentemente a personas que llevan ropa atípica de su género pero que no emprenden ningún tipo de proceso de modificación corporal. Suele hacer alusión a hombres más que a mujeres y ahora suele llevar consigo la connotación estigmatizada de cambiar de ropa de manera fetichista en busca de placer erótico.
Religión y transgéneroMuchas tradiciones religiosas y espirituales contienen creencias sobre el cambio de género. Las prácticas chamánicas de algunas culturas incluyen chamanes que adoptan personalidades de otro género durante los rituales o la posesión de espíritus de un poder o deidad de distinto género; en ocasiones los chamanes pueden vivir socialmente en roles sociales especiales. Algunas religiones creen en la reencarnación y atribuyen la incongruencia de género presente a experiencias de vidas pasadas. Los textos clásicos rabínicos demuestran que el judaísmo reconocía en la antigüedad siete géneros distintos con distintas obligaciones religiosas, soc iales y legales. En el islam, la única mención a un género no normativo en el Corán tiene lugar en el verso 24:3, en un pasaje que afirma que las mujeres musulmanas pueden prescindir de las habituales normas de modestia en presencia de asistentes varones con apariencia y modos femeninos que no sienten deseo sexual por ellas. Pese a que el Hadith (una colección de relatos y proverbios atribuidos al profeta Mahoma según escritores posteriores) contiene contenido explícitamente transfóbico, muchos y muchas intérpretes feministas, queer y trans de la tradición islamista alegan que el Hadith incorpora perspectivas sociales patriarcales y heterosexistas que no se encuentran en el Corán de corte más tolerante, considerado de inspiración divina.La Biblia judeocristiana dice muchas cosas sobre la sexualidad y el género a las que ni siquiera los cristianos, cristianas y judíos y judías observantes prestan ya mucha atención; por ejemplo, que si una pareja casada mantiene relaciones durante el ciclo menstrual de la mujer, ambos cónyuges han de ser ejecutados (Levítico 18:19). Pero muchos de los que buscan una justificación religiosa a sus opiniones condenatorias todavía recurren al siguiente verso, Deuteronomio 22:5: «La mujer no se pondrá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer, porque el Señor tu Dios detesta a cualquiera que hace tal cosa.»Como investigadora religiosa transgénero, Virginia Ramey Mollenkott señala en Omnigénero, su premiada revisión de las actitudes religiosas hacia las divergencias de sexo y género, que muchos cristianos creen tener interés en mantener el sistema de género binario. Los últimos papas, incluyendo al actual Papa Francisco, han dirigido duras críticas contra la cirugía genital transexual, que consideran destructora de la capacidad reproductiva concedida por Dios, y contra lo que denominan «ideología de género», que promueve a su entender la creencia humanista secular falsa de que el género es un constructo social en lugar de una cualidad del cuerpo innata y otorgada de forma divina. Como aclara el libro de Mollenkott, sin embargo, muchas tradiciones religiosas, incluyendo muchas denominaciones y escuelas de pensamiento dentro del Cristianismo, se adhieren a perspectivas más tolerantes hacia las cuestiones transgénero. Una de las organizaciones que promueve la aceptación en lugar de la condena de la variación de género es el centro de estudios religiosos Center for Lesbian and Gay Studies in Religion y el sacerdocio de Pacific School of Religion, ubicados en Berkeley, California (clgs.org). |
Las cuestiones transgénero en el foco de atención
¿A qué se debe la obsesión actual con todo lo trans*, cuyo auge se remonta a comienzos de los noventa, cuando la variación de género parece ser una constante en las culturas de todos los tiempos y lugares del mundo? Aunque los medios de comunicación no han dejado de prestar atención a las cuestiones transgénero desde al menos la década de los