Camino hacia lo desconocido. Joana Serrano

Camino hacia lo desconocido - Joana Serrano


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evolucionado en el siglo XXI con sus diferentes estilos de coaching estratégico vuelven a remarcar con fuerza la importancia de la mente y la acción para llevar las riendas de tu destino, alcanzar tus metas y obtener éxitos. Este es un modelo muy interesante para gestionar la mentalidad de equipos y proyectos personales o profesionales con técnicas extraídas de la psicología humanista y de la psicología del deporte; a mediados de los años sesenta, el entrenador de tenis Timothy Galwey, padre del coaching actual, lo desarrolló como método de entrenamiento deportivo. Su sucesor, John Whitmore, evolucionó el método hacia el coaching de liderazgo lanzando un poderoso mensaje al público, cuyas claves se basan en el desarrollo de la autonomía personal que marque las diferencias y gestione los cambios venciendo el miedo a los nuevos retos.

      Está claro que los pensadores, filósofos, científicos, visionarios y soñadores de un mundo personal y transpersonal más feliz y pleno han sido capaces de crear soluciones para el ser humano. Si nos fijamos en la primera constitución moderna en Estados Unidos, 1787, donde se establecieron los derechos individuales, la libertad de expresión, religiosa y de asociación entre otras. La defensa de los derechos humanos, de las libertades, la protección de las mismas y obligación de hacerlas respetar son grandes logros de la humanidad, resurgiendo en cada ciclo de sus propias cenizas para la continuidad evolutiva hacia mejores sistemas de paz, progreso, justicia y desarrollo a todos los niveles.

      Sin embargo, ¿qué le ocurre a esta sabia humanidad con tantas ideas maravillosas capaces de modificar conciencias y materias, pero que no alcanza el nivel óptimo vital?, ¿en qué nos equivocamos para no estar a la altura de nuestro potencial? Tenemos y hemos tenido el conocimiento y los valores necesarios en cada etapa de la historia para crear abundancia y desarrollo, entonces, ¿dónde está nuestro techo evolutivo que nos impide avanzar con ética inclusiva y respetuosa hacia nuestra diversidad?, ¿por qué se mantiene el conflicto permanente por los recursos, por la energía y por ostentar el poder?

      Creo que si podemos pensar modelos de vida ecológicos y para el bien común también podemos crearlos. Si podemos escribir y desarrollar marcos teóricos científicos o filosóficos que alcanzan al beneficio de la mayoría es porque estamos preparados para manifestar esa realidad. La manifestación está al alcance si hay una mayoría disponible a colaborar en esa transformación global que garantice la sostenibilidad de la excelencia. Por otra parte, el miedo al cambio es una constante en el comportamiento humano que frente a las contingencias ha desarrollado fortísimas estructuras de resistencia a lo nuevo, rechazando la renovación y reaccionando a esta como a una amenaza, impidiéndoles dar los pasos adaptativos necesarios. Solo quien no tiene miedo y es capaz de soñar puede avanzar traspasando límites y trazando nuevos caminos. Todos sabemos que el miedo es una sensación desagradable que nos avisa de peligros, como una señal que nos llega a través de los sentidos para salvaguardar la vida. No hablo de ese miedo, sino del imaginario y difuso llamado temor que impregna nuestras células condicionando el presente y el futuro. Este temor es la peor clase de miedo, el que no tiene cara, ni nombre, que ataca desde dentro manipulando la percepción de quién eres y de lo que vives. Hay miedos atávicos a los que anclamos la vida con pesadas losas. Son los miedos conocidos, miedo al abandono y a la soledad, a la muerte o a la enfermedad y a la escasez de recursos; miedos escorados dentro de nuestra mente inconsciente con mensajes heredados del pasado que a veces ni siquiera son nuestros. Todos ellos constituyen un buen montón de razones para no traspasar el techo evolutivo, para no caminar hacia lo desconocido.

      Para vencer estos miedos necesitamos muchísima energía e ir más allá del miedo, porque la conciencia cuántica de la materia está impregnada de este temor.

      Vivimos en el planeta Tierra que tiene 4543 miles de millones de años. Los arqueólogos calculan que la humanidad tiene 300 000 años. Son millones de años de evolución de la materia que según afirmó el químico Lavoisier, en 1785: «la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma». Teoría cuestionada por Albert Einstein en su famosa teoría de la relatividad, donde afirmaba que la masa y la energía eran equivalentes y que, en definitiva, «la materia era energía atrapada». Deduzcamos, pues, que mantenemos la materia desde hace millones de años; sí, somos muy viejos. También deduzcamos que si conseguimos atrapar mucha energía creamos materia, y si liberamos la energía de la masa esta desaparece, como se ha demostrado en los laboratorios de física cuántica desde 1933.

      ¿Sabéis que para generar una pequeña partícula de materia se necesita una enorme cantidad de energía? Se necesita un colisionador de partículas del tamaño de New York para crear un solo gramo de materia o de antimateria. O dicho de otro modo, la energía que representa un solo gramo de materia equivale a la que se obtendría de quemar treinta y dos millones de litros de gasolina. La mente humana busca medir, cuantificar y entender para tomar el control frente al miedo y también para satisfacer su necesidad creativa. Somos consumidores de energía, nuestra vida se basa en el consumo de energía y esa ha sido nuestra obsesión, captar fuentes de energía y tener el control sobre las mismas. Acceder al control de la energía garantiza la vida, una vida limitada en nuestro universo material limitado, como dijo a título póstumo Stephen Hawking. Somos consumidores de energías limitadas, de alimentos, de oxígeno y de luz sobre la que no tenemos el total control, aunque la ciencia esté trabajando en ello.

      Yo diría que los programas de supervivencia humano son de limitación y el que controle la energía y acumule materia vive más. Este límite es un reto científico al que se le atribuye el pecado de querer emular a Dios. La curiosidad creativa, científica o de cualquier índole está sustentada en la necesidad de expandirse fuera del límite de lo conocido.

      ¿Dónde está el espíritu en medio de este universo material y energético? Está cerca de la conciencia creadora. ¿No buscaron los padres de la física cuántica como Einstein a Dios como el creador?, tal vez, y si no, buscaron la fuente de toda creación, medible y cuantificable. Pero volvamos al terreno del espíritu como parte de la inquietud humana y de su misterio aún no revelado por ninguna ciencia conocida. El anhelo humano siempre ha elaborado ideas de potenciales ilimitados con poder absoluto sobre la naturaleza y la vida. Un potencial invisible, el espíritu, con cualidades y características definidas por él mismo según su propia comprensión. ¿Podemos definir el espíritu invisible y creador desde la comprensión limitada y material? No podemos. Pero sí que podemos expandir nuestra conciencia para experimentarlo en pequeñas dosis.

      Seguramente, habéis oído hablar de maestros en la India capaces de trasladar a niveles objetivos y medibles experiencias que transgreden las leyes de la física. Yogananda en su libro Autobiografía de un yogui habla de ellos. En este libro, Yogananda explica cómo conoció a Teresa Neumann, quien desde los trece años vivió sin ingerir alimentos. El mismo Yogananda experimentó en su momento éxtasis místicos y la milagrosa sanación de un incurable cólera que padeció de niño. Explica que desde ese momento, durante sus meditaciones experimentaría numerosas visiones y revelaciones suprafísicas. Entre sus sabios mensajes entresaco este que apunta hacia la voluntad y el valor necesario para emprender el viaje de tu vida: «Desecha la creencia falsa de que existe una separación entre la vida espiritual y la material. Todo trabajo purifica si es hecho con un motivo correcto. No vayas solo a una mitad, tres cuartos, o casi hasta el final del sendero espiritual. Firmemente resuelve llegar al final, ser Autorrealizado y Realizado en Dios». Este sabio vino a Occidente a traernos la experiencia de la trascendencia a través de la meditación. Su mensaje no era dogmático, puesto que invitaba a experimentar la energía del espíritu a través de prácticas de respiración y meditación. Prácticas que permitían conocer a Dios a través de la cualidad intuitiva del alma, en función de la pureza de tus acciones y pensamientos. Hay un método para alcanzar esta comprensión espiritual y este método te lleva a ti mismo porque si no encuentras esta naturaleza espiritual en tu propia existencia no la puedes conocer. Hay que desarrollar el canal intuitivo del alma para alcanzar esa comprensión.

      El libro de Yogananda Autobiografía de un yogui me gustó tanto que voy a dedicarle unas líneas en este libro. La repercusión de Yogananda en occidente ha sido muy importante. Rompió los muros que las posturas judeocristianas establecieron entre espíritu y materia para que cada persona accediera a su propio potencial espiritual y divino. Y, sobre todo, mostró que para acceder a este conocimiento no era necesario hacer el tránsito de la muerte física. Él


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