Camino hacia lo desconocido. Joana Serrano
de las cosas del mundo, pero igual es para el imperativo impulso del espíritu que te guía hacia ti mismo en tu mejor versión, con paz, equilibrio, fuerza y amor, principio y fin de todas las búsquedas. La brújula interior nos señala hacia la plenitud que es un estado expandido de la consciencia que algunos afortunados, entre las que me encuentro, han podido experimentar ocasionalmente. El reto consiste en mantener el estándar de ese nivel de consciencia en plenitud expansiva que requiere de mucha disciplina, atención y revisión de vida. Pero también es verdad que lo bueno se valora si se invierte un esfuerzo en conseguirlo.
La buena noticia de esta propuesta transformativa es que no hay que convertirse en un monje Shaolin para caminar en ella, cada uno empieza desde donde está porque lo que busca se encuentra justo ahí, con la edad que tienes, en el país que vives y con los aprendizajes adquiridos hasta que decides iniciar tu personal re-evolución .
Decidir la transformación es imprescindible porque estamos en el momento cero, atemporal, en tempus fugit a cada instante. El tiempo más que escaparse es prácticamente inexistente, también es el tesoro más preciado porque cada momento tiene un potencial extraordinario. Tu tiempo vale más que el oro y si aún no eres consciente de este valor otro lo tomará por ti. Dejadme aclarar que no son palabras que oímos y repetimos sin contenido alguno. El tiempo desde un punto de vista cuántico no existe, y miles de personas vivimos con la sensación de que los días se han convertido en horas o minutos. El que tiene la maestría del tiempo es capaz de crear en un momento lo que en el pasado hubiera necesitado años. Por eso, cada instante de tu tiempo tiene un grandísimo valor porque contiene el potencial de la eternidad. ¿Qué mejor empresa que dedicar tu tiempo a ti mismo?, ¿a recrearte desde dentro con nuevos conceptos y valores?, ¿a imprimir en tu memoria celular, atómica y subatómica una nueva autodefinición de ti que se manifieste de manera extraordinariamente diferente y satisfactoria en el mundo material?
Hagamos del tiempo un factor capital para desarrollarse evolutivamente, de la misma manera que lo haces con el dinero, es igual que una cuenta en el banco, trabaja con él como si fuese un plan de inversiones. El profesor Lanza, de la Universidad de Harvard, afirma categóricamente que el sujeto observador crea tiempo, y que este es solo un constructo de nuestra mente y sentidos limitados. Podemos crear tiempo, lo necesitamos para la transformación. La vida contemplativa y el silencio son creadores de tiempo. La conciencia pura amplifica el alcance activo en cualquier sistema facilitando de forma exponencial acontecimientos, lo que necesitó siglos ahora se crea en semanas.
Existe una fusión atemporal de pasado, presente y futuro, saltamos de uno a otro perdiendo nuestro equilibrio que solo se encuentra en el aquí y ahora. No se trata de vivir en modo carpe diem, que tanto hemos utilizado en la psicología de finales del siglo XX, de disfrutar y aprovechar el momento, con una connotación de aceleración vital, de escasez de tiempo, de carencia e incertidumbre, de consumir precipitadamente la vida como si no existiera mañana. Se trata de que hay que empezar con la atención y redireccionamiento enfocado de tu mente porque, en general, estamos muy dispersos procesando docenas de informaciones a la vez. Para que al final sepamos de todo y de todos menos de nosotros mismos. Para entrar en la escuela del autoconocimiento necesitamos un poco de disciplina que incluye, además, una mente enfocada a la participación del cuerpo. Nuestro cuerpo recibe muchos mensajes captando energías de todo tipo sin poderlas procesar. Por eso, es muy importante cuidarlo y mimarlo para que mejore con nosotros de manera integrada.
Cuando era adolescente tenía un cartel en la pared de mi habitación que decía «Conócete a ti mismo», como en el Templo de Apolo en Delfos. Desde entonces estoy en esa apasionante labor. Pero ¿qué somos?, ¿lo que pensamos y sentimos?, ¿lo que nos han dicho los demás?, ¿somos lo que tenemos?, ¿somos el hijo de, natural de y profesional de?, ¿somos lo que soñamos?, ¿tu cuerpo, tu mente, tus emociones, tus acciones y posesiones? Hay un mosaico de seres dentro de ti, por eso no sabes quién eres. En la adaptación evolutiva darwiniana, la del superviviente, nos hemos olvidado de la esencia del ser, de nuestro principio y finalidad. ¡Menuda jugada! Desenredar todos los programas requiere de la fuerza de Hércules, mucha voluntad y toda la ayuda disponible a nuestro alcance. Puedes empezar por cualquier cabo suelto, la mente, el cuerpo, el alma, la profesión, la enfermedad, tu manifestación y vida en el mundo, con la pareja, la familia, la sociedad, da igual por dónde empieces porque todo te lleva hacia ti.
CAPÍTULO 2
«El corazón sabe. La mente piensa y discute, pero el corazón sabe y continúa»
David Hawkins, psiquiatra e investigador místico (1927-2012)
«La fuerza no viene de la capacidad corporal, sino de la voluntad del alma»
Gandhi, dirigente del movimiento no-violencia en India (1869-1948)
LA BÚSQUEDA PERSONAL
En mi experiencia personal de buscadora del sentido y de la trascendencia del ser, he encontrado la plenitud en dos momentos muy diferentes, momentos cumbre, llenos de fluidez inmaterial, porque todo era pura energía. El primer gran y sorprendente momento lo tuve estando embarazada de mi hija y, el segundo, años después. Este último episodio de fluidez extraordinaria vino como fruto de un intensísimo trabajo energético y de respiración trascendental. Ambas experiencias llenas de luz y felicidad fueron para mí las pruebas de fe de vida, como lo fue para el apóstol Tomás la herida que tocó en el costado de su maestro Jesús resucitado.
Me gustaría hablar un poco acerca de la última experiencia que yo calificaría de satori o estado de no-mente, un nivel de iluminación. Después tuve otras tantas parecidas, pero esa fue la primera que se mantuvo durante casi un año. Meses de plenitud y gratitud que nada tenían que ver con eventos cotidianos, profesionales o familiares, sino con el vacío de la mente y la plenitud del espíritu que convertía la trivialidad en experiencia de amor creando alrededor de mí un halo de energía armoniosa y benefactora para todo y para todos. Durante ese tiempo destaco que mi nivel de energía fluida se multiplicó por cien, así como la confianza y el amor en mí y en la vida. Vivía en un ritmo pacífico, absolutamente fluido y donde todas las acciones tenían una repercusión gratificante. Los obstáculos habituales a los que estaba acostumbrada se disolvían y experimentaba todo desde un plano de amor desapegado, libre, pero comprometido. El estado de alerta mental al que estaba acostumbrada disminuyó drásticamente, pero aumentó en la misma proporción la intuición conectada con el estado de ser. Desde el estado de ser me comunicaba con paz mental y silencio. Era como flotar en la corriente de un río cálido, en un día de sol brillante, formando parte de algo ilimitado.
Anteriormente había buscado entre chamanes peruanos y sus pociones, siempre con el propósito de hallar la piedra filosofal que completara el puzle de la vida. Me di una vuelta entre maestros de la India para comprobar si estaban tan cerca de Shambala como decían. Y recorrí los caminos de occidente con diferentes nombres terapéuticos, con profesionales de renombre avalados por su fama y sus seguidores. Devoraba cientos de libros y seguí la pista de decenas de personas que ofrecían mensajes para la mejora y el crecimiento. Con todos aprendí algo, pero el encuentro con la plenitud de mi ser, el momento más anhelado en fluida paz y felicidad conmigo misma no me llegó con ellos. Lo que me llevó hasta las experiencias trascendentales más anheladas fue la voluntad, la fe y la intuición que me ayudó a seguir el eco de una llamada interior.
Mi mente, como la de la mayoría, con sus construcciones cartesianas y una personalidad formada por las experiencias vividas hasta ese momento, necesitó cientos de intentos fallidos hasta poder reconocer que esa era la experiencia que estaba buscando. Las diferencias entre lo que había experimentado antes y aquella plenitud no tenían nada que ver. Esa era harina de otro costal, pura energía liberadora, pura energía de sanación para el cuerpo y de amor del alma.
La felicidad que conocí, libre de dependencias y arbitrariedades del destino, esa felicidad que se encuentra en tu forma de ser y de actuar, similar a la de los niños cuando se sumergen en sus juegos, comprometidos activos y dinámicos, gozando de su actividad por el puro placer de expresarse y manifestarse, solo por ser y existir, esa felicidad, es el paraíso perdido, amigos míos. En el estado de «no-mente» y de paz hallé mis respuestas, donde la vida toma una apariencia de juego cuyo objetivo es disfrutar mientras «hacemos cosas». Las cosas que nos permiten expandirnos