Metasueños de un pequeño bicho. Jacobo Bermúdez Barrena
etc., mientras el otro arbolito era ignorado por completo. El árbol grande se estaba convirtiendo en el preferido de todos los animales y bichos del bosque. De hecho, se peleaban por estar en sus hermosas y grandes ramas o por cobijarse dentro de su gran y espaciado tronco. Este se había empezado a olvidar de las raíces de su interior; tan solo quería crecer y crecer desde fuera, quería ser el árbol más bonito y codiciado de todos. Le encantaba escuchar todo lo que decían de él y cómo se peleaban por estar sobre sus ramas y dentro de su tronco; tan solo quería impresionar y gustar a todos. El otro arbolito, sin embargo, estaba empeñado en echar raíces; mientras más raíces, más agua y humedad podría absorber de la tierra y más asentado estaría en esta, así que se preocupó de mejorar desde el interior. El pequeño arbolito crecía desde dentro y no tanto desde fuera.
»El tiempo pasó y ambos árboles seguían creciendo: el primer árbol superaba los treinta metros y estaba lleno de los animales e insectos más bellos del bosque, estos estaban orgullosos de estar sobre uno de los árboles más grandes y posiblemente el más bonito del bosque.
»Entonces llegó la época de dar frutos. Todos estaban ansiosos por probar los frutos del gran árbol, y los animales e insectos se peleaban entre ellos para degustar sus frutos. Pero entonces, y para sorpresa de todos, los frutos del gran árbol no eran de los más deliciosos que habían probado; de hecho, eran algo sosos e insípidos. Por el contrario, los frutos del árbol más pequeño eran dulces y sabrosos. Este hecho extrañó mucho a los habitantes del bosque y originó que algunos de los insectos y animales comenzarán a cambiarse del árbol grande al árbol más pequeño.
»Pasaron varios años y el árbol más grande ya superaba los cuarenta metros y muchos animales e insectos se sentían a salvo en él.
»Un día llegaron unos hombres. Eran leñadores, el terror de los árboles y de muchos animales e insectos. Los leñadores comenzaron a talar árboles, por lo que los habitantes del bosque estaban inquietos, agitados y preocupados; podía oírse cómo iba cayendo árbol tras árbol. Finalmente, los leñadores llegaron hasta donde estaban los dos árboles y pensaron en empezar por el pequeño, ya que sería más fácil que cayera. Le dieron un primer hachazo, lo que hizo mucho daño al árbol, que seguía en pie, resistiendo. Pero entonces la noche hizo acto de presencia y, justo cuando el leñador tenía preparada su hacha para un nuevo impacto, comenzó a oírse aullidos de lobos. Esto hizo que los leñadores se sintieran intranquilos e inseguros allí, así que decidieron que sería mejor seguir al día siguiente.
»Pero entonces, junto con la llegada del siguiente día, surgió un fuerte viento, que poco a poco fue incrementando su intensidad hasta convertirse en un huracán. Muchos insectos y animales sin cobijo salieron volando, desapareciendo en el aire; luego, algunos árboles empezaron a caer, uno tras otro. Todos confiaban en el gran árbol, el preferido del bosque. Mientras el árbol más pequeño resistía las fuertes embestidas del huracán, que lo agitaba de un lado a otro, a punto de ser arrancado de la tierra y salir volando como los otros cientos de árboles que ya habían caído, el gran árbol también resistía con entereza; pero, entonces, el huracán queriendo ver de qué pasta estaba hecho se le acercó más, este resistía, pero le costaba cada vez más soportar las fuertes acometidas, al cabo de una hora sus raíces comenzaron a soltarse una tras otra, rindiéndose ante la violencia del huracán. El gran árbol, para sorpresa y desgracia de todos, cayó, se desplomó haciendo un gran estruendo junto con todos los animales e insectos que vivían y se cobijaban en él. Unos instantes después, el huracán se acercó al árbol más pequeño tratando de hacer lo mismo, este lo zarandeó durante horas, ningún árbol había aguantado tanto castigo, pero las raíces de este eran demasiado fuertes y profundas, el pequeño árbol había estado trabajando su interior, fortaleciéndolo y eso hizo que no sucumbiera ante tan poderoso adversario, finalmente el huracán aburrido de no poder tumbar a aquel pequeño árbol se dio por vencido y se marchó.,.
»Pocos días después, los leñadores regresaron, y el pequeño árbol temblaba de miedo. Los leñadores se acercaron con sus hachas. Uno de ellos levantó su hacha para seguir talándolo, pero, entonces, otro de los leñadores lo detuvo alegando que ya había muchos árboles en el suelo, ¿para qué gastar más energía de la cuenta?
»El pequeño árbol se salvó, se curó la herida y dejó de ser pequeño. Siguió creciendo tanto por dentro como por fuera y se ganó el respeto de todo el bosque.
»Ese es el árbol que contemplas aquí mismo, a nuestro lado. Bueno, y ya está, lo del pirómano, las inundaciones y los enamorados que escribían sus nombres y frases de amor sobre su tronco con un cuchillo te lo contaré otro día, que ya es muy tarde —dijo el hombrecillo.
—¡Vaya! ¡Qué historia tan buena! Siento mucho respeto y admiración por este árbol. Por cierto, ¿el pirómano, las inundaciones y los…?
—Sí, el pirómano…
—Pero ¿qué es eso?
—Es uno de los mayores enemigos del bosque, si no el que más…
Libo, sorprendido, tenía que saber más acerca de esto.
—Por favor, cuéntame más, por favor…
El hombrecillo suspiró y esbozó una mueca mostrando su cansancio por tanta pregunta e insistencia, pero finalmente accedió a contarle esa información.
—Esto va a ser lo último que te cuente, ¿de acuerdo? No más preguntas.
—De acuerdo, no más preguntas, lo prometo —respondió Libo.
—Está bien. El pirómano es un humano que disfruta quemando cosas. Siente placer al quemar y utiliza al poderoso fuego para destruirlo todo; podría llegar incluso a acabar con todo el bosque y sus habitantes. Si ves a un humano jugando con fuego por estos lares, lo mejor que puedes hacer es avisar a todos los que puedas y huir.
—Pero ¿y no hay forma de detenerlo?
—Shhh, calla… ¿Qué ha sido eso? —dijo el hombrecillo interrumpiendo a Libo.
—Yo no he oído nada —respondió Libo.
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