La seducción del poder. Darío López

La seducción del poder - Darío López


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      Sinopsis

      ¿Cómo actuan los ciudadanos evangélicos, desde las organizaciones de la sociedad civil, en coyunturas de crisis social y política?

      ¿Qué resultados exhibe la experiencia social y política de los evangélicos en la década de los noventa?

      ¿Cuál ha sido la ética de los actores evangélicos en el ejercicio del cargo público?

      En este libro se analiza la práctica política de los evangélicos durante la década de los noventa en un contexto de desmantelamiento de la institucionalidad democrática. Se evalúa críticamente la presencia de ciudadanos evangélicos en la gestión parlamentaria, en los movimientos sociales y en la acción ciudadana.

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      La seducción del poder

      Los evangélicos y la política en el Perú de los noventa

      Darío López Rodríguez

      © 2014 Centro de Investigaciones y Publicaciones (cenip) – Ediciones Puma

      © 2004 Darío López Rodríguez

      ISBN N° 978-612-4252-00-6

      Primera edición digital: setiembre 2014

      Categoría: Vida práctica - Vida cristiana - Política

      Primera edición impresa: agosto 2004

      ISBN N° 978-9972-701-35-1

      Editado por:

      © 2014 Centro de Investigaciones y Publicaciones (cenip) – Ediciones Puma

      Apartado postal: 11-168, Lima - Perú

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      E-mail: [email protected]

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      Web: www.edicionespuma.org

      Ediciones Puma es un programa del Centro de Investigaciones y Publicaciones (cenip)

      Diseño de carátula: Lánder Aspajo

      Diagramación: Hansel J. Huaynate Ventocilla

      Reservados todos los derechos

      All rights reserved

      Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o introducida en un sistema de recuperación, o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o cualquier otro, sin previa autorización de los editores.

      A la memoria de don José Ferreira García, pionero de presencia evangélica en el escenario público, modelo de ciudadano del Reino de Dios.

      A las mujeres y a los campesinos de confesión evangélica que insertados en los movimientos populares, y sin renunciar a su identidad cristiana como discípulos de Jesús de Nazaret crucificado y resucitado, fueron forjando durante los años críticos de violencia política y de deconstrucción de la legalidad democrática, nuevos modelos de práctica política desde la otra orilla de la historia.

      Presentación

      Uno de los objetivos del Instituto de Ciencias Políticas, Investigación y Promoción del Desarrollo “Nueva Humanidad” se relaciona con el interés de estudiar utilizando distintos marcos teóricos y enfoques metodológicos, desde una perspectiva interdisciplinaria, la presencia de ciudadanos de confesión evangélica en los movimientos sociales y en la comunidad política. Precisamente, la investigación post-doctoral realizada por el Dr. Darío López Rodríguez bajo los auspicios del Oxford Centre For Mission Studies (Oxford, Inglaterra) y de la International Fellowship of Evangelical Mission Theologians (infemit), se inscribe dentro de los lineamientos institucionales de Nueva Humanidad. El Dr. Darío López, un pastor y teólogo evangélico bastante conocido en América Latina y en otras regiones del mundo, ha sido por cuatro períodos consecutivos, durante los años 2000-2003, Presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú (conep). Y, actualmente, es el Vicepresidente de esta entidad que representa a una amplia mayoría de la comunidad evangélica.

      La publicación del libro La Seducción del Poder: Evangélicos y Política en la década de los noventa, prologado por el Dr. Daniel Levine, un académico de bastante prestigio en el ámbito académico internacional, inaugura el programa de publicaciones de Nueva Humanidad y se constituye, además, en su carta de presentación a la comunidad política, a la sociedad civil, al mundo académico y a las iglesias. Nueva Humanidad, como se define en sus objetivos, intenta desarrollar una práctica política que siendo orgánica en todos sus niveles, sea también consecuente con los valores innegociables del evangelio. Los que formamos parte de Nueva Humanidad estamos conscientes del déficit testimonial de los cristianos evangélicos en el terreno de la vida pública. Un hecho que fue notorio, particularmente, durante el período de predominio del fujimorismo en el escenario público nacional. Pero también en estos últimos años en los que la corrupción se ha convertido en un mal sistémico que corroe todo el tejido social y que está afectando notablemente a las distintas instituciones. En tal sentido, la autocrítica madura es imprescindible, especialmente si se quiere coadyuvar a un cambio radical del rostro público de los llamados políticos tradicionales y, consecuentemente, del sistema de partidos y de las instituciones vinculadas al Estado.

      De acuerdo a la fe evangélica, la práctica política desde el Estado y desde la participación responsable de los ciudadanos en el quehacer de la polis, tiene un irrefutable fundamento en las Sagradas Escrituras. En efecto, dos de los ejes transversales que hilvanan el mensaje del Antiguo y Nuevo Testamento, son la presencia activa de Dios en la vida política de las naciones y la preocupación especial que él tiene por los indefensos del mundo. Ambos temas bíblicos indican que el amor al prójimo tiene que ser el combustible que impulse la presencia de los cristianos en el escenario público para defender la causa del pobre y para luchar por la justicia social. Más aún, desde una perspectiva evangélica, la marca característica de la inserción cristiana en la llamada cosa pública tiene que ser la actitud y la práctica del servicio. Así, cuando un creyente evangélico ingresa a la vida pública por mérito propio, antes que por un favor político o por haber utilizado a las iglesias como su despensa electoral o como su chacra particular, necesita entender que está en ese lugar para servir a todos los ciudadanos y no para beneficio propio o para favorecer a los miembros de una determinada confesión religiosa. Necesita entender, por eso mismo, que sus tres tareas fundamentales son representar, legislar y fiscalizar.

      Lo señalado hasta este momento, indica claramente que Nueva Humanidad pretende nutrirse de lo mejor de la herencia evangélica, potenciándola aún más todavía y dándole mayor organicidad, pero sin hacer concesiones a la tentación personalista que tanto daño le ha hecho —y le hace actualmente— a la comunidad política nacional. Nueva Humanidad está conformada por líderes evangélicos, científicos sociales, teólogos y activistas sociales, que creen que la política es un espacio legítimo de testimonio cristiano y que en ese campo la eficacia en la gestión pública tiene que estar íntimamente asociada a la ética. El sugestivo nombre de Nueva Humanidad, lo hemos tomado prestado de los capítulos 2 y 4 de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Efesios; intentando comunicar así, de modo condensado, tanto la naturaleza como la perspectiva de lo que somos y de lo que buscamos ser como institución preocupada por la realidad nacional signada por una crisis larga y múltiple; que tiene en la injusticia económica y en la impunidad, dos de sus flancos más crónicos. Una realidad nacional que se percibe incluso como dramática, ya que las mayorías empobrecidas están perdiendo toda confianza y esperanza en la clase política, señalada frecuentemente como uno de los factores responsables de la fragilidad del sistema democrático y de los desencuentros históricos del país. Nueva Humanidad irrumpe públicamente como un espacio de reflexión y acción política colectiva que apuesta por la democracia y el desarrollo. Dos categorías políticas que, aunque desgastadas en los últimos años, requieren sumergirse permanentemente en principios y valores éticos. En tal sentido, afirmamos que el enlace entre


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