Orígenes y desarrollo del fútbol en el Uruguay. Juan Carlos Luzuriaga
Dedicado a Ciro
UN PASADO FANTÁSTICO
Cuando Juan Carlos Luzuriaga me propuso la elaboración de este prólogo me provocó una inmensa felicidad. Fue una inesperada sorpresa. También un alto honor que recibí con enorme alegría, comprendiendo la gran responsabilidad que asumía para cumplir con la difícil tarea. Es muy complicado estar a la altura de una obra tan importante que proyecta los conocimientos e investigaciones de un autor con capacidad indiscutida y reconocimiento comprobado. La historia es una de sus especialidades, y eso se refleja permanentemente en el relato: una mezcla justa entre los aspectos sociales, políticos y económicos de ese tiempo y la aparición del deporte, especialmente del fútbol, hasta llegar a los inicios del siglo XX.
Este libro está relacionado con uno anterior que fue publicado con gran suceso unos años atrás. Me refiero a El football del Novecientos, donde Luzuriaga realizó un extraordinario repaso de los comienzos de la actividad y los diferentes aspectos que rodearon el camino de la organización. Asimismo, se ocupó del nacimiento de los clubes y su inclusión en la Liga, que con el tiempo se transformó en la Asociación Uruguaya de Fútbol tal como se la conoce en la actualidad. Los detalles de las instituciones que transitaron por el fútbol de los primeros tiempos resultan fascinantes, y los valores promovidos viven en la consideración popular. Como si esto no fuera suficiente, agregó un plus que merece una altísima consideración. Se trata de las magníficas ilustraciones de los uniformes de los equipos que decoraron las primeras listas de clubes de este país. Esa sinfonía de colores generó un impacto para los lectores que no se puede soslayar, una extraordinaria policromía que vistió de manera maravillosa el excelente texto y que además, permitió asociar el nombre de los cuadros con sus camisetas, tan particulares, como parte de una vestimenta hoy perimida.
Ahora surge esta nueva edición ampliada, mejorada. Lo primero porque a lo ocurrido en el Novecientos se agrega la parte relacionada con los orígenes de este deporte y su llegada a nuestras tierras. Lo segundo, en virtud de la existencia de un claro progreso en las ilustraciones que pintan un contenido que despierta admiración; no solamente para conocer los colores de cada entidad, sino también para distinguir los diferentes diseños que identificaban a cada una. Muchas instituciones desaparecieron en las sombras del pasado y algunas otras sufrieron cambios impuestos por el ataque modernista de las épocas posteriores. Algunos equipos todavía integran el grupo de afiliados al ente rector del fútbol. A veces con la misma indumentaria y en otras ocasiones con diferencias sustanciales que transforman su identidad en lejanas etapas.
Pierre de Coubertin, el padre del deporte moderno, siempre hablaba de la enorme trascendencia de la historia como una materia esencial para comprender el pasado, entender el presente y poder edificar el futuro. En ese sentido, incursionar en el nacimiento del este deporte y su difusión por el mundo resulta fundamental. Es la base de toda la construcción posterior, donde los británicos colocaron su impronta inconfundible. Algunos iluminados llevaron la actividad física a los centros de enseñanza, aunque cada institución estableció sus propias reglas. Pero en 1863 se reunieron en Londres para unificar las normas y elaborar la partida de nacimiento del football association.
Muchos sostienen que este deporte es hijo de la Revolución industrial porque se difundió gracias a que los barcos británicos viajaban por todos los mares y llegaban a los puertos más remotos. Junto con los productos para comerciar llevaban las pelotas que los marineros utilizaban para practicar en los momentos de ocio. De la imitación se pasó a la participación, y los criollos fueron saboreando las bondades del juego.
La fundación de los clubes fue la clave para el desarrollo. Primero, con el aporte inconmensurable de los residentes ingleses y sus descendientes. Después, con la acción de los ciudadanos uruguayos como respuesta lógica y esperada a ese dominio extranjero. Desde la fundación de la auf, en 1900, se organizó el fútbol y comenzó un nuevo ciclo.
Este libro relata todo ese proceso y se adentra en la historia profunda de todos los elementos mencionados. Constituye una magnífica oportunidad para estudiar los orígenes y transitar por el pasado en la búsqueda de los datos que resultaron fundamentales para el progreso de la actividad. El comienzo del siglo XX resultó fundamental porque vino acompañado de modificaciones sustanciales que contribuyeron a consolidar esta disciplina deportiva. La lectura de estas páginas permite conocer los protagonistas y las camisetas de aquellos pioneros, también de las parcialidades generalmente identificadas con un barrio de aquel Montevideo tan particular.
En definitiva, esta obra une los orígenes, la evolución y la senda que llevó a la organización. Todo esto, impregnado de los otros aspectos que marcaron los cambios del país y del mundo. También del fútbol, que pasó por esta etapa fundacional decorada con el romanticismo de una época que desprende los recuerdos que guarda la memoria nacional.
Este deporte sufrió transformaciones muy profundas. El Novecientos quedó atrás. Luego pasó por el tramo profesional; después, por el espectáculo y el negocio. También por la corrupción. Por eso, es recomendable esta lectura, para entender cómo fue el puntapié inicial y mantener ese faro que alumbra el juego que permanece presente en el fondo de la actividad. Es la manera de seguir siendo sensible, idealista y apasionado; de continuar soñando con un gol, una moña, un caño o una bicicleta. Asimismo, de rendir homenaje a aquellos viejos gladiadores que pisaron las canchas con sentido poético y pensando en el deporte por el deporte mismo. Es como retornar a un pasado tan fantástico como inolvidable.
Dr. Alfredo Etchandy
Secretario nacional del Deporte
INTRODUCCIÓN
Este libro propone observar el desarrollo del fútbol en el Uruguay desde sus inicios y difusión, en la última década del siglo XIX, hasta su consolidación como deporte y espectáculo de masas, veinte años después. Los límites cronológicos, sin ser impermeables, están dados por el entorno de las primeras expresiones deportivas: el surgimiento del Monte Video Cricket Club en 1861 y la consolidación de Peñarol en 1913 como algo distinto de la empresa de ferrocarriles de capitales británicos, reconocimiento formal de una realidad que hacía años se había dado de hecho.
La presentación extensa del fútbol británico y del argentino se justifica como introducción y referente por diferentes causas. El primero es, naturalmente, el paradigma de los equipos uruguayos; la formación de sus clubes e instituciones inspiró a los que nacieron en el Uruguay. Algunos de estos surgieron de los colegios, como es el caso del English High School y el British School —origen del Albion—, y de los jugadores de las clases altas. Otros nacieron en empresas de ferrocarriles o en frigoríficos, como el CURCC y el Liebig's.
En el caso del fútbol argentino, su proximidad llevaba también a la imitación y a la competencia. Equipos como el Alumni eran ejemplos no solo en Buenos Aires, sino también entre los jóvenes de esta orilla. En la República Argentina el fútbol tuvo un desarrollo similar al de Uruguay; por eso se reseñarán sus estrechos vínculos, su papel y función en una sociedad que se estaba modernizando a grandes pasos e incorporando a un mercado mundial. Se señalan también las características peculiares del fútbol en la frontera con Brasil.
En los conjuntos humanos crecientemente modelados por la industria y el capital eran cada vez más necesarios la disciplina y el autocontrol. Se tratará de indagar en esa sociedad de inicios del siglo XX e identificar las particularidades que explican en buena medida la explosiva difusión del fútbol entre la juventud criolla. El deporte en general y el fútbol en particular fueron una válvula de escape para liberar las tensiones de la vida cotidiana. En momentos de cambios importantes dejaron de ser una moda de las elites para ser practicados por jóvenes de todos los sectores sociales y de todo el país, facilitados por las numerosas concentraciones urbanas. Progresivamente transformado en espectáculo, el fútbol convocaba, como actores o como espectadores, a cientos, miles, decenas de miles de compatriotas.