La historia de nuestra muerte. Sheila Almontes

La historia de nuestra muerte - Sheila Almontes


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       La historia de nuestra muerte

      D.R. © Libros del Marqués

      D.R. © Sheila Almontes, 2020

      D.R. © Fotografía de portada: Erika Arias

      D.R. © Diseño de interiores y forros, Textofilia S.C., 2020

      Libros del Marqués

      Limas No. 8, Int. 301

      Col. Tlacoquemecatl del Valle,

      Del. Benito Juárez, Ciudad de México.

      C.P. 03200

      Tel. (52 55) 55 75 89 64

       [email protected]

       www.erikaarias.com

      Primera edición.

      ISBN Edición impresa: 978-607-8409-85-3

      ISBN Edición digital: 9978-607-8713-16-5

      Diagramación digital: ebooks Patagonia

       www.ebookspatagonia.com [email protected]

      Queda rigurosamente prohibido, bajo las sanciones establecidas por la ley, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin la autorización por escrito de los editores o el autor

      Dedicatorias

      A mi Gerardo.

      Este libro lo escribí para ti. Es un homenaje, pues quienes lo lean conocerán al hombre maravilloso, sensible, amable, valeroso, cariñoso y fuerte que fuiste. Sabrán cómo luchaste hasta el último de tus días y serás recordado para siempre por lo hermoso de tu esencia.

      Me enseñaste a vivir y cierro este capítulo de mi vida con broche de oro. Sé que estás feliz de saber que mi vida sigue y que viviré correctamente siendo muy feliz. Quiero también compartir el crédito de este libro contigo, Gerardo, pues no lo escribí sola: tú escribiste la mitad de nuestra historia.

      A mi padre.

      Papá, eres mi mejor ejemplo a seguir. Para mí, eres el mejor padre del mundo y sólo puedo decirte que también te dedico este libro porque sin tu ayuda en esta situación, yo tampoco estaría aquí hoy. Más de una vez me has dado la vida. Te amo mucho, padre mío.

      A mi madre.

      Te lo dedico a ti, madre, que me preparaste de alguna manera para poder enfrentar esta situación. Sé que me cuidas desde donde estás. Eres la mejor y la más fuerte. Te amo, mamita.

      Índice

       Capítulo I: Nos conocimos

       Capítulo II: La historia de tu vida

       Capítulo III: Novios

       Capítulo IV: Viviendo juntos

       Capítulo V: Nuevos proyectos

       Capítulo VI: Cambios inesperados

       Capítulo VII: Miedo latente

       Capítulo VIII: Luz de esperanza

       Capítulo IX: ¿Qué pasa?

       Capítulo X: El principio del fin

       Capítulo XI: El duelo

       Agradecimientos

      Capítulo I

      Nos conocimos

      CASADO

      Siempre había tenido curiosidad sobre la muerte. Desde pequeña recuerdo que veía a escondidas programas y cosas relacionadas sobre el tema. El concepto de muerte, como lo conocemos, se refiere al final de la vida, pero yo no lo creo así. Creo que es la continuación hacia una vida más elevada, hacia un nivel energético menos primitivo y mucho más pacífico que el mundo en el que vivimos. Estoy segura de que la manera como experimentamos la muerte no es más que una consecuencia de lo mal que los seres humanos hemos tratado a la tierra y de nuestra ignorancia para valorar el corto tiempo que se nos brinda en ella.

      Así comienza la historia del que pudo ser un bellísimo cuento, el cuento de G y S, al cual no pude escribirle el final yo misma. El cuento, hasta el día de hoy, más hermoso y a la vez el más triste de mi vida.

      Todavía recuerdo cómo te conocí, mi amado Gerardo. Fue durante un verano no muy soleado, pues en mi pequeña ciudad, el sol no alumbra todos los días y las nubes aparecen en cualquier estación del año. Salía de aquel curso en el que pasaría de administradora a ser una vendedora de bienes raíces. Sí, lo sé, siempre me gustó dar giros en mi vida, pero jamás pensé que la vida me daría un giro como el que me dio contigo.

      Iba saliendo del cuarto de baño cuando te vi de pie en la recepción. Iba vestida con un pantalón negro y una blusa morada que llegaba hasta mi muslo –el morado es mi color favorito– y me cubría un saco largo negro que desde hace muchos años guardo por ser mi preferido. Mi instinto, como siempre, fue sonreír. Sonreír como si te conociera. Lo hice a propósito para llamar tu atención y, al parecer, lo logré pues ese pequeño gesto dio como fruto una hermosa relación. En realidad, al verte sentí que me eras demasiado familiar.

      A pesar de que trabajábamos juntos, en ocasiones te veía y en otras no; pero yo estaba tan inmersa en mis problemas personales que no tenía tiempo de pensar si me gustabas. Pasó un mes desde aquel día antes de que pudiéramos trabajar juntos y por primera vez entablamos una conversación. Te veías tan serio, tan correcto. Tu forma de "inexpresarte" me pareció graciosa. Sé que está mal juzgar el comportamiento de los demás, pero no pude ver en ti a una persona demasiado expresiva.

      Recuerdo que aquel día platicamos cosas simples. Ya sabes, lo típico: "¿Dónde vives?", "¿Por qué estás aquí?". Ese día, mientras esperábamos nuestro turno para atender a los clientes –como parte de nuestro oficio, solíamos llamar "pase" a dicho turno–, despertaste interés en mí, así que comencé una conversación:

      —Hola, ¿cómo estás? ¿Qué pase eres?

      —Bien, gracias. Me tocó el pase 1, pero creo que me retiraré temprano.

      —¿Y eso? ¿A qué se debe?

      —Es que mi esposa es cantante en un grupo musical que anima fiestas y va a ir a cantar a Michoacán.

      —¡Oh, qué bien! —Respondí con cierto gusto.

      —Sí, la voy a llevar.

      —Y… ¿Cómo se llama tu esposa?

      —Alejandra.

      —¡Muy bien! Es un bonito nombre.

      —Okey. Bueno, pues te dejo porque tengo que ir por ella. ¡Éxito! —dijiste entre risas.

      "Éxito" es la palabra más común entre los vendedores de bienes raíces, aunque


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