El libro de Lucía. María Lucía Cassain

El libro de Lucía - María Lucía Cassain


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      Cassain, María Lucía

       El libro de Lucía : las lágrimas de la justicia / María Lucía Cassain. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

       Libro digital, EPUB

       Archivo Digital: online

       ISBN 978-987-87-0612-2

       1. Relatos. I. Título.

       CDD A863

      Editorial Autores de Argentina

      www.autoresdeargentina.com

      Mail: [email protected]

      Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

      Impreso en Argentina – Printed in Argentina

      “A mis seres amados”

       Prólogo de la autora

      “Simplemente espero con estas líneas no cometer un crimen literario.”

       Agradecimientos

      A mi esposo Daniel por el aliento que me dio desde el momento en que me decidí a escribir estas páginas, a mi hija Lucrecia por ayudarme en su corrección y a Juan por el soporte tecnológico que me brindó.

      

      Parte I

      Tolerancia 0

      El nacimiento de Tolerancia 0

      Hoy, domingo 29 de marzo de 2015, comienzo a escribir este libro sin saber claramente de qué se va a tratar. Solo que, conociéndome, con seguridad va a estar relacionado con mis sensaciones personales, que por cierto son muchas diariamente, variadas, y que comúnmente tienen que ver con los valores y mi observación de las personas y las cosas.

      Desde hace algún tiempo, en el que tomé conciencia del estrés crónico que padezco, me refiero a mí misma como “Tolerancia 0”. En cierto sentido ello me recordó a Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York que, con esa expresión aludía al combate del delito y cómo este debía realizarse en esa ciudad. En otro, me recordó que en muchos lugares no se puede tomar siquiera una copa de alcohol y luego conducir un vehículo. Bueno, en realidad Tolerancia 0 tiene algo que ver con esas menciones comunes, según se lo vea. Por un lado, por estar en la justicia penal y, por otro, porque le encanta tomar una copa de vino.

      Creo que hoy representa para mí un grito silencioso de libertad.

      Esto ocurrió porque un día, después de haber estado conversando varias horas con Patricia, mi médica y amiga, acerca de cómo me sentía en algunas ocasiones, como ser que al recibir algún comentario crítico, aunque insignificante, experimentaba un desagradable escozor, nerviosismo (se entiende en el cuerpo) y algún cambio de humor, llegamos a la conclusión de que mi nivel de tolerancia era 0, por lo que, y sin pensarlo demasiado adopté ese apodo para mí a partir de ese momento.

      No lo recuerdo exactamente, pero creo que fue al día siguiente, en la primera oportunidad de ir a trabajar al Tribunal, cuando para sorpresa de todos anuncié que desde ese momento con ese apodo me identificaría y con él les quise significar que no tendría tantas “contemplaciones” con los procesados y condenados y, además, ese concepto lo hice extensivo delicadamente a mis colegas y colaboradores, intentando transmitirles de ese modo que no me dejaría llevar por mi sensibilidad, que dejaría en suspenso la paciencia y la piedad, que siento que son valores que junto a otros me caracterizan.

      Nadie me creyó mucho, sin embargo comenzamos a comportarnos todos como si aquello fuera totalmente cierto. Alejandro, mi colega, les pedía a sus colaboradores más cercanos que consultaran con Tolerancia 0, es decir, conmigo, para acordar algunas decisiones y yo daba como siempre mis opiniones, que no resultaban muy distintas de aquellas que daba habitualmente, aunque impresionaban como si tuvieran una mayor severidad.

      Un día se me ocurrió empezar a mandar mensajes por WhatsApp a quienes trabajan en mi vocalía, mis ayudantes, los más estrechos, avisándoles que iba en camino hacia el Tribunal y a señalarles aspiraciones de Tolerancia 0 para esa jornada (todo como un juego) y, por supuesto, comenzaron a ser contestados los mensajes con gran creatividad, agregándose además otras personas vecinas a mi propia oficina, conformándose así “un ala intolerante”.

      A veces, a propósito, evité escribir creando una expectativa mayor justamente (por la ausencia de mensaje), en otras oportunidades eran tan exageradas mis propuestas que todos empezaron a fantasear con las interpretaciones que podrían dárseles, si fueran interceptados estos correos (como está de moda) y en vez de originarme alguna preocupación se me ocurrió que los infiltrados podrían sostener que gozo de un cierto grado de locura, tal vez que padezco una incapacidad madurativa, que puedo no estar en condiciones de ocupar el cargo o que estoy obsesionada con la profesión. En fin, Ariel, el esposo de Marcela, es uno de los que ha expresado algún temor por la situación y mis juegos y Alejandro, mi compañero juez, no se queda lejos en su preocupación…

      En realidad, debo decir que poco me importa si alguien interfiriera mis mensajes, ya que de ellos no se desprendería otra cosa que lo que soy, una persona con mucha imaginación, que me encanta ridiculizar algunas situaciones y con una importante cuota de humor, lo que creo que es un gran escape frente al horror que me produce la miseria humana.

      Así, dije por ejemplo que anunciaba mi arribo al Tribunal para continuar la lucha contra la delincuencia organizada y agregué contra la desorganizada también y mis huestes contestaron hallarse prontas para esa misión. ¿Qué tal?, lo de las “huestes” lo dijeron ellos y ¡me encantó!

      Continuaron las comunicaciones y las hacía personalizadas y el que recibía el mensaje debía difundirlo al resto del grupo, resultando así divertido para todos, y desde mí, una demostración del cariño y atención a cada uno de ellos, y hasta el punto resultó de esa manera que algunos se quejaron por no recibir mayor cantidad de mensajes e, incluso, debí integrar a más personas en este juego cordial y matutino.

      Ocurre que Tolerancia 0 o sea yo, va siempre acompañada al Tribunal por dos fieles custodias, alternativamente, a quienes les encanta manejar mi camioneta y fueron bautizados (ellos mismos), uno como Jorge “el hombre del látigo” y el otro Jorge como “el hombre del rebenque “ y lo gracioso del caso es que, poco a poco, ambos me han ido alejando del volante del Jeep, circunstancia aprovechada por mí para escribir los WhatsApp, pero que, a la larga, reconozco que perjudica mi habilidad en el manejo, por lo cual en ocasiones los anoticio de que voy a manejar, y como obviamente si manejo no puedo escribir, cuando llegábamos mis colaboradores manifestaban lo extraño que les pareció no recibir ningún lineamiento especial de su jefa.

      A modo de ejemplo van algunas de nuestras comunicaciones: “Tolerancia 0 avanza hacia los suyos para combatir lo que bien saben.– Matías contesta: Esperamos a Tolerancia renovados para iniciar una semana corta, pero llena de batallas”.

      “Tolerancia 0 avanza hacia el teatro de operaciones QSL. Muy Campo de Mayo, ¿no?– Y Nicolás contesta: Copiado, Sra. jefe, personal alistado desde las 8.00 hs., esperando directivas de campo”.

      “Tolerancia 0 avanza y anticipa a los suyos que no concurrirá los días 26 al 29 del corriente por cuestiones familiares y de playa. La justicia la dejará en sus manos. Difundir.– Y Sol contesta: ja, ja, ja… ¡nos parece perfecto! ¡La justicia queda en buenas manos!– Y Tolerancia 0 agrega: ¡¡¡Por las dudas en la valija me llevo todos los atenuantes!!!”.

      Bueno, van pasando los días y anuncio, entre otros proyectos de Tolerancia 0, el de convertir el Partido de San Martín, donde funciona el Tribunal, en un polo turístico como una obra que se merece nuestro padre de la patria, sencillamente porque, en mi opinión, es un partido que deshonra su nombre por desidia de sus habitantes y de los intendentes de turno, lo que me resulta totalmente injusto.

      Esta idea loca la hago conocer en la gran mesa del almuerzo que compartimos con mis compañeros jueces, los secretarios y el resto de los colaboradores y siento que escuchan la idea con estupor. Entonces comienzo


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