Felicidad en construcción. Rovy Colmenter
darnos cuenta y que forman parte de nuestro ADN familiar.
En Felicidad en Construcción, intento que el lector sacuda sus pensamientos y sustituya la forma como hasta ahora ha enfrentado las diferentes situaciones que se le han presentado y al mismo tiempo recordarles los sueños que tienen, a tomar conciencia de que somos únicos y refrescar la maravillosa verdad de que nada podemos perder, porque fuimos creados para ganar.
Si bien es cierto que debemos amarnos y aceptarnos como somos, también es cierto que nacimos para vivir en mejora, para evolucionar, para crecer y perfeccionarnos, entendiendo nuestras propias limitaciones. Este libro también es una invitación, a que aprendamos a reconocer lo que sabemos no nos gusta de nosotros, a darnos cuenta de forma consciente que vivimos debatiéndonos entre lo bueno y lo malo, y que una vez que nos hacemos responsables de esa parte sombría que todos tenemos, intentemos transformarla para nuestro beneficio y el de nuestro entorno.
¿Es imposible cambiar?, ¿somos como somos y no podemos cambiar? Según la psicología moderna, es más fácil incorporar un nuevo hábito que cambiar una creencia ya que nuestras creencias son hechos, son realidades en nuestro mundo que definen cómo pensamos, cómo hablamos, cómo actuamos y hasta cómo sentimos.
En este libro te comparto un testimonio de verdadera transformación, de cambio y de revelación sobre lo que todo el mundo habla, la felicidad, pero que la realidad es que no todos son felices, y aunque sé que no es muy popular decirlo, pero es lo que realmente pienso, y es que Dios es la fuente de la felicidad verdadera.
Felicidad en Construcción es una puerta a vivir una vida desaprendiendo para volver a aprender, en la cual construir un legado le dará un nuevo significado a tu existencia.
¡Así que te invito a creer por convicción, crear por disciplina y crecer por decisión!
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¡Cuidar nuestro interior es lo más importante, somos reflectores de lo que tenemos!
Capítulo 1
Cuando creer es más poderoso que ver
VER PARA CREER
La mayor parte de mi vida la pasé verificando todo cuanto me proponía antes de hacerlo, analizando, racionalizando y accionando según lo que a mi entender era lo más seguro, más acertado, lo que podía medir, controlar y mejor aún comprobar.
Era de las personas que prefería lo seguro por lo probable, porque a mi entender, eso podía evitar que me equivocara o fracasara. Me gustaba relacionarme con personas «confiables» de quienes ya había visto un poco de su vida, lo que me permitía hacerme una idea de «quiénes eran».
Vivimos en un mundo donde es más importante VER que CREER, donde la imagen cuenta más que lo que existe en el fondo, y cuya apreciación de la mayoría, es la que termina dictándonos las pautas de lo acertado o no de nuestra percepción.
Estamos inmersos en un sistema que nos hace creer que lo que nos venden es cierto, nos hace necesitar aquello que no sabíamos que necesitábamos y nos hace aspirar a ser quienes no llegaremos a ser porque cada ser humano es único e irrepetible y con un propósito individual.
Con la llegada del mundo digital y de las «imprescindibles» redes sociales, llegó también el afán por transmitir a nuestro entorno cada nanosegundo de nuestra existencia. Registramos en ellas nuestros pensamientos, necesidades y anhelos y creemos firmemente que somos lo que allí proyectamos, pero muchas veces se llega a un punto de no retorno, en el cual hemos dicho y publicado tanto, que hemos creado una historia de nuestra vida irreal, que al cerrar la pantallita, también cerramos la conexión con la vida que hemos creado.
Los miedos, las dudas, la incertidumbre, los temores, se encuentran en nuestra mente. El reto es reconocerlos y aprender a sustituirlos. La fe juega un papel fundamental en este proceso, pues es generadora y gestora de esperanza y nuevas oportunidades.
UN VIAJE DE FE
El verdadero viaje comienza cuando ponemos nuestra fe en Dios. Creer significa que ya no seguimos nuestro camino, nuestro plan es realmente el plan B, ya el Creador tenía un plan A para cada uno de nosotros, y nos está formando.
Cuando hacemos sitio en nuestra agenda para tener citas con Dios, estamos accionando la fe y de esta forma se inicia un recorrido que no necesita el VER, para después CREER, sino que va inundando nuestro mundo interior de certezas para luego disfrutar del mundo exterior. La vida es como un espejo, que refleja lo que sucede en el mundo espiritual en el mundo terrenal.
Una vez escuché en un estudio sobre técnicas para la toma de decisiones, negociación y liderazgo, al instructor decir que «quien realmente entra en los demás es el que es, no el que aparenta ser» y eso me hizo reflexionar sobre dos aspectos de mi vida, quién soy y en quién creo, qué es aquello que dejo entrar a mi interior y que de una u otra forma puede ejercer influencia en mi estilo de vida.
Y pensé: ¿qué les ofrezco a quienes me rodean?, ¿hay beneficios en mi diario vivir que puedo compartir con ellos? ¿Puede alguien confiar en quien soy?, y esto me llevó a una reflexión mayor, ¿cómo sería el mundo si realmente confiáramos en el creador de todo lo visible y lo invisible? ¿Sería hoy el mundo tal y como lo conocemos? ¿Nuestro peregrinar en las adversidades de la vida serviría para ayudar a otros?
Les doy un ejemplo, así como las empresas o marcas que influyen son aquellas que atraen al cliente por lo que son, lo que ofrecen y lo que benefician, y confiamos en su oferta al punto de adquirir sus productos o servicios, y hasta muchas veces nos convertimos en embajadores de su marca, imagina por un instante, cómo sería si decides creer en las bondades de Dios y dotaras tu mente de Fe inquebrantable.
La verdadera fe te saca del foso de la desesperación. Te levanta, te da la convicción de que algo mejor está por venir.
Y te preguntarás, pero, ¿qué es la fe? Es un sentimiento de total creencia en relación con algo o alguien y proviene del latín fides, que significa «lealtad», «fidelidad», significa tener confianza plena. En lo personal, he aprendido que transitar la vida con fe es fundamental para vivirla con esperanza y con entusiasmo, es la tabla de surf que nos mantiene a flote cuando la marea de nuestra vida es incontrolable por nosotros, es llevar al límite nuestro pensamiento racional hasta la convicción de llamar las cosas que no son, como si ya lo fueran, es una fuerza sobrenatural que nace desde nuestro interior y nos hace levantarnos, después de cada caída.
Tener fe es estar seguros de lo que esperamos, aun cuando no lo vemos, es creer que nada es imposible para ti o para mí, es un regalo de parte de Dios que nos fortalece, aunque tengamos que ser pacientes antes de ver lo que esperamos, la fe nos impulsa a no rendirnos nunca y a esforzarnos hasta alcanzar las metas que nos hemos propuesto.
La vida se gesta físicamente cuando el espermatozoide fecunda al óvulo, pero cognitivamente tiene su génesis en los pensamientos, lo que nace de adentro hacia afuera. Revisar quién nos lidera en eso que llamamos «consciencia» es fundamental para determinar la forma como afrontaremos las ventajas e inconvenientes que la vida misma nos presenta.
Cada proceso en nuestra vida podemos mirarlo de manera positiva o negativa, una vez que tomamos consciencia de la mirada que le estamos dando y la forma como reaccionamos ante ese proceso, entonces vemos lo que verdaderamente hay en nuestro interior; es como una taza, cuando se derrama, sabemos cuál era su contenido. Si revisamos nuestro interior, estaremos frente a la oportunidad de pulir nuestra vida hacia una existencia más elevada.
La vida está llena de pruebas, y las pruebas nos enseñan a tener paciencia, esperanza y fe. Nos sirve para afianzar nuestro carácter emocional y espiritual. Cuando un problema, situación, enfermedad, quebranto, se presenta en nuestra vida, parece tardar la solución o lo que deseamos que llegue, y solo la fe nos ayuda a esperar que ese momento llegue.
Nadie es tan fuerte como para no necesitar de Dios, nadie transita este plano sin caerse, ni puede recoger rosas sin pincharse con las espinas; no podemos lograr el éxito verdadero sin entender de dónde proviene la verdadera fuerza del mundo, que el Creador ha permitido en nosotros. Agradecer por aquello que aún no hemos visto, se llama Fe, así otros la llamen locura.
Cuando