Felicidad en construcción. Rovy Colmenter

Felicidad en construcción - Rovy Colmenter


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mi vida que me llenaron de vergüenza y de lágrimas. Vivir como si no existiera el mañana y creyendo que somos los dueños de la verdad, es vivir como en un campo minado del cual es muy difícil salir ileso.

      Entonces, ¿cómo saber qué es verdad cuando todo aparentemente puede ser verdad?, es aquí, mis amados lectores, donde este libro pretende ser un referente basado en los principios inamovibles de la verdad verdadera, aunque las corrientes humanistas manifiesten que cada quién haga lo que considere correcto según su opinión, los relativistas afirmen que no hay nada correcto ni incorrecto, las diversas filosofías aseguren que ninguna opinión aventaja a otra, y que en este acecho en contra de la verdad absoluta cada vez más se haga más visible que todos sabemos que existe, aunque muchos no estén convencidos, hasta que sus derechos sean alienados o vulnerados por las verdades relativas o parciales de otros.

      Es muy probable que tú también disertes o lo confrontes, pero lejos de crear controversia, quiero que sepas que la verdad absoluta es el escudo protector, el arma infalible y la herramienta de esperanza para transitar por los caminos de la vida, por ello, mi única aspiración es que aceptes como un regalo de amor mi verdad vs. tu verdad, y la abraces con tal fuerza, que tu pensamiento sea regenerado, renovado y transformado por los fundamentos contenidos en la verdad absoluta. Sí, existe la verdad absoluta y está fuera de nosotros, no en nosotros, y esa verdad es Dios, es la verdad universal; mientras que nuestra verdad es insoluta, es la verdad del hombre, aquella que aún no ha sido pagada, ese saldo que permanece deudor en la cuenta de resultados (pérdidas y ganancias) de nuestra vida.

      Nosotros no podemos definir la verdad, porque la verdad es algo que no puede estar sujeto a cambios y nosotros cambiamos cada día. Es inmutable. Ahora bien, la verdad conlleva a la idea de fidelidad, firmeza, consistencia, inmutabilidad y certeza. Vivimos en un mundo temporal, todo tiene un principio y un fin, y nosotros no somos más que peregrinos.

      Ver y actuar según el punto de vista relativo, según nuestra realidad, que no es más que nuestra percepción de algo, hace que se extravíe la autoridad para determinar cuándo algo es bueno o malo, cuándo una acción puede ser positiva o negativa, porque todo depende del cristal con el que se mire. Es una perspectiva guiada por la «ética situacional», y donde la forma de vivir depende «de lo que se sienta bien en el momento» o «de lo que dicte el corazón»; guiarnos por esta verdad, muchas veces nos lleva a la devastación, como ya les conté me ocurrió a mí, porque somos como las olas del mar, verdades que vienen y van.

      ¿Imagínate el caos si no existiera lo absoluto?

      Piensa por un momento en lo que desde chicos hemos aprendido sobre las matemáticas. Son exactas y absolutas. Imagina que ahora 1 + 1 no es 2 sino 3. Piensa si la ley de la gravedad no fuera absoluta entonces hoy caminas con los pies en la tierra, conduces por carreteras y mañana estamos trasladándonos de un lado a otro por las paredes. Todo sería un verdadero caos.

      Nos guste o no, queramos o no, existe una absoluta necesidad que el mundo tiene de la verdad. Si no hay tal cosa como la verdad absoluta, entonces no habría nada correcto ni incorrecto acerca de nada, por lo cual todos pudiéramos establecer nuestras propias reglas para vivir y aquello que para mí puede ser apropiado, para ti no lo es, por lo cual todo dependerá de la relatividad y la propia circunstancia. Mentir para unos sería correcto, para otros no. Robar para unos sería correcto, para otros no. La honestidad dependería de lo que para mi signifique y no para ti. Sin verdad absoluta, no habría ningún criterio jamás por el cual debamos rendir cuentas, por lo tanto no estaríamos seguros de nada.

      La verdad absoluta es un sistema de protección para vivir una vida sana, en bienestar, que contribuya al beneficio de otros, al orden necesario para la convivencia y nos acerque a la plenitud de nuestro ser.

      La frase «lo que es verdad para ti, no significa que sea verdad para mí» hoy día se ha convertido en el estandarte de una crisis universal que no nos permite dilucidar el camino real que debemos seguir para crear en nuestra vida ese bienestar que perseguimos y que en muchos casos, cuesta tanto encontrar.

      Decir que no existe la verdad absoluta, es no solo ilógico, sino irracional y donde todo «lo relativo» es lo que ha dominado las mentes y los corazones de un mundo tan posmodernista, como enfermo de muerte. Un mundo donde la verdad absoluta es la culpable de la intolerancia en una sociedad donde la gente no quiere dar cuenta de nada ni a nadie de su conducta, de su comportamiento y eso no lo hace responsable de ninguno de sus errores, por cuanto los errores tampoco existen en realidad debido a su gran relatividad dentro del contexto social.

      Entre cafés y tertulias, más de una ocasión me he visto muy confrontada con el tan defendido como controversial término «tolerancia», que hoy día es la bandera de un sinfín de propuestas mundiales que tienen su foco en la aceptación sí o sí de criterios o formas de convivencia.

      Conceptualmente la tolerancia es la virtud moral y cívica que consiste en permitir la realización de acciones, preferencias y creencias que aunque no sean consideradas como lícitas, es decir, apegadas a la ley, a la moral y a las buenas costumbres, no pueden ser impedidas por la autoridad con poder de impedir.

      Esta definición de tolerancia asalta mis pensamientos y me lleva a reflexionar, ¿entonces vivimos en un mundo donde la autoridad no puede ejercerse totalmente sino parcialmente? Si algo no es lícito entonces es ilícito, por lo cual me pregunto, ¿estamos inmersos en un sistema en el cual el comportamiento ilícito, que no es más que cualquier conducta, debe ser soportado y sostenido para poder relacionarnos entre nosotros?

      La tolerancia históricamente ha sido malinterpretada, y esto ha generado que hoy en día no podamos discernir entre lo que nos es lícito y lo que nos conviene.

      Ahora bien, te preguntarás ¿cuál es el propósito de tratar este punto, en qué nos beneficia o nos perjudica en nuestro quehacer diario?

      Mis amigos, solo cuando nosotros decidimos buscar la verdad absoluta, esta aparece en nuestra consciencia, de allí que pensamos que el mundo debe ser de una forma y no de otra. Lo contrario sería andar por la vida a tientas sin conocer realmente si lo que estamos haciendo está bien o mal, porque es algo relativo. Daría lo mismo ser cruel o no, engañar o no, mentir o no, robar o no, matar o no. Porque ¿quién tiene la verdad absoluta para determinar si todas estas acciones o comportamientos son buenos o no?

      Este discernimiento, absoluto y verdadero solo lo da el reconocer la existencia de un Ser superior a nosotros, que se encuentra por encima de toda expresión de vida y que nos enseña a vivir la vida con un sentido de trascendencia.

      Te invito a aprender a buscar con mirada profunda la verdad absoluta, esa que trae implícita el orden de las cosas, el foco de la justicia, la verdadera libertad, que conlleva el hacer lo que se debe y no lo que te apetece.

      La misma historia nos cuenta que notables hombres como Paul Sartre, ateo y padre del existencialismo, Einstein, entre muchos otros, reconocieron que existe una verdad absoluta, la existencia de Dios. Creerlo o no, es una decisión personal que ninguno de nosotros está obligado a tomar. Es tu verdad vs. mi verdad.

      .

      ¡Sana, anima, alienta con tus palabras, sé gentil y un verdadero milagro sucederá en tu vida!

      Capítulo 3

       DOMAR LA LENGUA

      Nuestra lengua es como una fiera salvaje. No es solo lo que decimos, sino el cómo lo decimos, cuándo lo decimos e incluso el por qué lo decimos lo que determina el impacto en los otros y también en nosotros.

      Preguntarnos para qué lo decimos, con seguridad puede ayudarnos a mejorar nuestra manera de relacionarnos con el mundo.

      Es nuestro verbo uno de los aspectos más relevantes para construir el camino hacia el éxito o al fracaso. La lengua tiene el poder de la vida y la muerte, debemos aprender a usarla, a domarla para que su enfurecimiento natural no arrastre todo lo que está a su paso.

      Tomarnos una breve pausa antes de responder, nos ayuda a reformular lo que queremos comunicar e incluso la intencionalidad de ese mensaje.

      ¿A quién no le ha ocurrido, que dentro de un profundo enfado expresa cosas que luego se lamenta de haber dicho?


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