El juego de la seducción. Martín Rieznik
que proclamaban el amor libre, apoyaban el uso de la píldora anticonceptiva y sostenían ideales sociales transformadores.
Ellas ya no se guardaban bajo el ojo protector del padre. Muchas veces sus hogares natales estaban a cientos de kilómetros de sus nuevas residencias; los hombres tuvieron que aceptar compartir sus complejos académicos, sus clases, sus cafeterías y sus fiestas con mujeres diferentes. Ellas, como nosotros, comenzaban a dar rienda suelta a sus más profundos deseos sexuales y románticos. Feromonas, hormonas de todo tipo y millones de miradas se cruzaban en las aulas de lo que, en la práctica, resultó uno de los primeros laboratorios para la seducción. Ninguna antigua convención social servía en un ambiente tan proclive al intercambio entre las nuevas generaciones de jóvenes. Por primera vez, los hombres tuvimos necesidad de contar con alguna estrategia o técnica para poder aproximarnos a ellas y obtener una cita, un teléfono o un beso.
En ese momento crucial se escribe el primer texto contemporáneo sobre cómo seducir a una mujer. Inicialmente aparecieron como fascículos, luego recopilados en un libro. Eric Weber, considerado pionero en el área, publicó en 1970 Cómo conseguir chicas, un compendio de frases para iniciar una conversación con una mujer. La historia mítica relata cómo surgió esta obra: una tarde cualquiera, caminando por el campus de su universidad, su mejor amigo vio una mujer a la que se acercó para conversar. Weber, que observaba la situación, sostiene que lo hizo con la frase más absurda jamás escuchada. Por eso se sorprendió tanto cuando dos días más tarde vio a su amigo colina abajo junto a su nueva novia, envueltos en un misterioso halo de enamoramiento y sexo. Entonces concibió la idea de recolectar las frases para iniciar conversaciones.
Más allá de esta anécdota, los hombres debimos enfrentar los vientos de cambio de la llamada “revolución sexual”. Ya no era más necesario pedir la mano de la doncella, pero en cambio dependíamos enteramente de nuestra habilidad de atraer. Las reglas de este nuevo juego crearon una competencia feroz entre los hombres: ya no éramos los únicos predadores en la selva. Por supuesto, como sucede con toda habilidad, algunos contaban con más facilidad natural que otros. Pero el desconocimiento y la intuición siguieron siendo la norma. Hombres y mujeres sin acceso a ninguna clase de información acerca de qué hacer, cómo y en qué momento.
Los años 80 aportaron muchas novedades. Por primera vez, grupos de científicos –principalmente mujeres– comenzaron a estudiar el cortejo entre el hombre y la mujer. Entre ellos, se destacó una socióloga norteamericana, Leil Lowndes. Basada en estudios subsidiados por el gobierno para investigar la seducción en humanos, ella escribió algunos best sellers, entre los que se destaca su gran libro How to make anyone fall in love with you. En 1985, la tesis de doctorado del biólogo Timothy Perper (Sex Signals,The Biology of Love) se constituyó como hito moderno en la historia del estudio de la seducción. Con 900 horas de estudios de campo (del tipo “hombre entra a un bar - lenguaje corporal positivo - mujer mueve su hombro en dirección a él - hablan - se van juntos del lugar”), Perper logra delinear lo que será la base de la comunicación no verbal en la seducción y da el puntapié inicial para su estudio con un método científico.
Algunos de los avances más importantes en este campo tienen perfume de mujer. Éste es el caso de la doctora Helen Fisher, etóloga que publicó numerosos tratados en neurociencia acerca de la naturaleza de la atracción. Anatomia del amor y Por qué nos enamoramos son sus libros más vendidos y comentados. Uno de los videos de TED más visto on line es el de esta carismática mujer. Why we love, why we cheat es una excelente disertación de quince minutos que cualquier amante del conocimiento sobre la psique humana debería ver.
La revolución masculina
Hasta aquí, mucha ciencia y pocas nueces. Los hombres aún carecíamos de una guía específica que bajara a tierra todos estos conocimientos y nos permitiera gozar con ellos. Esta revolución llegaría en los años 90, de la mano de la era cibernética, la world wide web e Internet. De este enorme conjunto de hombres frente a una computadora surgirían los primeros foros acerca de estrategias y técnicas de seducción. Eran foros secretos, de difícil acceso, que además requerían alguna clase de invitación de terceros. Sin embargo, de estos sitios brotaría por primera vez en la historia de la humanidad un espacio masculino inédito. Uno en el que los hombres comenzaron a hacer algo que las mujeres practican desde hace decenas de miles de años: ellos empezaron a intercambiar técnicas y consejos sobre cómo seducir. Eran cientos de hombres de todo el mundo compartiendo metodologías, analizando las que funcionaban y las que no. Uno podía nutrirse de la experiencia de muchísimos otros en situaciones similares y ahorrarse, de paso, unos cuantos rechazos o escenas incómodas. Solidaridad entre hombres, seductores al servicio de la humanidad.
De estas comunidades casi secretas en las que todo el mundo se conocía por nicknames y avatares, surgiría alguien que aportaría la estructura y la síntesis de un primer método. Un canadiense, mago de profesión. Erik Von Markovik, más conocido por su seudónimo, Mystery, viajaría por todo el mundo durante diez años para delinear y perfeccionar lo que se daría a conocer con el nombre de Mystery Method. Hace algunos años, la revista Discovery definió a su creador como a uno de los grandes genios del último siglo. No es para menos: él fue la primera persona en la historia de la humanidad que, con bastante criterio, sistematizó las diferentes etapas que deben atravesar una mujer y un hombre para hacer de la seducción un cortejo efectivo. Mystery las describió paso a paso y obtuvo una repercusión inmensa en los foros. Entonces comenzó a dictar sus primeros bootcamps, sesiones de entrenamiento que duraban un fin de semana; en ellas, él se dedicaba personalmente a formar a sus discípulos. Primero en forma teórica y luego con salidas grupales, Mystery comenzó a aplicar conceptos fundamentales de coaching que le permitieron incrementar exponencialmente el número de casos exitosos entre sus asistentes. Uno de ellos marcaría otro hito en este relato: por medio de su seudónimo, Style, también alcanzaría fama mundial.
Neil Strauss, conocido más tarde como Style, trabajaba como periodista de la revista Rolling Stone cuando conoció a Mystery. Él sería el responsable de dar el giro definitivo a esta historia. Enviado inicialmente a participar en uno de los seminarios para realizar una nota que diera cuenta de su experiencia, Neil aseguraba que él mismo era uno de los mayores loosers que uno podría encontrar. Entusiasmado por la idea y, según él mismo cuenta, después de haber tomado una de las decisiones más difíciles pero más importantes de toda su vida, Style se anotó en uno de los bootcamps de Mystery. Los dos siguientes años de su vida lo erigirían en uno de los principales referentes de la comunidad de seductores. Él relató esta transformación total en su novela autobiográfica El método (The game, 2005), que describe sus vivencias y aprendizajes. Su libro encabezaría la lista de best sellers del The New York Times durante los dos meses posteriores a su lanzamiento y volvería a ese puesto nuevamente en 2007. Por primera vez en la historia, se daba a conocer al gran público la existencia de estas comunidades que ya dejarían de ser tan secretas y se propagarían como plagas a lo largo y ancho del planeta. La razón estaba a la vista: el libro abría a millones de hombres la posibilidad de aprender esta habilidad. A partir de ese momento, todos pudimos acceder a la mejor información disponible en formato libro, mediante un seminario presencial o a través de ambas posibilidades, con el fin de aprender lo que nos había sido negado durante años. Los hombres estábamos a punto de dar un paso gigantesco.
Nace LevantArt
Surgieron entonces las academias y las escuelas de seducción en las principales ciudades del mundo. Finalmente era posible optimizar el aprendizaje al máximo para obtener resultados en tiempo record. En Buenos Aires, fundamos LevantArt para situar a nuestra ciudad a la vanguardia de este conocimiento universal. En los últimos años hemos desarrollado planes específicos, estudios de campo, divulgaciones y colaboraciones internacionales. Uno de nuestros principales méritos ha sido la adaptación regional de estas técnicas, ya que no es lo mismo seducir a una mujer en Barcelona o en Los Ángeles que hacerlo en Buenos Aires, Santiago, Monterrey o Montevideo. Tenemos la experiencia única de haber formado a más de 1.500 hombres: abogados, artistas, profesionales, trabajadores independientes o médicos. Ellos han desarrollado su potencial para generar atracción en mujeres en situaciones que jamás habían siquiera imaginado.
En esta era saturada de pornografía, de naturalización del sexo pago y de relaciones de plástico,