Mujeres de fuego. Stella Calloni

Mujeres de fuego - Stella Calloni


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página)— las hice en distintos tiempos. Cada una ellas podría ser un libro. Pero estas historias son la historia de nuestro continente y de otros. Son historias de mujeres de fuego, para avivar las llamas de otros tiempos de búsqueda y de justicias que no llegan, de liberaciones necesarias y urgentes.

      Ellas nos entregan su vida desde el amor; dulces, duras, perfectas, imperfectas, humanísimas en sus pudores, sus miedos, sus corajes.

      A ellas les debemos el respeto de la historia contada a través de sus propias vivencias, la mejor historia de la humanidad.

       Stella Calloni

      Buenos Aires, octubre de 2016

       PARTE I ENTREVISTAS

      ENTREVISTA A GLORIA GAITÁN

      La memoria de América sin laberintos

      La hija de Gloria, María Valencia, ha hecho dos documentales sobre su abuelo Gaitán.

      Esta entrevista a Gloria, realizada en el año 2000, sigue siendo una historia de vida y magias de un pueblo que necesita ya ser liberado de más de un siglo de violencias. Buena parte de esta entrevista fue publicada en La Jornada de México.

      En nombre del padre. Año 2000 (entre Panamá y Colombia)

       «En Colombia hay dos países, el país político que se preocupa por las elecciones, las sinecuras burocráticas, los intereses económicos, los privilegios y las influencias (...) El país político y la oligarquía son la misma cosa. Y el país nacional es el pueblo que piensa en su trabajo, en su salud, su cultura (...) Nosotros pertenecemos al país nacional, al pueblo de todos los partidos que luchan contra el país político, contra las oligarquías de todos los partidos.»

      Era una definición muy fuerte para la Colombia de los años 30, tan fuerte como el hombre que la hacía ante miles de seguidores: Jorge Eliécer Gaitán, el líder popular que fue asesinado mediante una conjura de intereses extranjeros y locales, con la intervención de la CIA estadounidense, de acuerdo con la investigación realizada por su hija, Gloria Gaitán Jaramillo.

      Pero ella se niega a recordarlo a partir de aquel trágico 9 de abril de 1948, cuando fue asesinado a balazos, porque “ese es el día de los asesinos y lo que hay que rescatar es la vida, lo que él vivió y vivió Colombia hasta entonces, y allí está la razón por la cual lo mataron y lo callaron, aunque su voz y su presencia están siempre en nuestro país. Cuando sólo se menciona ese momento se olvida quién fue él, qué hizo y quién tenía interés en callarlo para siempre. Él es hasta el 8 de abril o hasta esos momentos antes de su muerte, y recordando quién fue, nadie puede olvidar la circunstancia histórica en que sucedió el hecho, la Colombia de esos días, la lucha por su pueblo, del cual era parte con sinceridad, amor y fuego y con el cual dio todos los pasos para producir el cambio que hubiera salvado a nuestro país. No tengo dudas. Si uno no conoce bien a Gaitán, no conoce lo que pasó en el país que está marcado por su vida y su muerte. Y entonces, no puede analizar el presente trágico e injusto de un país maravilloso. Investigué su vida y a sus asesinos y puedo decir que tengo toda la documentación y que la CIA estadounidense es responsable, junto a otros sectores de mi país”, dice con seguridad.

      Cincuenta años después de aquel crimen que instaló la violencia o las violencias sucesivas en Colombia, el país que fuera considerado en otro tiempo “la Atenas de América”, Gloria, economista, egresada de la Universidad de los Andes, confiesa, en una larga entrevista, que decidió escribir un libro para rescatar al hombre y al político desde otro ángulo, donde evidentemente priman el amor, la admiración y también la ruptura de esquemas.

      “Es que hay que verlo a él —dice Gloria— como hay que ver a Colombia, y en eso sé que estoy desafiando a muchos y también comprendiendo a otros, ya que la memoria lleva las trampas de la fantasía y hay diversas visiones y versiones sobre Gaitán, incluso las que llegan a forzar acontecimientos y anécdotas, pero su historia es inmensamente rica y pocos dicen de él que fue un intelectual avanzado, un científico, un hombre que fue también una doctrina.”

      La percepción de Gloria de que todos los sucesos que rodearon la vida de Gaitán en este siglo conforman “la historia profunda de un país generalmente desconocido y sólo tratado en análisis de coyuntura en América Latina” es tan real como aquella de que la acción del líder colombiano rompió esquemas y acabó con concepciones políticas medievales. “Colombia —continúa diciendo Gloria—, como otros países de América Latina, parece no tener historia, sólo momentos, y para saber de qué se trata este presente trágico hay que comenzar desde lo que encontraron los españoles cuando colonizaron América.”

      Los españoles no encontraron entonces imperios enormes y sofisticados como el de los incas de Perú o los aztecas de México, y a finales del siglo XVIII, de la población indígena calculada en tres millones sólo quedaban unos 130 mil. Enfermedades, matanzas, esclavitud, habían acabado con los primitivos habitantes del territorio. Si aquella Colombia es desconocida, no lo es menos la del siglo XX, que nació marcado por la guerra civil “de los Mil Días”, la más cruel y prolongada de ese país y que duró desde 1899 a 1902, dejando cien mil muertos, el país arrasado y destruido el incipiente desarrollo cafetalero. Colombia entró en el siglo XX con una de las economías más atrasadas de América Latina. Finalmente el café proporcionó la base económica para el surgimiento del Estado nacional, como señalan los historiadores. Y también esto como la explotación del oro llevaron al surgimiento de poderosas élites regionales como en Antioquia y Caldas que producían el 50 por ciento del café de Colombia. La inversión norteamericana se incrementó de tres a 200 millones de dólares en 1929. Allí también está la historia de la United Fruit Company en la explotación del banano en la costa Caribe y del petróleo por parte de la Tropical Oil, filial de la Standard Oil.

      El joven Gaitán nació y creció en ese entorno. Conoció y vivió las rebeliones campesinas, desde 1914, las obreras en los llamados “años heroicos” de 1919 a 1929, que curiosamente no se iniciaron en las fábricas sino en los ferrocarriles, los puertos y en los enclaves bananeros y petroleros. A ellos se unieron artesanos, quienes formaron el primer sindicato conocido en el país. Las figuras de María Cano y Raúl Eduardo Mahecha, quienes después de la revolución bolchevique fundaron el Partido Socialista en 1919, forman parte de aquel período tan olvidado, entre otros que desafiaron los poderes locales y externos. En 1921 obtenía este partido el 23 por ciento de los votos en Medellín. Esto obligó a los liberales a incorporar reivindicaciones obreras a sus programas y en 1922 surgían ya políticos con nuevas ideas. Algunos socialistas colaboraron con los liberales y otros formaron partidos más radicales como el Partido Socialista Revolucionario en 1926, después de la primera huelga petrolera, en esos años donde María Cano recorría el país, fundando asociaciones obreras.

      Precisamente, Jorge Eliécer Gaitán publicó su tesis de abogado en 1924 sobre “Las ideas socialistas en Colombia”. En los años jóvenes de Gaitán se produjeron importantes huelgas (1924, 1927) y la bananera de 1928, año en que el ejército atacó una manifestación pacífica en Ciénaga, donde resultaron muertos unos mil obreros. “La muerte ha signado la historia de Colombia. Siempre sentí que caminábamos con la tragedia, y mi padre quería cambiar esto, pero de fondo, con los elementos del positivismo relacional que él consideraba


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