El propósito del alma. José Luis Cabouli

El propósito del alma - José Luis Cabouli


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encontrarán referencias a experiencias de existencias anteriores. Trabajar con vidas pasadas ayuda a comprender el propósito del alma ya que, en la mayoría de los casos, éste está ligado a eventos del pasado. Cabe aclarar que no es imprescindible explorar nuestras vidas pasadas para hacer consciente el propósito del alma, pero conocer los hechos del pasado nos ayuda a comprender las razones del propósito actual.

      A fin de focalizar la atención en el tema que nos ocupa, y al mismo tiempo agilizar el relato, he simplificado y en algunos casos he suprimido gran parte del trabajo terapéutico. Por este motivo, quienes conocen la técnica que empleo observarán que faltan algunos pasos de la técnica conocida.

      Luego de estas experiencias, nos centraremos más específicamente en la elaboración del anteproyecto de vida a través de un ejercicio dirigido y diseñado específicamente para tal fin.

      Los trabajos presentados en este libro pertenecen a pacientes y terapeutas de Argentina, Chile y España. Por esta razón, al igual que en libros anteriores, he mantenido en los diálogos el lenguaje propio de cada persona de acuerdo a su lugar de origen.

      Compartir con ustedes el contenido de este libro forma parte de mi propósito en esta vida. Escribir este libro me ha llevado más tiempo del que yo había imaginado en un principio y yo sentía que estaba en deuda con mi alma mientras no lo concluyera. Ahora que el libro está en sus manos mi alma está en paz y yo siento la satisfacción del propósito cumplido.

      José Luis Cabouli

      Buenos Aires, 15 de abril de 2011

      Capítulo I

       La aventura del alma

      Venimos a esta vida a cumplir un propósito claro y preciso, definido y programado por nuestra alma mucho antes de nuestra aparición en el mundo físico. Nuestra alma sabe lo que viene a hacer en esta vida y, aun aquellos que no creen en la vida espiritual, incluso los más escépticos, tienen un propósito para estar aquí, en la Tierra. Seamos conscientes o no, todos tenemos un propósito a cumplir y, aun sin saberlo, mal o bien, de alguna manera llevamos a cabo la intención de nuestra alma o al menos lo intentamos. Que ignoremos la existencia de este propósito, que no cumplamos con el plan original o que nos desviemos de este plan, no significa que no haya un propósito para el alma. Todos, absolutamente todos, tenemos un propósito a cumplir en esta vida y este propósito forma parte del proceso de aprendizaje, de evolución y de crecimiento del alma, y constituye la esencia y el sentido de nuestra vida en el cuerpo físico.

      La certeza de tener un propósito a realizar nos conduce a comprender y a valorar la importancia de esta vida y de nuestra presencia aquí, más allá de las dificultades de la vida cotidiana. Esta conciencia nos impulsa a aprovechar nuestra estadía aquí al máximo (Carpe Diem) y evita que malgastemos nuestra energía vital en cuestiones intrascendentes, concentrándonos en lo que hemos venido a hacer. Saber que nuestra alma tiene un objetivo preciso a lograr nos sostiene para persistir en nuestro camino en las instancias difíciles, comprendiendo que las circunstancias adversas son parte del escenario que hemos elegido para crecer.

      La vida en el cuerpo físico es una aventura para el alma. Aunque nosotros no podamos verlo así, para el alma la vida es un gran desafío. Aun cuando en ocasiones tengamos que experimentar el dolor, la vida no deja de ser una gran aventura. Todas las dificultades que enfrentamos son parte del aprendizaje y de la experiencia del alma para crecer y evolucionar. De alguna manera hemos acordado ese plan antes de encarnar, aunque a veces, hay que decirlo, lo hayamos hecho bajo protesta.

      Uno de los interrogantes que se suelen formular con mayor frecuencia es “¿cuál es mi misión en esta vida?”. Es natural desear o soñar con tener una gran misión, pero la verdad es que la primera misión que tenemos en esta vida es con nosotros mismos. Antes que nada, necesitamos sanarnos a nosotros mismos. Si no sanamos nuestra alma, no podremos cumplir con grandes misiones para la Humanidad. La Luz necesita guerreros sanos emocionalmente antes que héroes fuertes. ¿Cómo vamos a enfrentar, si no, las trampas, las tentaciones y la seducción que la vida material nos propone sutilmente y que nos apartan de nuestro verdadero objetivo?

      La verdad es que el propósito del alma suele ser menos ambicioso, más preciso y personal, pero no por ello menos difícil. Desprenderse del egoísmo, de la soberbia, del odio, del miedo, de la ambición de poder, de la ira o de la culpa puede significar para el alma varias vidas de arduo trabajo. No basta una sola vida para que el alma pueda hacer su evolución, conquistar la materia, satisfacer sus necesidades de múltiples experiencias y desarrollar una conciencia capaz de manifestarse al unísono y en armonía tanto en el plano físico como en la dimensión espiritual. Por eso estamos aquí, trabajando paso a paso con nuestra alma, vida a vida, procurando desembarazarnos de los velos que impiden que nuestro verdadero ser se manifieste en el cuerpo físico tal como es: un reflejo de la Luz Primordial.

      —¿Cómo es posible? Yo me desprendí de todas mis posesiones materiales y pasé el resto de mi vida en ayuno y meditación para llegar aquí y resulta que mi sirviente, que continuó con su vida mundana, también está aquí. ¿Cómo es esto?

      —Es que, justamente —le replicó un maestro—, gracias a que tu hermano te atendió y te proveyó de comida y de ropa limpia durante toda tu vida es que tú pudiste hacer tu trabajo de transmutación para alcanzar el Nirvana. Por lo tanto, con su trabajo y su dedicación hacia ti, él hizo tanto mérito como tú para estar aquí.

      De modo que no hay propósitos que sean más importantes que otros. Hasta es posible que el propósito más insignificante a nuestros ojos pueda ser el más valioso para la Luz. Al final de este libro, en el apéndice, encontrarán un listado con algunos de los propósitos más frecuentes recopilados en mi experiencia clínica.

      Ahora bien, venir a la vida, a un cuerpo físico, para cumplir con el propósito del alma, no es fácil. El solo hecho de encarnar, el proceso para pasar de la esencia espiritual a la sustancia física, puede llegar a ser hasta doloroso. Por más aventura que sea la experiencia en el cuerpo físico, para el alma que se encuentra en la Luz, iniciar el viaje hacia el mundo físico es como ir al exilio, al destierro, y no todos estamos ansiosos por venir aquí. Todo va bien durante la diagramación del anteproyecto de vida, pero cuando llega el momento de descender en la materia y separarse de la Luz, allí comienza la angustia del alma, la resistencia, la protesta, la rebelión y el deseo de volver atrás. Sabemos


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