El propósito del alma. José Luis Cabouli
siempre hay margen para la improvisación, la creatividad y para que se presenten los imponderables con los que siempre hay que lidiar. Como dije antes, un plan es un plan y está siempre sujeto a revisión. El plan del alma es como una hoja de ruta que nos sirve de guía para identificar los mojones destacados del camino a recorrer, pero siempre tenemos en nuestras manos la posibilidad de modificar el recorrido original.
Para comenzar, la elaboración del propósito del alma supone que hay una serie de pasos a seguir. Hay cuestiones básicas que tienen que ser definidas antes que otras. Si bien no podemos asegurar que esto sea exactamente así, la mayoría de las personas que han vivenciado en regresión el momento en el que se prepara su anteproyecto de vida describen una secuencia similar. Claro está que, como el alma habita en la dimensión atemporal, es posible que estos pasos que pasaremos a describir ocurran en forma simultánea, pero para nosotros se manifiestan como una secuencia. Casi todas las personas coinciden en que lo hacen acompañadas por una luz o por seres de mayor sabiduría que les aconsejan o sugieren cómo armar su plan de vida. No siempre se puede elaborar el plan por uno mismo. Es frecuente observar que, en algunos casos, el plan ya viene diagramado de antemano y queda poco margen para cambiar algunos aspectos. Este tipo de situaciones son las que, con mayor frecuencia, dan origen al enfado y a la rebeldía del alma.
En la preparación del proyecto del alma, lo primero es la elección del propósito y el trabajo a realizar en el cuerpo físico. Como ya anticipamos, por lo general este trabajo está en relación con acciones de vidas pasadas. El alma necesita efectuar su trabajo de corrección sobre sus acciones pasadas, ya sea para iniciar o bien para progresar en nuevos emprendimientos. Los asuntos sin resolver de otras vidas y, en particular, los conflictos emocionales y vinculares no resueltos, son un lastre muy pesado que limitan y bloquean las potencialidades del alma y le impiden manifestarse en la vida física con todo su poder y su creatividad. Por esta razón, para poder desarrollar y cumplir con su propósito central, el alma tendrá que resolver y terminar las asignaturas pendientes que arrastra de vidas anteriores. Realizar este trabajo le insumirá al alma gran parte del tiempo físico del que dispondrá en esta vida. Esta es la razón por la cual muchas personas comienzan a ejecutar el verdadero propósito de su alma en la segunda mitad de su vida, cuando ya se han liberado de las ataduras que las sujetaban. Moisés tenía ochenta años cuando lideró el éxodo del pueblo hebreo de Egipto. Necesitó toda una vida de preparación para cumplir con su gran misión. De modo que no debemos desesperarnos si el propósito de nuestra alma se demora en bajar a nuestra conciencia física. Eso sí, mientras tanto, habrá que cuidar el cuerpo. Sin el cuerpo no podremos cumplir con nuestro plan de vida.
Una vez que se ha establecido el propósito básico del alma, como así también los aspectos secundarios que lo acompañan, a continuación habrá que definir la elección del país y de la familia en la cual se encarnará. Esto implica que se habrá tenido que definir también el planeta en el cual se desarrollará la experiencia del alma. Es obvio que nosotros sólo podemos hablar de la Tierra, pero eso no impide que hayamos tenido experiencias de vida física en otros planetas. Aunque no siempre es posible obtener este dato en el trabajo terapéutico, en el capítulo XII veremos que a veces es posible discernir para qué necesitamos encarnar en la Tierra.
Tanto el país como la familia en la cual vamos a encarnar están en relación con el propósito que se viene a realizar. Los países constituyen el marco de referencia básico para que se desarrolle la aventura del alma. Con su característica particular, cada país ofrece diferentes posibilidades para que el alma interactúe con el drama y la energía del país en el cual encarnará. Cada país tiene una energía propia que resuena con la energía del alma. La energía de un país determinado puede estimular o cobijar el desarrollo de ciertas capacidades del alma al mismo tiempo que puede limitar la manifestación de otras. La estructura e historia propias de cada país obligan al alma a enfrentarse con situaciones inevitables que son parte de su aprendizaje. Supongamos que en vidas pasadas fuimos o formamos parte de un pueblo dominante que esclavizó a otros pueblos. Ahora nos tocará pasar por la misma experiencia, pero del lado de los dominados, para aprender qué se siente cuando se es esclavizado. Los países son como grandes escenarios ya preparados para que se represente la obra de turno. Sólo tienen que ingresar los actores, en nuestro caso las almas, para que comience la función. Los escenarios, los países, quedan en su lugar, pero los actores, las almas, van rotando de país en país, según el drama o la comedia que tengan que representar. Por supuesto que nada impedirá al alma emigrar con su cuerpo a otro país, pero llevará consigo la carga de la energía original que recibió al momento de encarnar y de nacer. Por este motivo, el lugar de nacimiento de una persona es un dato fundamental a la hora de confeccionar una carta natal, ya que esto permanecerá inalterable a lo largo de la vida de una persona.
La familia elegida o designada en la cual se nacerá sirve al propósito del alma. Es el escenario principal donde se ponen en acción todos los conflictos afectivos y vinculares no resueltos. La familia funciona de distintas formas según la experiencia que el alma necesita vivir. Puede aglutinar o disgregar a sus miembros. Puede dar contención, apoyo y sostén como así también puede inducir al aislamiento, el desamparo o el abandono. Puede acompañar y estimular el desarrollo del propósito del alma tanto como obstaculizarlo o impedirlo. La elección de los seres que serán nuestros padres constituye en muchos casos el aspecto central del propósito del alma.
Existe la creencia generalizada de que elegimos a nuestros padres antes de encarnar, pero la verdad es que esto no siempre es posible para el alma. Según las circunstancias de cada alma, a veces podemos elegir y otras veces no es posible hacerlo. Si tenemos asuntos pendientes de resolución con algún alma en particular, eso nos impedirá elegir a los seres que queremos como padres. Primero, hay que resolver las cuentas pendientes que tenemos con otras almas. Si en la vida actual terminamos bien nuestro trabajo, eso hará que en la vida siguiente podamos tener a los padres que queremos tener.
Existe una ley básica en el Universo que es la ley del amor. Finalmente todo se resuelve mediante el amor. Es casi una regla que enemigos de vidas pasadas se encuentren en esta vida dentro del seno de una familia para resolver su enemistad. Inevitablemente, los antiguos enemigos se verán obligados a relacionarse por medio de los vínculos familiares. Por ejemplo, una mujer puede llevar en su vientre, sin saberlo, al asesino de una vida anterior. Ésta es otra de las razones para el olvido del alma, porque si no, ¿cómo sería posible para una madre amar y cuidar a su bebé sabiendo que ese ser es el mismo que la asesinó en una vida pasada? Ni los padres ni el hijo lo recuerdan, pero el conflicto y la enemistad estarán latentes a nivel inconsciente y, tarde o temprano, el enfrentamiento surgirá. Mal o bien, por medio de los lazos de sangre, se creará un vínculo afectivo y eso permitirá que al menos esas almas se acerquen un poco más. Lo que la Luz espera es que los enemigos del pasado puedan reconciliarse, perdonarse y amarse. A veces, este objetivo se consigue y otras veces no, y tal vez sea necesario más de una vida para que estas almas enemistadas puedan llegar a amarse. Puede suceder también que un alma haya quedado en deuda con otras. Ser padre y proveer a las necesidades de sus hijos puede ser la manera en que un alma pueda saldar con otras su deuda del pasado.
Como quiera que sea, los padres confrontan al alma que encarna como hijo con el trabajo que ésta debe realizar. El propósito funciona en ambos sentidos. El alma del hijo aprenderá y se servirá de la experiencia de tener a estos padres y, a su vez, los padres, harán lo propio con el alma que llega a su custodia como hijo.
Es claro que también hay familias en las cuales reina la armonía. Probablemente esto se deba a que se trate de un grupo de almas que ya han estado en relación anteriormente y han cumplido con su tarea de corrección. Ahora les toca recoger los frutos de su siembra y se encuentran para apoyarse y ayudarse mutuamente en su trabajo en esta vida.
En el espacio entre vidas antes de encarnar, es posible que también se produzca el encuentro preliminar con otras almas con las cuales hemos de interactuar en la vida física. Entre estas almas están quienes serán nuestros hermanos, ya que éstos forman parte del trabajo que el alma viene a realizar, ya sea para acompañarse o para resolver viejos entredichos. Pero también es posible que concertemos una cita previa con aquella alma que será nuestra compañera o compañero de ruta en esta vida. Bueno, quizás concertemos más de una cita.
Una vez que se