El propósito del alma. José Luis Cabouli
Tengo que salir.
T: ¿Y cuáles son tus reacciones mentales cuando estás apretada y tienes que salir?
E: Voy a salir rápido y así tardaré poco.
T: Ahora fíjate de qué manera todas estas sensaciones están afectando tu vida como Encarna. Esto de que “estoy apretada, tengo que salir y voy a salir rápido así tardaré poco”, todo esto, ¿qué te hace hacer en tu vida como Encarna?
E: Me hace pensar mucho las cosas, analizarlo todo.
T: Y todo esto, ¿qué te impide hacer como Encarna?
E: Supongo que ser más libre y más decidida.
T: Muy bien, ahora, al contar hasta tres, cortaré el cordón umbilical y vas a completar tu nacimiento y terminarás de salir de allí. Uno… dos… tres. (Simulo el corte del cordón)Comienza a respirar tomando conciencia de que estás viva respirando en tu cuerpo como Encarna. Y recuerda, ¿qué es lo que tu alma viene a hacer como Encarna?
E: Trabajar por y para la Luz.
T: ¿Y qué más te dijeron en la Luz?
E: Me dijeron que no tenía que ser tan exigente. Que tenía que trabajar tanto conmigo como con los demás. Que tenía que ser más tolerante.
T: Muy bien, recuerda eso ahora y fíjate, ¿qué dice tu mamá cuando te recibe?
E: Que soy muy bonita.
T: ¿Y qué dice tu papá cuando te ve?
E: “¡Otra niña!”. Papá quería un niño.
T: ¿Y qué sientes tú cuando tu papá quería un niño?
E: Es lo que hay.
T: ¿Y qué dice tu hermanita cuando te ve?
E: Está contenta, me quiere coger.
T: Una cosa más. Háblale a esa mujer que te empujó y dile todo lo que necesites decirle.
E: ¡Pues que no hace falta dar esos empujones! Cuando llega el momento, llega el momento y tampoco tiene que ser tan fuerte. Seguramente es tu trabajo, pero tienes que ser más suave. Eres un poco bruta. ¡Y quiero que me devuelvas mi energía ahora mismo porque con esos empujones te la llevaste! ¡Devuélvemela! ¡Es mía!
T: ¿Hay algo más que quieras agregar?
E: No hay nada más.
***
Haciendo honor a su nombre, Encarna nos resume en unas pocas frases la secuencia básica del proceso de iniciar una nueva encarnación. Así, Encarna nos cuenta que se encuentra en lo que llamamos “la Luz” esperando para bajar al mundo físico otra vez. Allí, en la Luz, Encarna no tiene forma definida, repasa lo que ha dejado pendiente en vidas anteriores y se prepara para el trabajo de su alma en su vida actual.
Ya desde un principio Encarna sabe que tendrá que trabajar la intolerancia y la forma de hacerlo es atravesando, precisamente, situaciones donde se presente la intolerancia.
Prosiguiendo con la secuencia básica, Encarna nos confirma que primero se elige el trabajo a realizar por el alma y luego se elige la familia en la cual se nacerá. Pareciera ser que estos fueran los pasos habituales en el proceso de encarnar, ya que todas las personas con las cuales he trabajado terapéuticamente coinciden en lo mismo. Donde suele haber diferencias es en la forma mediante la cual los padres son elegidos. ¿Elegimos nuestros padres nosotros mismos o alguien más los elige por nosotros? En el caso de Encarna, les son elegidos por los maestros de luz y esto es lo que manifiesta la mayoría de las personas que han trabajado conmigo. No obstante, algunas personas o, mejor dicho, algunas almas, afirman que eligen a sus padres por sí mismas. En general, cuando no se puede elegir, es probable que las fuerzas kármicas entren en acción llevando al alma, inexorablemente, hacia los padres que tiene que tener porque esa es la experiencia que debe ser completada. Básicamente, el alma tiene que resolver cuentas pendientes de vidas previas con los seres que serán sus padres antes de poder elegir aquellos que le apetecen más. Con frecuencia, ambos padres, o al menos uno de ellos, han sido los victimarios en vidas pasadas y el alma a punto de encarnar necesita perdonarlos para poder seguir evolucionando. Otras veces, es al revés. Es el hijo quien ha sido el victimario en otra vida y ahora necesita corregir las consecuencias de su acción original con estos seres que ahora serán sus padres. Lo que está en juego, en todo momento, es la ley del amor. Pareciera que para que el Universo se encuentre en armonía total debemos llegar a perdonarnos y amarnos todos, sin excepción, los unos a los otros. Mediante el vínculo filial los antiguos enemigos no tienen otra alternativa que trabajar la relación hasta perdonarse y amarse mutuamente. Claro que eso puede llevar varias vidas hasta lograrlo.
Hay ocasiones en las cuales los maestros sugieren, sin imponer, los seres más apropiados como futuros padres. Hay múltiples razones para ello. Desde el aprendizaje de cuestiones puntuales, como en el caso de Encarna, hasta razones prácticas y obvias como recibir la mejor carga genética si se quiere descollar como atleta.
Finalmente, hay almas que simplemente confían en la sabiduría de los maestros de luz, en la certeza de que ellos elegirán siempre la mejor opción para cada caso en particular.
Veamos ahora qué tiene Encarna para decirnos acerca de su experiencia.
Hacer este trabajo fue reafirmar, esta vez de verdad, mi propósito de vida. La sensación de estar en el espacio entre vidas es maravillosa. Es vivenciar el no espacio, el no tiempo, es flotar en la luz y en la paz. Ese espacio es donde decidimos, ayudados por los seres de luz, nuestro propósito de vida, lo que realmente pensamos que nuestra alma necesita trabajar. Desgraciadamente, más tarde, con el paso de esta vida, rápidamente olvidamos nuestro propósito original.
A mí me sirvió muchísimo realizar este trabajo para decidirme, de una vez por todas, a seguir ese propósito sin temor a equivocarme. Para mí fue cambiar de vida. Fue pasar de estar nueve horas sentada en una fábrica a prepararme para trabajar por y para la Luz. Simplemente… es ser feliz.
Capítulo III
Tengo que enseñar que somos luz
Gabriela (32), estudiante de psicología, vivía con la sensación de no querer estar en la Tierra. Sabía que su nacimiento había sido complicado, ya que fue un parto de nalgas en el cual su mamá terminó muy lastimada. Gabriela estaba segura de que trabajar su nacimiento la ayudaría a sanarse, de modo que, al inicio de su sesión terapéutica, le pedí que fuera directamente al vientre de su madre.
Martes 25 de noviembre de 2008
Terapeuta: Muy bien, respirá profundamente y, al contar hasta tres, estarás allí, dentro del vientre de tu mamá, un poco antes de nacer. Uno, dos, tres. ¿Cómo es estar dentro de la panza de esta mamá?
Gabriela: Veo un feto, pero yo no siento nada.
T: ¿Y dónde estás vos cuando ves este feto?
G: Yo estoy dentro de la panza de mi mamá, pero no estoy dentro del feto.
T: ¿Y cómo es eso? ¿Dónde estás?
G: Estoy como apoyada en las paredes del útero.
T: ¿Y qué estás haciendo allí, apoyada en las paredes del útero?
G: No quiero entrar ahí.
T: ¿Y a qué se debe que no querés entrar ahí?
G: No sé pero... ¡¡no puedo volver!! ¡No puedo volver a la Luz! —con desesperación—. Tengo la Luz detrás de mí, pero no hay forma de volver. ¡No me dejan volver!
T: ¿Quiénes no te dejan volver?
G: Unos seres que me están mirando.
T: ¿Cómo son estos seres?
G: Son blancos, y me dicen que no puedo volver, que tengo que nacer —llorando—.
T: ¿Y para qué tenés