El propósito del alma. José Luis Cabouli

El propósito del alma - José Luis Cabouli


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      No parece haber un momento único y preciso para la entrada del alma en el cuerpo físico. Gabriela dice que lo hace en el octavo mes, pero hay personas o almas que lo hacen antes y otras después. De todos modos, la encarnación física recién se completa alrededor del séptimo año de vida. Además, según Gabriela, duele entrar en el cuerpo.

      Otra constante común que menciona Gabriela es que puede entrar y salir del cuerpo mientras se está gestando e inclusive en el momento del nacimiento. En particular, Gabriela se sale del cuerpo antes de nacer cuando ve venir las complicaciones, vuelve al cuerpo para que el bebé haga fuerza y una vez más vuelve a salirse cuando el bebé no puede respirar. Esto significa que puede que haya muchas personas que no están completamente encarnadas en esta vida y, por lo tanto, no disponen de toda su energía y de todo su poder para llevar a cabo su propósito. Por lo general, la pérdida de una parte del alma ocurre en circunstancias traumáticas acaecidas en la infancia o incluso después, pero también puede ocurrir en el momento del nacimiento. Por este motivo le indiqué a Gabriela que llamara a la parte de su alma que se había salido para que regresara a su cuerpo. Fue curioso y sorprendente que Gabriela dijera que sus ángeles estaban esperando que yo le indicara precisamente eso.

      Como sucede en la mayoría de los casos, Gabriela tenía vínculos previos y asignaturas pendientes con quienes serían sus padres en esta vida. Es lo habitual. Como ya lo hemos visto, la experiencia de aprendizaje, corrección y evolución es para todo el grupo familiar. En el caso de Gabriela, se da la particularidad de que ella ya había estado en relación tanto con su madre como con su padre y su hermana.

      Pienso que Gabriela nos deja una enseñanza magnífica para todos. Más allá del propósito que cada uno de nosotros trae para esta vida, todos estamos aprendiendo a ser espíritus dentro de un cuerpo. Somos luz, y el cuerpo es para estar aquí, en este mundo. El problema es que, al encarnar en un cuerpo físico, nos olvidamos de nuestro verdadero origen, pero Gabriela nos recuerda que el cuerpo no es ni para sufrir ni para enfermarlo. El cuerpo es para amar.

      Un año después de esta experiencia Gabriela me escribía lo siguiente:

      Querido José Luis:

      Después de leer la historia de Sandra en tu libro “El viaje del alma”, comprendí que allí, en el momento de mi nacimiento, estaba la raíz de todos mis malestares. Durante muchos años viví con la sensación de que yo no quería venir a esta vida como Gabriela. Desde que yo tenía unos diez años de edad, me acompañaba una sensación de vacío enorme en mi pecho, como si fuera un agujero que me provocaba una sensación de nostalgia y angustia sin saber el porqué. Después de hacer el trabajo con vos, José Luis, experimenté un cambio espontáneo. Dejar de sentir ese vacío de manera inmediata a la regresión fue realmente sorprendente. Recuerdo muy bien que las mañanas que siguieron al trabajo realizado contigo, apenas me despertaba, prestaba especial atención a mi pecho para ver qué era lo que sentía. Tenía temor de que el vacío volviera. Fue maravilloso comprobar a diario que esa sensación tan extraña que durante tantos años vivió conmigo se había ido para siempre.

      A partir de allí se sucedieron otros cambios importantes en mi vida. Lo primero fue que dejé de quejarme por mi vida. Al contrario, hoy veo que mi vida es una bendición. Amo mi trabajo y en cada ser que me consulta veo a un maestro que me enseña algo nuevo cada día. Ahora estoy más cerca de terminar mi carrera, pero no corro; disfruto cada tramo y me interesa saber más y disfrutar lo que aprendo sin desesperarme, dando un paso a la vez. Un dato importante es que, al sentir que por fin estaba dentro de mi cuerpo, el peso de los kilos de más que tenía comenzó a hacerse insoportable. A medida que aumentaba mi conexión con mi cuerpo, esta sensación se hacía más intensa todavía. Así fue que decidí iniciar un tratamiento y reduje mi peso en doce kilos, lo que me aportó más salud y mayor flexibilidad. Por otro lado, al asentarme por completo en la Tierra y recordar el motivo que me trajo hasta aquí, cosa que logré al recuperar la parte de mi alma que me faltaba, comencé a llegar a mucha más gente. Como consecuencia de esto mi trabajo se duplicó y hoy tengo muchas personas haciendo regresiones en mi consultorio.

      Con mi amigo Roberto, que también se entrenó con vos, hemos desarrollado una técnica que nos permite trabajar con la sanación del alma a distancia. Ya no sólo ayudamos a limpiar el campo energético de la persona de posibles entidades sino que también podemos llegar al origen de determinados síntomas accediendo a la vida en la cual se inició el problema, cerrando esa memoria como si la persona estuviese haciendo la regresión junto a nosotros.

      En lo personal, he comenzado a trabajar con constelaciones familiares, lo que me ha permitido sumar, a la sanación de mi alma, la sanación del alma de mi grupo familiar y tengo proyectado formarme en esta técnica luego de dar el último examen de psicología.

      Espero que la lectura de esta experiencia les sirva a otras personas tanto como me sirvió a mí, en su momento, leer tus libros anteriores.

      Capítulo IV

      He venido a ayudar a la gente asustada

      Pilar (53) acaba de vivenciar una muerte en una vida pasada en la que ella fue una niña maltratada y abusada. Luego de experimentar la muerte en esa vida, Pilar vuelve a la Luz, pero por poco tiempo.

      Sábado 11 de julio de 2009

      Terapeuta: Fíjate una cosa, Pilar. Si supieras, ¿para qué tuviste que pasar por esa experiencia de ser una niña maltratada y abusada?

      Pilar: Para entender la fragilidad de los niños.

      T: Muy bien, fíjate qué pasa cuando vuelves a la Luz.

      P: Estoy bien. He de volver otra vez.

      T: ¿Adónde has de volver?

      P: He de volver otra vez a la Tierra.

      T: ¿Y a qué se debe que tienes que volver otra vez a la Tierra?

      P: Hay que dar mucho amor; hay muchos niños y hay mucho abuso.

      T: Y entonces, ¿qué pasa?

      P: Me están diciendo: “si quieres volver, tienes libertad para volver”. Arriba nos preguntan si queremos volver.

      T: ¿Y quiénes son los que te preguntan?

      P: Son luces blancas, nos preguntan si queremos volver.

      T: ¿Y tú qué dices?

      P: Digo que sí.

      T: ¿Y qué cosa te lleva a decir que si?

      P: Es importante volver para ayudar. Hay mucho que hacer, hay que evolucionar, hay que venir.

      T: ¿Y cómo vas a ayudar?

      P: Voy a ayudar con amor a la gente asustada. Yo sé lo que es estar asustada, por eso puedo ayudar a la gente que está asustada.

      T: ¿Cómo esperas ayudar a la gente que está asustada?

      P: Llevándolos hacia la luz.

      T: Muy bien, y entonces, ¿qué pasa?

      P: Vuelvo —con un largo suspiro—, estoy bajando.

      T: ¿Cómo haces para bajar?

      P: Me acompañan los seres de luz.

      T: ¿Y cómo bajas? Cuéntame cómo es eso.

      P: Estoy como planeando; estoy viendo la Tierra desde fuera. Me empieza a dar un poco de vértigo, se nos olvidan los propósitos, empezamos a bajar. ¡Ay! ¡Qué vértigo! ¡Ay! Voy bajando… ¡Ay, madre mía! ¡Ay, madre mía!

      T: ¿Qué está pasando?

      P: ¿Para qué bajaré otra vez? ¡Uy, madre mía! ¡Ay, qué angustia! He cogido la angustia y la desesperación otra vez. ¡Ay, madre mía! —gritando—.

      T: ¿Y cómo es que coges la angustia y la desesperación otra vez?

      P: ¡Porque soy tonta! ¿Por qué he vuelto? —rompiendo a llorar—. ¿Para qué


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