Conexiones de la salud global. Diana Benavides Arias
que hay entre ecosistema-humano-animal para generar futuras medidas de intervención y control para esta problemática (Rodríguez-Salazar et al., 2016).
Concepto de las interfaces del dengue
El concepto de transiciones epidemiológicas es importante para describir la evolución del virus del dengue. Este surge a partir de la perturbación ecológica presentada en el sureste de Asia durante y después de la segunda guerra mundial, cuando los sistemas de agua fueron destruidos, lo cual obligó a almacenarla para el uso doméstico y para el control de incendios. El agua se recolectaba de la lluvia sin considerar algún tratamiento previo o sin tener la precaución de tapar los recipientes donde se almacenaba. Esto llevó al crecimiento de hábitats larvarios ideales para el mosquito Aedes aegypti. Después de la recolecta, se trasladaban los recipientes a diversas ciudades y países, llevando consigo mosquitos y sus huevos a nuevas áreas geográficas. Por lo anterior se incrementó la densidad poblacional del mosquito, su adaptación a nuevos lugares; se facilitó la movilidad de soldados infectados con el virus, lo cual aumentó el número de individuos susceptibles en zonas no endémicas de la enfermedad. La guerra, se puede decir, es la responsable de crear alta densidad de mosquitos y de transportar el virus tanto al sudeste asiático como al Pacífico (Maneerat y Daudé, 2016).
En ese sentido, la movilización de poblaciones, el desplazamiento forzado, el deterioro de los sistemas de alcantarillado, la urbanización y los desastres dejados por la segunda guerra mundial fueron factores importantes en el incremento de la frecuencia de transmisión del dengue. Se evidenciaron grandes epidemias en las que los grupos etarios de niños y la población indigente fueron los más afectados. La rápida aparición de nuevos serotipos del virus y la propagación de la enfermedad a nuevas zonas fueron factores que mostraron una gran interacción con las condiciones ambientales y climáticas, lo que llevó a que se estableciera la presencia del vector y el consiguiente contacto con las personas y las actividades que desempeñan las diferentes poblaciones. Estos hechos contribuyen a la presentación de la enfermedad (Gubler, 1997; Maneerat y Daudé, 2016).
Dengue como modelo de interfaz
El transporte de animales por diferentes medios de movilización (barcos y aviones, por ejemplo) ha permitido introducir diferentes especies de vectores a nuevas zonas geográficas, como en el caso del dengue. Se especula que el mosquito Aedes aegypti se llevó por medio de un avión jumbo sin que nadie tuviera conocimiento de este, lo cual provocó importantes brotes de dengue intercontinentales al pasar el mosquito adulto o sus huevos inadvertidos, mientras el objetivo principal era el de transportar únicamente animales domésticos (Greger, 2007; Cook, 2005).
Los cambios evidenciados en el clima han permitido un aumento y variabilidad en la distribución de las enfermedades tropicales como la malaria y el dengue. Las alteraciones en las tasas de precipitación, con el incremento de la erosión y de los niveles del mar, obligan a las especies a evolucionar paulatinamente y adaptarse a estas variaciones. Los animales y el hombre no son los únicos afectados de forma directa; también los vectores como las garrapatas y mosquitos deben atravesar por las alteraciones ambientales, lo que origina cambios genéticos y moleculares para llegar adaptarse y poder así sobrevivir e impedir la extinción de la especie.
Efectos como el cambio climático, la adaptación de los vectores, la susceptibilidad del huésped, los cambios en los ecosistemas, el crecimiento poblacional, la globalización y las mutaciones virales son parte esencial en la presentación de enfermedades emergentes. En el caso del dengue, estos factores contribuyen para volverlo un patógeno endémico casi a nivel mundial (King, 2004; Naish et al., 2014).
El conocimiento de la ecología evolutiva y la biología, asociadas a la biodiversidad genética, puede proveer antecedentes sobre los ciclos de vida, la asociación con huéspedes, el desarrollo de inmunidad, los mecanismos de infección, entre otros. Las interacciones o interfaces humano-animal-ecosistema son importantes en la aparición de enfermedades emergentes, reemergentes y zoonóticas tanto en el ámbito histórico como en el actual (San Martín, 2011; Morin, Comrie y Ernst, 2013) (figura 1).
FIGURA 1
MODELO DE INTERFAZ HUMANO-ANIMAL-MICROBIO-SILVESTRE CON LOS DIFERENTES FACTORES POTENCIALES
Fuente: King (2004).
Huéspedes, reservorios y vectores del dengue
Según la OMS (2014), se considera a los primates no humanos como los huéspedes y reservorios del virus del dengue en África y en el sureste asiático. Hay registros de animales domésticos y silvestres que sugieren las vacas, los perros, los murciélagos y las ovejas como posibles reservorios del virus; sin embargo, continúan los estudios para confirmar este supuesto (Schaffner y Mathis, 2014).
Se considera al humano como un reservorio natural del virus del dengue, el cual desempeña un rol crítico en la propagación de la enfermedad a nuevas regiones geográficas (figura 2). Si un humano se encuentra infectado por el virus, al viajar a un lugar donde el vector esté presente hay posibilidades de contacto, lo cual permite la propagación de la enfermedad a nuevas áreas (Bain, 2011; Kakumani et al., 2016).
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