La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
muy a pesar de su compromiso y trabajo al respecto nada pudo frente al bipartidismo incólume. Finalmente, la paz fue preponderante, pues sería en la contienda presidencial donde se materializó el Mandato Ciudadano por la Paz, la Vida y la Libertad,50 promovido por el movimiento por la paz o la sociedad civil.
Las elecciones territoriales de 1997 mostraron la incapacidad de la izquierda legal y reformista para afrontar los intríngulis de contiendas a este nivel, donde los poderes tradicionales y reaccionarios tenían preeminencia. Su papel más activo fue disimularse en procesos con cierta aceptación como eran las iniciativas por la paz, y por lo general, a vista del imaginario corriente, distanciadas de una etiqueta marcadamente de izquierda, también, participar en movimientos cívicos o autoproclamados decepcionados y ajenos al bipartidismo. Para subsistir en los planos local o regional, sus fuerzas aprovecharon los espacios que se abrieron alrededor del combate a la corrupción, contra la política tradicional, por un aumento de los poderes territoriales. Por lo mismo fueron presas de las reyertas entre las posiciones proclives al mantenimiento de la ortodoxia ideológica y las que propugnaban por el pragmatismo, como era la movilización por la paz, que, pese a una amplia aprobación, dio para que algunos la consideraran falta de contenido, determinando en parte las discusiones subsecuentes. En definitiva, pocos logros pueden atribuírsele a la izquierda en aquellas elecciones; su aporte vino por fuera, como lo hiciera ocho años atrás en la movilización por la Asamblea Constituyente, en esta oportunidad, con la ingente movilización a favor del Mandato Ciudadano por la Paz.
A nombre de las fuerzas de la izquierda legal hubo tres candidaturas al llamado comúnmente segundo cargo más importante del país, la Alcaldía de Bogotá. Siendo ciertamente una excepción en aquellas elecciones, aunque no específicamente para el caso de una urbe que ella sola concentra más del 14 % de la población nacional, la presencia de estos tres aspirantes nada tuvo que ver con el resto de capitales importantes en las que, con la excepción de Barranquilla, los principales partidos rivalizaron entre sí. Pero ni siquiera la suma de la votación que recogieran esos tres candidatos fue motivo de regocijo en el seno del propio campo político-ideológico al que se adscribían, a no ser el hecho de haberlo intentado. La distancia fue abismal entre los 619 086 votos obtenidos por Enrique Peñalosa51 y los 7084 (equivalentes al 0.56 %) por Gustavo Petro, a quien mejor le fue. Tras su intentona por llegar al Senado en 1994, el ex-m-19, a nombre de una coalición, daría un salto agigantado, no medido, pues ello le va a servir de pasarela para otro cargo representativo en las elecciones del año siguiente. Los otros dos candidatos fueron Néstor García Buitrago, por el m-19, quien obtuvo 2286 votos (0.18 %), y Édgar Montenegro, por el movimiento Convergencia Popular, con 2119 votos (0.17 %). Al Concejo capitalino el único representante elegido en nombre de la izquierda pertenecía a la up, se trata de Mario Upegui Hurtado, quien consiguió 8578 votos. La ad m-19 presentó a Daniel Segundo Álvarez Sosa, quien obtuvo 537 votos. De señalar, la elección del otrora actor Bruno Díaz, quien con 24 737 votos fue elegido concejal por Bogotá, a nombre del Partido Liberal, y quien años más tarde va a engrosar las filas de los movimientos políticos de izquierda.
De las elecciones al Congreso en 1998 se dijo que la paz tuvo un papel ponderado. La regla general, antecedente en el mantenimiento de nichos regionales por los partidos tradicionales, era entretener las relaciones de clientelismo y caciquismo que median los procesos electorales. De ahí que la paz, pese a las excepciones,52 fuera un aderezo adicional promovido por las cabezas de lista, en vista de la lasitud del sistema político colombiano. No hay que olvidar el incentivo constitucional de una democracia más asequible, que hizo que muchas personas sin carrera política buscaran hacerse elegir. Esa jornada electoral, más marcada que la de 1991 y 1994 por lo que Rodríguez Raga denominara “personalización política” o Pizarro Leongómez “empresas individuales”, no entusiasmó a las fuerzas de la izquierda legal,53 cuya votación pasaba de 500 000 sufragios, sumando los 450 000 de la ad m-19 y los 70 000 del pcc-up, en las elecciones que renovaron el Congreso en 1991 a 129 249 votos,54 que ahora sacaban las organizaciones que surgieron de la rotura de la ad m-19, el diezmado pcc-up, el moir o la crs.
Dos curules evidenciaban el fiasco. Para el Senado, según Pizarro Leongómez,55 se trata de una sola obtenida por el excomandante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt), José Matías Ortiz, elegido por el Movimiento Ciudadano, dirigido por el cura Bernardo Hoyos.56 Señala el mismo autor que el pcc-up y el moir perdieron cada uno la curul que consiguieran en las elecciones de 1994. Pero hay otro escaño para considerar, aunque los autores consultados no lo registran entre el abanico de la izquierda, el de Samuel Moreno, quien en nombre de la Anapo obtuvo la quinta mayor votación con 111 531 votos.57 Para estas elecciones ninguna de las ocho listas estaría liderada por los doce dirigentes que encabezaron el mismo número de listas a nombre de la ad m-19 en 1994.58 Hubo sin embargo dos candidatos que lideraron; el uno, Fabio Rodríguez Villa,59 una lista bajo la sigla ad m-19, el otro, Carlos Franco, una lista conjunta entre la ad m-19, Convergencia Ciudadana60 y el Frente Independiente Cívico y Popular; sacando respectivamente 13 166 y 13 708 votos. Un grupo que mantuvo fidelidad al m-19 propuso a Germán Rojas Niño, quien sacó 5459 votos; el resultado más bajo de las ocho listas pero que no le impidió a este exconstituyente buscar la Presidencia del país dos meses después. El listado lo completan Jorge Santos y Jorge Robledo, por el moir. El primero, con 35 956 votos, logró la mayor votación entre los aspirantes aquí citados, por algo más de 1000 votos no alcanzó el residuo menor;61 el segundo, con 15 641 votos, presidió una lista de coalición con el movimiento regional Convergencia Cívica Agraria.62 Además de Édgar Ortiz, por el pcc-up, segunda lista más votada con 23 613 votos; Adolfo Bula, por el Movimiento de Integración Democrática, con 8472 papeletas, y León Valencia Agudelo,63 máximo dirigente de la crs, con 13 254 votos.
En cuanto a la Cámara de Representantes, los resultados tenidos en cuenta son los de Bogotá (véase tabla 3.3).64
Tabla 3.3 Votación por candidatos de izquierda a la Cámara por Bogotá en 1998
Candidatos | Partido o movimiento | Votación | % |
Antonio Navarro Wolff – Gustavo Petro Urrego | Vía Alterna “otros partidos” | 117 919 | 8.92 |
Sergio Cabrera | Otros – Corriente de Renovación Socialista | 28 452 | 2.15 |
Germán Navas Talero | Coalición | 20 336 | 1.54 |
Wilson Alfonso Borja Díaz | Partido Comunista Colombiano “coalición” | 10 487 | 0.79 |
Carlos Arturo Romero Jiménez | Educación, Trabajo y Cambio Social | 8123 | 0.61 |
Hernando Jiménez | Movimiento Alternativa Democrática | 2330 | 0.18 |
Jorge Alexánder Ortiz | Corriente de Renovación Socialista | 1319 | 0.1 |
Eduardo Duplat Sanjuán | Movimiento 19 de Abril | 1200 | 0.09 |
Total votación de la izquierda | 190 166 | 14.38 |
Fuente: elaboración propia con base en los datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
El tándem Antonio Navarro-Gustavo Petro logró la más alta votación alcanzada hasta entonces por aspirante alguno a la Cámara de Representantes por Bogotá. En lo que incumbe a Navarro, el haber sido alcalde de Pasto, donde él y personas muy cercanas han tenido un considerable influjo,65 no le bastaba para recuperar visibilidad a nivel nacional, lo que sí le posibilitaba el ser candidato en la capital del país. Ante la falta de consensos entre algunos dirigentes de la izquierda legal para proponer su nombre al Senado, el dirigente mantuvo su pragmatismo y lideró un movimiento limitado a Bogotá, creado con la recolección de 80 000 firmas.66 En cuanto al también exdirigente del m-19 Gustavo Petro, era claro que no necesitó de su correligionario para hacerse a un nombre, apenas a cinco meses de su tentativa a la Alcaldía capitalina.
En momentos en los que ser candidato en representación de la izquierda presentaba riesgos, todo aquel que lo hacía era claramente un valiente. Además, estaba la desidia del régimen para crear la representación proporcional, lo que frenaba el espíritu pluripartidista de la Constitución. Pese a lo inocuo que podía ser el trabajo de un imperceptible grupo de parlamentarios en un Congreso dominado por el bipartidismo, era algo preferible que privarles de la personería jurídica, como le sucediera al pcc-up al no haber conseguido un solo escaño, según lo establece la ley.67 La votación que para el Senado recogieron sus