Entrevistar en psicología. Tania Zohn Muldoon

Entrevistar en psicología - Tania Zohn Muldoon


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de las acciones inmersas en la relación comunicativa (Habermas, 1987).

      Cada uno de ellos dentro de una interacción dinámica, en la que, menciona Kagan (1973), el entrevistador incita al entrevistado “a hablar sobre las actitudes no expresadas, las intenciones, los sentimientos, los pensamientos” (p.49). Es decir, al hablar de una interacción activa queda de manifiesto que el entrevistador busca más allá de las palabras dichas literalmente por el entrevistado, descubrir lo que comunica también de forma velada sobre sus ideas, estado anímico, actitud, entre otros.

      Lo experimentado durante la entrevista da preámbulo para iniciar la relación; el entrevistador busca comprender lo que expresa el entrevistado a través de la atención, cortesía, conducción, apertura y escucha, así como reconocer las acciones entre ambos, las cuales dan lugar a la interacción.

      En este acto comunicativo, el lenguaje es un medio de entendimiento en donde hablantes y oyentes negocian la definición de cada situación bajo tres criterios:

      1. El mundo objetivo, es decir, lo que se dice puntualmente.

      2. El mundo social o la interpretación sociocultural que se hace de lo que se dice.

      3. El mundo subjetivo, que se refiere a la forma particular de expresión y comprensión de cada sujeto, según sus propias vivencias (Habermas, en Garrido, 2011).

      Cabe agregar que, en esta interacción comunicativa, no solo tenemos el lenguaje como medio de entendimiento, también hemos de reconocer lo que comunican los gestos, silencios, las pausas, posturas y los tonos de los entrevistados. En la interacción, ambas dimensiones se retroalimentan, verbal y corporalmente.

      Para generar mayores pautas de comprensión en la interacción comunicativa es importante detenernos un poco más en el proceso de comunicación. Como lo menciona Bateson (1980), son las dinámicas relacionales las que, en gran medida, determinan el juego de roles, las creencias y esperanzas presentes en cada una de las personas. A partir de ello, las investigaciones sobre la teoría de la comunicación adoptaron un enfoque sistémico donde toda conducta era concebida de manera relacional y representaba una forma de comunicación.

      Watzlawick, retomando las conclusiones de Bateson, define a la comunicación como un “conjunto de elementos en interacción en donde toda modificación de uno de ellos afecta las relaciones entre los otros elementos” (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1985). Las dinámicas relacionales y de interacción son de gran utilidad, pues nos hacen advertir no solo la importancia de lo que se comunica entre entrevistador y entrevistado sino los efectos de la comunicación sobre el desempeño de ambos participantes. Lo anterior se comprenderá más ampliamente al explicar los axiomas de la comunicación humana.

      En el proceso de interacción, cada uno de los sujetos se ven afectados por la experiencia de los otros sujetos, por lo tanto, la interacción en la entrevista se ve influenciada por la acción del entrevistado y del entrevistador, que además se encuentra regulada por una serie de principios, como lo expone Rizo (2011):

      a. Principio de totalidad: implica que un sistema no es una simple suma de elementos sino que la relación entre las partes posee características propias (p.2). De tal forma que el todo siempre es más que la suma de las partes. Morin (2009) lo explica así: “[...] tengo por imposible conocer las partes en tanto partes sin conocer al todo, pero tengo por no menos imposible la posibilidad de conocer al todo sin conocer singularmente a las partes” (p.144).

      Tener en cuenta este principio de totalidad, alerta al entrevistador a atender las pequeñas o grandes partes de los mensajes o definiciones del entrevistado en relación a un todo.

      b. Principio de causalidad circular: “[...] según el cual el comportamiento de cada una de las partes del sistema forma parte de un complicado juego de implicaciones mutuas, de acciones y retroacciones” (Rizo, 2011, p.2). Donde, lo producido por una narrativa o acción retroalimenta la interacción. Dichas reciprocidades surgen en un ambiente comunicativo. Entonces, se influyen mutuamente entrevistador y entrevistado dentro de esta interacción.

      A partir de este principio, se debe asumir que lo que se va compartiendo entre entrevistador y entrevistado va detonando en uno y otro la forma de relacionarse y el tipo de información que se va expresando.

      c. Principio de regulación: “[...] afirma que no puede existir comunicación que no obedezca a un cierto número mínimo de reglas, normas y convenciones” (Rizo, 2011, p.2). Bateson y Ruesch afirman que “la comunicación es la matriz en la que se encajan todas las actividades humanas” (Bateson & Ruesch, 1984, en Rizo, 2011, p.13).

      Para ello en la entrevista, el lenguaje (idioma) es un ejemplo de estas normas y convenciones que hacen posible la comunicación efectiva, ya que el lenguaje es un código común a ambos que permite entender y decodificar los mensajes.

      Aparte de los principios anteriores, en los axiomas de la comunicación propuestos por Watzlawick (1985) encontramos paradigmas valiosos para la realización de la entrevista, los cuales abordaremos para ampliar la visión de la interacción comunicativa:

      a. Es imposible no comunicar: esta afirmación nos permite reconocer que cualquier palabra, silencio, movimiento o inactividad en la interacción comunica un mensaje, y este a su vez influye en la forma de responder; por lo que el entrevistador centrará su atención en todo lo que él y el entrevistado van comunicando verbal y corporalmente.

      b. Toda comunicación tiene dos niveles: el digital y el analógico, los cuales se llevan a cabo simultáneamente. La comunicación digital se refiere al lenguaje, las palabras literales que se dicen, y la analógica, también definida como comunicación corporal, se refiere a los movimientos corporales (kinesia), la postura, los gestos, la expresión facial, el ritmo, la cadencia de las palabras, el silencio y la proxemia mostrada en el contexto, lo que deja de manifiesto que existe un vasto campo donde utilizamos, en forma casi exclusiva, la comunicación analógica.

      El aspecto digital (lenguaje) da un contenido y el analógico hace referencia a la interpretación que se hace del mensaje (comunicación corporal y contextual). Idealmente, ambos contenidos habrían de tener sintonía, pero cuando hay incongruencia entre estos dos niveles, se pueden mandar dobles mensajes que suelen repercutir en conflictos o malos entendidos que afectan la interacción.

      c. Toda comunicación define una relación: este axioma indica que durante este proceso no solo se trasmite información sino que se impone un orden de respuestas. El entrevistador, al estar consciente del mensaje que está enviando, tanto a nivel analógico como digital, puede prever el tipo de relación que va estableciendo con el entrevistado.

      Una situación común en entrevistadores novatos, que puede ejemplificar lo anterior, se da cuando, al realizar las primeras entrevistas, suelen estar más atentos a su incertidumbre o falta de experiencia aun cuando sus intervenciones puedan ser adecuadas. Ante esto, el mensaje que recibe el entrevistado podría verse debilitado o distorsionado debido a que está siendo ejecutado en tono titubeante (nivel verbal) o de brazos cruzados y mirada distante (nivel analógico) con lo que en la interacción se genera una respuesta desfavorable al clima de la entrevista.

      Así, pues, el aspecto relativo al “nivel de contenido” en la comunicación se trasmite en forma digital, mientras que el “nivel relativo a la relación” es de naturaleza predominantemente analógica (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1985).

      TABLA 2.1 EJEMPLO DE DISCREPANCIAS EN UNA PUNTUACIÓN

      El entrvistado habla del dolor sentido por una pérdida. Ante esto, el entrevistador, le pregunta “¿qué piensa de eso?” Situación que genera una discrepancia; pues mientras que uno está hablando de sus sentimientos, el otro cuestiona sobre el pensamiento.

      d. La puntuación de la secuencia de los hechos: en una secuencia prolongada de intercambios, las personas puntúan de modo que uno de ellos, o el otro, tiene iniciativa, predominio, dependencia, directividad, entre otros. Así, a una persona que se desempeña de determinada manera dentro de un grupo la llamamos “líder” y a la otra, “adepto”; aunque resultaría difícil decir cuál surge primero o qué sería del uno sin el otro. La falta de acuerdo con respecto a la manera de puntuar secuencia de hechos


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