Los caminos de la música. Rodrigo De la Mora Pérez Arce

Los caminos de la música - Rodrigo De la Mora Pérez Arce


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Apenas hace 40 años, el antropólogo estadunidense de formación funcionalista, Alan Merriam (1964), desarrollaba el concepto “Antropología de la música” y sentaba las bases para el desarrollo de un tipo de estudio centrado en el carácter contextual y procesal de la música —más allá de los estudios centrados en la forma musical de expresiones no occidentales, ya estudiados por la llamada Musicología histórica. En un intento de comprender de manera sintética las dos grandes tendencias en la etnomusicología, puede señalarse, por un lado, una que privilegia el estudio de la forma musical por sobre el estudio del carácter social de la música, y otra que, por el contrario, privilegia el estudio de lo social o contextual por sobre lo formal–musical.

      La mayoría de los trabajos realizados sobre música y sociedad en México presentan perfiles de documentación ya sea musicológica (Mendoza, 1984 [1956]; Estrada, 1984); historiográfica (Turrent, 1993) o etnomusicológica (Stanford, 1984; Varela, 1987; Chamorro, 1994). Sobre estos últimos, de manera general, puede establecerse que han buscado documentar y explicar fenómenos musicales enmarcados dentro de procesos sociales y contextos culturales, y solo algunos trabajos han abordado la música desde perspectivas antropológicas con la pretensión de comprender procesos sociales a partir de fenómenos musicales (Lemaistre, 1997; García de León, 2002).

      El presente trabajo se ubica en la tradición del estudio de lo social, lo contextual, antes que lo formal musical, y tiene como antecedentes directos estudios como los de Seeger (1979), Turino (1993) o Lemaistre (1997). Es decir, se adscribe a los trabajos de orden antropológico sobre la música. A decir de Antonio García de León:

      La música tiene pues una naturaleza auténtica determinada por los medios sociales, culturales y económicos, está sujeta a cambios individuales y está bullendo en relaciones de significación que dependen de una enorme multitud de factores. Por ello, su función primera no debe ser buscada en la estética abstracta sino en la eficacia de su participación en una regulación social históricamente determinada (2002, p.158)

      En el caso de México, son pocos los estudios que han profundizado en el tema de la música como elemento de construcción de la realidad cultural y social entre la sociedad mexicana en general y en particular entre los pueblos indígenas. Considero que el estudio de la música como factor constitutivo de la realidad social Wixárika es un tema relevante dentro del ámbito de los estudios antropológicos de México.

      Una vez revisada la bibliografía relativa al tema de la música entre los huicholes (Yurchenco, 1993 [1963, 1964]; Téllez Girón, 1964; Benzi, 1993 [1972]; Mata Torres, 1974; Jáuregui, 1992, 1996, 2003, 2006, 2007; Ramírez de la Cruz, 1994, 2004; Lemaistre, 1997; Luna, 2004, 2005; De la Mora, 2005; Chamorro, 2007), reconocí la ausencia de trabajos que abordaran de manera sistemática y problematizando el universo musical wixárika: la mayoría de los trabajos existentes no proporciona elementos suficientes para la comprensión de la música wixárika como factor constitutivo del sistema simbólico y social, y particularmente como elemento que brinde claves para la comprensión tanto del cambio como de la complejidad cultural del mismo pueblo en su interior y en sus relaciones interétnicas.

      Como principal objeto de estudio en esta investigación se encuentran, en primer lugar, las relaciones sociales en y alrededor de las prácticas musicales entre los wixáritaari; en segundo, las propias prácticas musicales, entendidas como performances, que a su vez derivarán en los significados sociales asociados a la música wixárika, y, en tercer lugar, el espacio como un elemento que en su estudio permitirá vincular claramente lo musical a lo social; es decir, al estudio del vínculo entre los contextos y las prácticas musicales.

      Este libro se divide en tres partes. La primera, enfocada a la exposición y explicación del contexto de estudio, así como de los conceptos teóricos y la manera en que se aplican al análisis de los casos de estudio. La segunda, encaminada a la descripción de los diferentes géneros musicales wixáritaari y los contextos en los que tienen lugar. Y la tercera, centrada en el análisis de casos y regiones en los que se interrelacionan la música, el espacio y diferentes formas de relación social.

      Específicamente, en el capítulo 1, titulado “Cultura y espacio wixáritaari: territorio, mitología, ciclo ritual y sistema de cargos”, presento una contextualización sobre la realidad sociocultural del pueblo indígena en estudio, con una exposición general sobre sus concepciones del territorio, su sistema de creencias, ciclos rituales y formas de organización social.

      Así también, en la primera parte, en el capítulo 2, titulado “Perspectivas teóricas sobre espacio y performance”, expongo aspectos centrales del tratamiento teórico, que integra básicamente dos disciplinas: la antropología social y la etnomusicología. El modelo de análisis de espacio social de Henri Lefebvre (1991 [1975]), complementado por las concepciones de cultura regional y cultura de relaciones sociales propuesto por Claudio Lomnitz–Adler (1995), brindaron claves conceptuales, filosóficas y antropológicas para abordar el espacio y las relaciones sociales en este trabajo. Por otra parte, el enfoque etnomusicológico de Thomas Turino (2009) sobre tipificación de performances musicales, y el modelo etnográfico de análisis de performance musical propuesto por Regula Qureshi (1987), constituyeron las principales propuestas analíticas relacionadas a performance musical que se emplearon para abordar con claridad el problema de la música y las relaciones sociales.

      De manera complementaria al apartado teórico, la primera parte concluye con la presentación del capítulo 3, “Entramado metodológico: aplicación de la teoría al diseño de investigación”, en la cual explico la manera en que se integraron los modelos teóricos mencionados dentro del diseño de investigación, así como también hago mención del tipo de trabajo de campo, sus alcances y limitaciones.

      En la segunda parte, que he titulado “Géneros musicales wixáritaari, contextos y espacios para el performance”, abordo el contexto musical en sus dimensiones fundamentales y que corresponden a tres diferentes géneros musicales, estudiados en sus características formales y simbólicas; de este modo, en el capítulo 4, titulado “Jalar vida: canto sagrado y relaciones sociales”, realizo una recapitulación sobre los estudios relacionados al canto de mara’aakame; propongo una tipología de dicho canto y desarrollo una descripción general de las ocasiones en las que tiene lugar esta práctica ritual. Continúo con el capítulo 5, “Esperar el mensaje: música tradicional y relaciones sociales”, en el que expongo los elementos característicos de este género musical y los contextos en los que opera, para terminar la segunda parte del libro con el capítulo 6, “Mandar música: el género regional wixárika”, en el que abordo la música llamada regional o de mariachi tradicional en sus aspectos formales y contextuales.

      En la tercera parte del libro, titulada “La música wixárika en las regiones de interacción cultural”, presento tres capítulos más, orientados cada uno a mostrar de qué maneras, las prácticas musicales confluyen con diferentes espacios en los que, desde de la cultura local hasta el espacio virtual de la Internet, se generan y articulan diferentes formas y estrategias de interacción social. Así, en el capítulo 7, titulado “Lo local: elementos performativos de la música en la ceremonia de Patsixa, Cambio de Varas”, presento la etnografía de una


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