Los caminos de la música. Rodrigo De la Mora Pérez Arce
hermano mayor el Venado azul, Tatei Yurienaka, nuestra madre tierra húmeda—, en su recorrido, punto por punto, partiendo desde el mar, en Haramaara, hasta llegar al Cerro del Amanecer Paritekia, o Cerro Quemado, Reu’unaxi, en Wirikuta. Comprende también el mito del Nacimiento del sol, Tayeu o Tawewiekame, (11) la luna, Metseri, —la historia del autosacrificio de un niño que se convierte en el astro. Este mito se relaciona con la temporada de secas y se canta durante la misma, durante el proceso de la Peregrinación a Wirikuta, que puede tener lugar desde los principios del año hasta el fin de las secas, y en la fiesta de Hikuri Neixa, a mediados del año.
El segundo mito fundamental es el relativo al primer cultivador, Watákame, en su búsqueda del maíz, quien es Tatei Niwétsika, nuestra madre maíz, misma que se desdobla en cinco diosas. En este mito aparece Takutsi Nakawé, quien advierte a Watákame del diluvio y lo hace construir una barca de chalate, xapa, y conservar las semillas junto a las deidades. El destino final de la barca es rumbo al sur, a Xapawiiyemeta, la Isla de los Alacranes, en el lago de Chapala. Trata pues de una segunda creación. Este mito se relaciona con la temporada de lluvias y se canta en las ceremonias de xiriki, adoratorio familiar.
El tercer mito es el relativo al Nacimiento de Cristo, que se extiende también al nacimiento de los santos, los oficios, algunos animales y el dinero; en suma, del mundo mestizo (Neurath & Gutiérrez, 2003). (12) En este mito aparecen también las deidades primordiales, como Kauyumarie, Nakawé y Tauyau; en diferentes versiones, este mito fue recuperado de manera detallada por Robert Zingg (Zingg, 1998).
En tanto que en el contenido de los mitos radica el fundamento del sistema de creencias de los wixáritaari, la importancia de los mismos es central: orientan el sentido de sus prácticas, particularmente en el contexto ritual. Asimismo, en los mitos radica el trasfondo conceptual de la geografía sagrada, tanto en relación con los parajes naturales integrados por conjuntos de lugares sagrados como Teekata, Wirikuta, Teupa o ’Ututawita, como respecto a aquellos lugares identificados con un punto en particular, como Haramaara; a su vez, se explica la interrelación entre los múltiples centros ceremoniales y adoratorios dispersos a lo largo del territorio sagrado.
CENTROS CEREMONIALES Y ADORATORIOS
En cuanto a la estructuración ritual, la cultura wixárika está integrada por tres tipos de espacios ceremoniales que se relacionan entre sí, mas no se determinan: xiriki, tukipa y cabecera comunitaria. El tipo más pequeño de estos centros ceremoniales es el centro ceremonial local, o adoratorio familiar, llamado xiriki (xirikite, en plural), que consiste en un pequeño templo en el que tienen lugar ceremonias especiales para la deidad a la cual se rinde culto dentro del mismo; por lo general está relacionado con las deidades del maíz, Tatei Niwétsika, nuestra madre maíz. Este pequeño templo está construido de adobe, en forma rectangular, con techo de pasto a dos aguas, complementado por un patio amplio llamado takwa, donde principalmente tienen lugar las ceremonias familiares.
Por otro lado, el centro ceremonial llamado tukipa se conforma, a su vez, por un patio y una casa o templo circular de gran tamaño, llamado tuki, construido de piedra, adobe, techo de pasto y madera, que, en su estructura, representa el universo (Schaefer, 1996). Alrededor del tuki (13) se construyen varios xirikite (plural de xiriki), que son consagrados a diferentes figuras de dioses, los cuales tienen la tarea de cuidar a los integrantes del grupo de jicareros. Existen, de este modo, varios tukipa en cada una de las cuatro comunidades, y al interior de cada uno de estos, al menos algunos xirikite en los que se lleva a cabo el culto específico a alguna de las aproximadamente 30 deidades wixáritaari. En los tukipa integran numerosos xirikite organizados en forma circular alrededor del patio ceremonial.
Por otra parte, el gobierno de la comunidad se concentra en el núcleo poblacional de origen colonial denominado “cabecera”, donde tienen lugar algunas de las ceremonias generales o comunitarias. Dentro de la cabecera, existen varios espacios ceremoniales importantes, relativos tanto a la organización civil como a la religiosa —de origen cristiano. Los dos espacios principales relativos al poder civil son la katsariana “casa real”, la cual es ocupada por el gobernador y sus ayudantes, y la kuminira, “casa de la comunidad”, donde se reúnen los mara’aakáte cantadores a velar en las ceremonias del ciclo cristiano. Por último, el templo católico, teyupani, es el espacio que cumple funciones relativas al ciclo ritual católico; estas construcciones son de carácter colonial y albergan las imágenes de algunos santos. (14)
CICLO RITUAL
La vida religiosa de los wixáritaari, está integrada por un complejo calendario festivo, que comprende rituales relacionados por una parte con el ciclo estacional —las temporadas de secas y de lluvias—, y por otra con la organización comunitaria, es decir, por ceremonias de origen colonial, tanto de carácter civil como religioso. Dentro del ciclo estacional, son dos las fases ceremoniales: la correspondiente a la temporada de secas, asociada simbólicamente al sol, a la luz y al día, tuukari, y la correspondiente a la temporada de lluvias, asociada a la fertilidad, a la oscuridad y a la noche, tikaari (Preuss, 1998 [1907]; Lemaistre, 1997; Neurath, 2002; Geist, 2005). Dentro del periodo comprendido por la temporada de secas (septiembre–mayo, aproximadamente), se realizan una serie de rituales y peregrinaciones con el fin de solicitar a las deidades las lluvias para los coamiles, espacios para la siembra del maíz. Estas peregrinaciones se realizan hacia diferentes lugares sagrados, ubicados —principalmente— al interior del espacio delimitado por los cinco puntos sagrados principales, mencionados con anterioridad, considerados por los wixáritaari, lugares de residencia de los dioses; de todas estas peregrinaciones, la más importante es la realizada al lugar sagrado del oriente, Wirikuta.
El ciclo ritual se considera complejo, en tanto que se relaciona con la estructura de organización social, que tiene diferentes naturalezas: la familiar, la sagrada a nivel distrital, y la comunitaria. Esta estructura se conforma por tres sistemas independientes, pero que a la vez se relacionan: el del xiriki, adoratorio familiar, en el cual participa también la comunidad; el del tukipa o distrito religioso, de presumible origen prehispánico —con carácter familiar pero no exclusivo, y que abarca una población más o menos amplia—, y el de la cabecera, es decir del centro comunitario principal, que en ciertas ceremonias, como weíya, Semana Santa, aglutina a los diferentes centros ceremoniales de cada comunidad.
En los centros ceremoniales tukipa, así como en los xiriki, dependiendo el caso, tienen lugar ceremonias centradas en el cultivo del maíz, elemento fundamental de la cultura, tanto simbólica como materialmente. Estas fiestas son: Hikuri Neixa o fiesta del peyote, que tiene la función de cerrar el ciclo de secas —e iniciar el de lluvias— (tiene lugar a finales de mayo o principios de junio); Namawita Neixa, relacionada con la siembra (entre junio y julio), y Tatei Neixa, relacionada con el fin de las lluvias, y sobre todo con la cosecha y conocida también como fiesta del tambor, de los primeros frutos o del elote (desde principios de octubre hasta noviembre). Además de estas tres ceremonias, Mawarixa, la Fiesta del Toro, es otra fiesta que se celebra por familias con la finalidad de obtener un determinado favor de las deidades.
En la cabecera de cada comunidad tienen lugar diversas ceremonias de origen colonial, tanto de carácter civil como religioso. Las principales son: de carácter civil, la del cambio de autoridades (Patsixa o Cambio de Varas o ’Itsi teexá), que se lleva a cabo unos días despúes del inicio de año; de orden religioso, la ceremonia de Naxiwiyari (“Lluvia de cenizas”), conocida también como Carnaval o Pachitas, y Weíya, Semana Santa, de origen católico ya completamente adaptada a la cosmovisión wixárika (Iturrioz & Carrillo, 2007); de carácter cívico, al tiempo que religioso, las ceremonias del Volteado de la mesa, que se llevan a cabo en dos ocasiones (la primera tiene lugar el 4 de junio y es llamada Xaparaxí tikari o de San Francisco, es la que inaugura el temporal, simbólicamente inicio de la oscuridad, tikaari; la segunda tiene lugar el 5 de octubre, es llamada Kúrupu “regreso” y marca el fin del temporal, el regreso del día, tukari [Lemaistre, 1997]). Casi al final del año, tiene lugar la ceremonia de cambio de mayordomos, en diciembre, y, por último, dependiendo del caso, en cada comunidad tiene lugar la fiesta de su correspondiente santo patrono. Todas estas ceremonias tienen fechas más o menos fijas, y se realizan invariablemente año con año.
FIGURA 1.3 ESQUEMA DEL CICLO ANUAL DE LA RITUALIDAD HUICHOL TANTO EN EL TUKIPA (CÍRCULO INTERNO)