Un verano con Clío. José Luis de Montsegur

Un verano con Clío - José Luis de Montsegur


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necesidad aguza el ingenio. Unidos en clanes familiares primero y en tribus después, armados con hachas de piedra y lanzas de madera terminadas en afiladas puntas o huesos pulidos atados con fibras vegetales, podían repeler a los depredadores y atacar a los animales más grandes. Según la teoría de la evolución que vimos esta mañana, todo ser viviente que pretenda prosperar debe cambiar adaptándose al medioambiente variable, de manera que sepa huir de sus depredadores, alimentarse con lo que hay disponible en su territorio, guarecerse del clima, no enfermar, reproducirse y cuidar de su prole para la continuidad de la especie. Para Darwin solo los más fuertes y adaptados a sus circunstancias podían sobrevivir, o de lo contrario la especie se extinguiría.

      –Para decir eso tampoco hace falta ser un lince, ¿no tío?

      –Ahora nos parece fácil, pero hay que situarse en la época de Darwin. Decir estas cosas tan de sentido común desató fuertes escándalos en la sociedad y Darwin padeció furibundos ataques intelectuales e insultos, sobre todo desde el lado religioso, pues la comunidad científica de entonces postulaba que era Dios, en última instancia, el que movía los hilos de todo.

      –Estoy observando que la religión siempre se opone a cualquier revolución científica, ¿no tío?

      –Es el problema de tener unos dogmas inflexibles. Cuando la ciencia descubre algo nuevo que aparentemente va en contra de una creencia religiosa acendrada y tradicional, la religión primero se opone con todas sus fuerzas usando el descrédito y, cuando tenía poder, la coerción; luego, ante la evidencia irrebatible, maniobra para adecuarse en lo posible a los nuevos postulados. Pero esta cuestión ya la veremos en su momento cuando tratemos el fenómeno religioso a fondo.Ahora sigamos.

      »A a lo largo de la Historia del mundo muchas especies han desaparecido y han surgido otras. Este es el lado débil de la teoría darwiniana pues, según sus postulados, las especies deberían ir modificándose poco a poco, transformándose en otras nuevas conforme cambia el ambiente. Pero al parecer no ocurre así. En los diferentes estratos los paleontólogos encuentran animales que aparecen en uno y desaparecen en el siguiente, y a continuación en otro estrato más reciente aparecen de improviso multitud de nuevas especies totalmente formadas y distintas sin que existan seres intermedios entre unas y otras. Parece como si a una extinción masiva le siguiera la aparición simultánea de nuevas criaturas totalmente distintas a las anteriores. Naturalmente estas nuevas especies no surgen de inmediato al mismo tiempo, sino que nacen a lo largo de miles de años.

      –Pues entonces algo no concuerda.

      –Al principio, cuando se descubrió el ADN se asumió que todos éramos esclavos de esta molécula prodigiosa, ya que no podíamos ser otra cosa que lo determinado en los genes, pero ahora se sabe que podemos modificar la expresión de esos genes dependiendo de nuestra forma de vida, nuestras vivencias, sentimientos, emociones y deseos, incluyendo la alimentación y el aire que respiramos, aunque no toda la comunidad científica esté de acuerdo con ello. Esta nueva ciencia de la que ya te he hablado y a la cual llaman «epigenética» va a revolucionar la Biología, la Medicina y es posible que hasta la manera de vivir. Pronto te darás cuenta, Julio, de que no solo cuesta mucho cambiar los dogmas religiosos, sino también los «dogmas» científicos.

      –Ya lo veo tío, es tremendo.

      –En realidad el ADN se limita a producir proteínas según las plantillas que tiene codificadas en su doble escalera de ácidos nucleicos, dependiendo de las demandas de las células que, según los últimos descubrimientos de la Biología, se comunican con el resto de organismo mediante frecuencias electromagnéticas. Las proteínas se van produciendo a través de una transcripción del ADN al ARN mensajero. Antes se creía que esta transcripción iba en una sola dirección, es decir, desde el ADN al ARN y a la formación de la proteína (ADN>ARN>proteína), pero ahora sabemos que también puede ser al contrario: medioambiente>homeostasis>información>ARN>ADN>modificación de las plantillas (mutación dirigida del ADN)>producción de nuevas proteínas. Desde esta perspectiva, es fácil deducir que los seres vivos son moldeados por las necesidades del medio en el que viven, se alimentan, se reproducen y mueren, y por todo aquello por lo que sienten, temor, placer, dolor, hambre, etc.

      –Pues a mí me parece que esta última teoría es la más acertada, aunque mi opinión no valga mucho.

      –La ciencia más avanzada postula que los períodos de crisis ambientales producen cambios inesperados y rápidos que el ADN debe gestionar. Las crisis en realidad son oportunidades para que se manifiesten nuevas especies y se extingan otras. Lo mismo ocurre en el mundo de la economía y en la sociedad, ya lo iremos viendo.

      –¿Y cuáles han sido las especies de humanos más próximas a nosotros? –preguntó Julio impaciente.

      –Todas las opiniones cuentan, Julio. Hoy tu opinión no es importante pero tal vez mañana sí. En fin, como quiera que haya sido, estamos aquí sobre la rugosa superficie terrestre.

      »Las dos especies humanas más recientes en nuestro árbol genealógico son el hombre de Neanderthal y el Homo sapiens.

      »Los hombres de Neanderthal tenían un cerebro más grande que el nuestro...

      –¿Más grande? Entonces… ¿eran más inteligentes? –se extrañó Julio incrédulo.

      –No debía ser así porque se extinguieron. Parece que el tamaño no es lo más importante, sino su rendimiento, la transmisión de la cultura y los conocimientos adquiridos por algunos individuos al resto de la especie. Recientes investigaciones postulan que este hombre era una especie diferente a la nuestra, pero se han encontrado restos de ADN neandertal en europeos modernos.

      »El Homo sapiens, a cuya especie pertenecemos, tuvo tal vez una mejor adaptabilidad al ambiente y parece que acabó con los neandertales. Éramos más ágiles, hábiles e inteligentes, y tal vez más agresivos y resistentes a las enfermedades. Los neandertales estaban mejor adaptados al frío, eran más macizos, más fuertes, con la nariz más ancha, pero no pudieron competir con nuestros antepasados –Manuel se levantó del sillón dando pequeños pasos mientras hablaba–. Antes de seguir, hagamos un parón momentáneo para ver la división en «eras geológicas» que hace la ciencia del tiempo transcurrido en nuestro planeta, desde su formación hasta hoy.

      –Eso es un rollo tremendo –protestó Julio–; son un montón de cifras y nombres imposibles de recordar.

      –Ya lo sé; parecen muy aburridas y difíciles de memorizar, pero lo más importante es que te quedes con lo esencial. Y para lograrlo lo mejor es asociar cada era con lo más relevante ocurrido en ella, las especies animales aparecidas o las extinciones. No es tan difícil si pones un poco de interés y tomas apuntes.

      –Está bien tío, adelante –se resignó Julio empuñando un bolígrafo y abriendo un bloc que había llevado «por si acaso».

      –Primero voy a hablarte de las eras geológicas.

      »Se llaman así porque son las divisiones que se han hecho en el desarrollo del planeta. En estas eras, la geología y la zoología van unidas de la mano en la paleontología, pues dependiendo de los ambientes y ecosistemas que iban apareciendo, así también se modificaban las especies animales. ¿Te das cuenta Julio? Toda la vida del planeta depende de los cambios geológicos y climáticos, incluso nosotros.

      –Entonces, ¿si cambia la Tierra, si cambia el clima, nosotros cambiaremos?

      –No lo dudes. A pesar de que el ser humano puede vivir en cierta manera independientemente del clima gracias a su inteligencia y, ahora, gracias a la tecnología, si desaparecen los animales y las plantas ¿de qué íbamos a vivir hasta que aparecieran nuevos animales y nuevas plantas? No quiero pensar que la solución sea la de la película Soylent Green, traducida en España con el título Cuando el destino nos alcance.

      –No la conozco.

      –Claro Julio, ya tiene casi medio siglo, pero te recomiendo que si puedes localizarla en Internet la veas, es escalofriante.

      –¿Es de miedo? No me gustan mucho, luego sueño cosas raras.

      –No es de esas, pero debería


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