Un verano con Clío. José Luis de Montsegur

Un verano con Clío - José Luis de Montsegur


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nos dicen que este bendito planeta sobre el que vivimos tiene una edad aproximada de 4500 a 4600 millones de años. Según los científicos, por las huellas fósiles encontradas, la vida empezó hace unos 3000 millones de años. Primero fueron las bacterias, vida unicelular, es decir, seres vivientes que solo constaban de una célula y por lo tanto eran elementos microscópicos. Posteriormente se agruparon para formar un ser pluricelular, una planta marina, pues todos están de acuerdo en que la vida surgió en el mar, en los océanos terrestres. Más tarde (y luego veremos cuánto tiempo significa esto) algunas plantas decidieron desprenderse del sustrato donde estaban ancladas y empezaron a moverse de un sitio a otro; se convirtieron en animales. Así podían encontrar más comida.

      –¿Qué tipo de animales fueron los primeros?

      –De estos primigenios animales parecidos a plantas, surgieron las medusas, los gusanos, los moluscos, los crustáceos y después los peces. Al principio sin mandíbulas, con un simple agujero por el que succionaban el alimento. El siguiente paso fue dotarse de este elemento indispensable para comer cosas más grandes, las mandíbulas. Los primeros peces tenían placas calcáreas protegiendo su cuerpo; estaban acorazados, por eso sus movimientos eran torpes y lentos. Más tarde aparecieron los peces cartilaginosos como el tiburón, una de las especies más antiguas de la actualidad. No ha cambiado casi nada desde hace 400 millones de años.

      –¿Tan antiguos son los tiburones? Si parecen muy modernos.

      –Efectivamente, por su diseño parecen peces muy avanzados, pero precisamente por tener ese diseño tan moderno y eficiente han sobrevivido hasta hoy mientras otras especies han desaparecido. Pero no tienen esqueleto óseo, sino cartilaginoso.

      »A continuación aparecieron los peces con huesos y escamas, los peces «modernos» que podemos ver en las pescaderías, la merluza, el lenguado, etc. Pasó el tiempo y un buen día un pez se atrevió a salir del agua un poco en alguna zona de marismas. Se adaptó a respirar el oxígeno del aire en cierta medida y surgieron los anfibios. Luego aparecieron los animales totalmente terrestres, puesto que ya existían plantas sobre la tierra e incluso insectos.

      –Entonces es verdad que todos procedemos del mar.

      –Parece que sí. En realidad las aguas marinas son un entorno más apropiado para la vida que la superficie terrestre. Las temperaturas varían menos, la gravedad prácticamente no afecta, las corrientes permiten trasladarse sin apenas esfuerzo y el plancton que arrastran permite comer casi sin moverse. Es ideal para ahorrar energía.

      –¿Y si es así por qué salimos de ese entorno tan bueno?

      –Por los depredadores y la expansión de la propia vida, que busca ocupar todos los posibles nichos ecológicos donde pueda sustentarse. Los primero animales que salieron del mar no tenían depredadores a los que temer y prosperaron rápidamente. Primero se convirtieron en anfibios. Los reptiles evolucionaron a partir de los anfibios, expandiéndose hasta llegar a ser los famosos dinosaurios. Durante esta era de dominio de los grandes reptiles aparecieron unos pequeños animales cubiertos de pelo y con sangre caliente, los mamíferos, que se ocultaban de los dinosaurios carnívoros excavando túneles bajo tierra. No ponían huevos como los reptiles y las aves, sino que portaban las crías que se desarrollaban en su vientre hasta el momento de parir y luego las alimentaban con leche que producían las madres hasta que podían comer por sí mismas.

      –¿Y qué ventaja tenían sobre los reptiles?

      –Que eran mucho más inteligentes y podían vivir en climas más fríos. Los reptiles dependen de la temperatura ambiente para vivir. Cuando hace frío tienen que hibernar, es decir, ralentizar su metabolismo. Por eso no pueden sobrevivir en las tierras cercanas a los polos donde los inviernos son largos y gélidos.

      –Pero pueden pasar mucho tiempo sin comer ¿no?

      –Así es, aunque no demasiado. Por su lento metabolismo pueden permanecer sin alimentarse durante meses dependiendo de sus depósitos de grasa almacenada. Es posible que aguanten varios meses, pero no mucho más tiempo; agotarían sus reservas y morirían. Los mamíferos pueden moverse y vivir con independencia del clima, aunque tienen que alimentarse más a menudo. Pero volvamos a los dinosaurios.

      –Los vi en la serie de pelis Jurassic Park. ¡Impresionantes! ¡Eran enormes!

      –Sin embargo, hoy vive el animal más grande que jamás ha vivido en la Tierra.

      –¿Sí, cuál? –Julio abrió los ojos sorprendido.

      –La ballena azul, más propiamente el rorcual azul. Es mucho más grande y pesada que cualquier dinosaurio de aquel tiempo, pero como vive sumergida en el océano y solo sale a respirar, apenas nos damos cuenta de su existencia.

      –Claro, es verdad, la ballena... ¡Volvamos a los dinosaurios! –reclamó Julio con los ojos brillantes.

      –Hoy día, los científicos están de acuerdo en que la caída de un gran asteroide cerca de la península del Yucatán produjo un cataclismo tal en la Tierra que hizo desaparecer a los dinosaurios. Unos murieron debido a la onda expansiva ardiente de la explosión, otros murieron asfixiados debido a las cenizas y el polvo en suspensión, y los más murieron debido al cambio climático, al larguísimo e inusual invierno inducido por los restos de rocas pulverizadas atrapadas en las capas altas de la atmósfera que provocaron una menor radiación solar, una drástica bajada de las temperaturas y la consecuente muerte de las plantas que les servían de alimento.

      –¿Murieron todos de repente? –Julio se removió en su asiento entristecido.

      –No, claro. Su extinción no fue inmediata, pues se han encontrado restos de algunas especies en estratos posteriores a la extinción masiva, pero las circunstancias ambientales habían cambiado cuando el planeta volvió a recibir los rayos solares con normalidad. Incluso puede que aquel impacto variara el eje de la Tierra y la velocidad de su rotación con las consecuentes alteraciones en el ciclo día-noche y las estaciones, y si cambia el medioambiente las especies se adaptan o desaparecen.

      –Y los dinosaurios no se adaptaron, ¿verdad?

      –No la mayoría. Con su práctica desaparición, los mamíferos, mucho más pequeños, capaces de soportar el frío refugiados en madrigueras subterráneas, prosperaron poco a poco, y cuando la Tierra se recuperó del impacto, se extendieron por todo el planeta apareciendo nuevas y más grandes especies que ocuparon todos los nichos ecológicos: el mar (con ballenas, delfines, focas, etc.), el aire (con especies como murciélagos) y la tierra.

      –¿Cómo han llegado a saber que fue la caída de un asteroide la causante de tamaño desastre?

      –Porque han encontrado una fina capa de polvo conteniendo grandes cantidades de iridio en todas las partes del mundo donde se ha buscado. Y da la casualidad de que el iridio es muy escaso en este planeta pero abundante en los asteroides y meteoritos. Si a eso le sumamos que cerca de la península del Yucatán se ha descubierto lo que parece un gran cráter sumergido, pues es fácil deducirlo si además la fecha del estrato iridiado coincide con la era geológica de la extinción.

      –Pobres dinosaurios, eran grandiosos.

      –No todos. Solo los grandes nos llaman la atención, pero también existían algunos muy pequeños del tamaño de un pavo o de una gallina.

      –Me gustaría poder viajar en el tiempo para verlos.

      –No hace falta Julio, ahora mismo los puedes ver a diario.

      –Sí claro, en los museos, en reportajes de la tele y en los libros, pero no es igual.

      –Me refiero a que puedes verlos «vivos».

      –¿Estás de broma?

      –No. Mira, las aves; los paleontólogos actuales las consideran descendientes directas de los dinosaurios, más bien son pequeños dinosaurios con plumas. Es decir, que para ellos los dinosaurios como especie siguen existiendo en las aves. Como te he dicho, algunos dinosaurios evolucionaron para adaptarse a las nuevas condiciones ambientales. Aceleraron su metabolismo calentando su sangre y se revistieron de plumas para aislarse del frío. Luego solo quedaba


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