Un verano con Clío. José Luis de Montsegur
dios? Aunque todo ser humano ha oído hablar de los dioses desde el principio de los siglos, existen unas características definitorias que los diferencian de los humanos.
–Dios es mucho más que una persona; es inmortal y puede hacer todo lo que quiera solo con pensarlo –lo interrumpió Julio.
–Podemos decir que, de la manera en como lo concebimos los humanos, es una especie de superhombre, pues tiene todos los atributos que el ser humano no tiene pero que nos gustaría poseer por encima de todo. Lo primero el poder y la inmortalidad; la omnisciencia y la omnipresencia ya no son tan apetecibles para nosotros. También depende de la deidad a la que nos refiramos, pues en la Historia aparecen miles de dioses que tienen atributos sobrehumanos pero con ciertas limitaciones. También entre ellos hay categorías, rencillas, odios y luchas. En general, podemos decir que, de existir, un dios sería un ser sobrenatural, invisible y todopoderoso que moraría en otra dimensión inaccesible al hombre, llamada «espiritual» o «los cielos», y que habría creado algo o todo lo que existe mediante su voluntad. En este caso concreto, la «Teoría Creacionista» se refiere concretamente al dios que aparece en un libro llamado «la Biblia».
–El libro inspirado por Dios, según la Iglesia –afirmó Julio.
–¿Tú lo has leído, sobrino?
–No… es demasiado largo y espeso; me aburro en cuanto empiezo a leerlo. En realidad de religión solo sé lo que me enseñaron en catequesis, que he olvidado bastante, antes de hacer la primera comunión, y lo que aprendimos en un curso sobre las religiones, especialmente la católica.
Manuel hizo una pausa mirando al techo y pensando mientras buscaba con su mano derecha la pipa que mantenía agarrada pero sin encender, como si fuera una especie de talismán que le ayudaba a pensar. Se cuidaba mucho de fumar dentro de la casa.
–La Biblia se presenta como un libro escrito por los hombres e inspirado por el Dios verdadero y único que existe para los creyentes de las religiones que tienen esta obra como referencia de su fe. Es el libro más difundido del mundo y guía de más de mil quinientos millones de seres humanos que siguen las religiones cristiana y judía. Estos últimos son devotos al menos de la primera parte del libro al que llaman «La Toráh» y los cristianos el «Antiguo Testamento». Dentro del grupo de los creyentes en este Dios podemos incluir también a los musulmanes, los cuales llaman a Dios «Alláh» (Alá en español), que en realidad quiere decir «Dios» en árabe.
–Eso no lo sabía. Estaba convencido de que Alá era otro Dios distinto al de la Biblia –comentó Julio sorprendido.
–Pues se trata del mismo Dios único ancestral de los semitas, tribus nómadas que aparecieron en Oriente Próximo hace más de cinco mil años. Los musulmanes, aunque aceptan la Biblia como inspirada por Alá, consideran falsificados y abrogados por su libro sagrado, el Corán, muchos de los versículos de la Toráh. Afirman que el contenido del Corán fue dictado a Mahoma, Muhammad en árabe, por el mismo Dios a través de un arcángel. Sin embargo, aceptan como válidos todos aquellos versículos de la Biblia que no estén en contradicción o expresamente anulados por El Corán.
–Entonces ¿los musulmanes tienen creencias religiosas parecidas a las nuestras?
–Claro Julio, solo que aceptan a Jesucristo, no como hijo del Padre y consustancial a Dios mismo formando una Trinidad con el Espíritu Santo, sino como un gran profeta, el segundo en importancia por detrás de Muhammad, que para ellos es el más grande.
–Pues yo creía que su religión era totalmente distinta del cristianismo y que no tenían ningún punto en común.
–No Julio. Eso es lo que creen los ignorantes y los que fomentan la enemistad entre los musulmanes y los cristianos, pero hay más cosas que nos unen que aquellas que nos separan. Ya verás más adelante la importancia que ha tenido en la Historia esta mutua ignorancia de las afinidades entre las dos creencias y cuanta sangre se ha derramado y se sigue vertiendo por ello.
–Sigue tío, esto se va poniendo bien.
–En la Biblia, en el capítulo primero del Génesis, Dios, llamado Yahvé o Elohim en hebreo, o Jehová en español o «Alláh» en árabe, crea el Universo y el mundo, los animales y al ser humano en seis días y, cansado de tan gigantesca obra, descansa el séptimo. Esta simplista historia es creída o aceptada por millones de personas, y hasta hace muy poco era casi dogma de fe de las iglesias cristianas y de los «científicos» e historiadores hasta el siglo XVIII. Incluso un obispo irlandés de la iglesia anglicana, llamado James Ussher, calculó en el siglo XVII, basándose en las fechas propuestas por la Biblia, que la creación del mundo se realizó exactamente al atardecer del sábado 22 de octubre del año 4004 antes del comienzo de nuestra era común, es decir antes de la fecha atribuida al nacimiento de Cristo. Si los sumamos a los años transcurridos después del cristianismo sería hace 6020 años.
–¡Qué barbaridad! Se equivocó en unos cuantos millones de años el señor obispo –dijo Julio divertido.
–Naturalmente ocurrió que las evidencias arqueológicas y paleontológicas que fueron surgiendo a partir del «Siglo de las Luces», del que ya hablaremos, demostraron el gran error de cálculo de tan voluntarioso y creyente obispo, aunque este cómputo temporal de la Creación fue aceptado hasta bien entrado el siglo XIX.
–¿Cómo es posible que se diera credibilidad a tal cosa?
–Pues eso es lo que ocurre cuando se toma al pie de la letra un libro que se dice inspirado por Dios, y por lo tanto infalible. La realidad es que fue escrito por hombres de diferentes épocas que obviamente escribieron aquello que beneficiaba a sus creencias y ambiciones, aunque algunos lo hicieran de auténtica buena fe. Hoy día, prácticamente ninguna iglesia cristiana seria sostiene el relato bíblico de Adán y Eva, argumentando que en realidad esta historia es una metáfora simplista, pergeñada para que los hombres de aquel tiempo, hace unos 3800 años, lo entendieran. Pero los más religiosos siguen defendiendo que, efectivamente, al menos Dios intervino para guiar el proceso y dotar a los seres humanos de mente autorreflexiva, de «alma».
–Pero entonces la Biblia puede contener otros errores.
–Y de bulto, aunque también tiene muchos aciertos. Pero esa es otra cuestión que ya analizaremos en su momento.
–Pues sigue tío.
–Ante la imposibilidad de que la Creación fuera realizada tal y como creían hasta hace apenas dos siglos los estamentos religiosos, los creyentes a ultranza en la intervención divina han propuesto que la teoría creacionista se modifique, siendo sustituida por la «Teoría del Diseño inteligente» según la cual Dios impulsó la aparición del Universo, el mundo, la vida y los seres humanos, programando el proceso que se inició con el Big Bang.
–¡Qué manía con el Big Bang! Ya sé que significa gran explosión, pero no lo entiendo bien.
–Te lo explicaré más adelante. Ahora concluyo con la «Teoría del Diseño Inteligente».
»Con ella, los creyentes, aceptando esa gran explosión primigenia resultado de un programa supuestamente establecido por Dios, se armonizan cronológicamente con el tiempo de millones de años, entre 15000 y 18000, que median entre el origen del Universo hasta la aparición del ser humano en la Tierra. Obviamente «seis días» no era un período suficiente para tan magna obra, ni siquiera para un dios, o al menos este no consideró necesario efectuarla tan rápidamente.
–¿Cuáles son las siguientes teorías sobre el comienzo de la Humanidad?
–Otra teoría que te va a gustar mucho es la «extraterrestre», la cual va teniendo cada vez más partidarios entre los heterodoxos que no están conformes con la hipótesis de la evolución darwiniana. Postula que nuestro planeta era una selva donde moraban algunos animales mamíferos parecidos y antecesores de los antropoides vulgarmente llamados monos o simios cuando, oportunamente, llegaron unas naves extraterrestres procedentes de un planeta al que algunos llaman «Niburu» y otros «Hercóbulus», según los nombres caldeo y griego que se le aplican.
–Vaya tío, eso sí que no lo esperaba de ti. Esta teoría