La bordadora de sueños. Lía Villava
Naufragio
Obra registrada ante Indautor:
03-2006-07101584700-14
D.R.© Lía Yólotl Villava Alberú
ISBN 978-607-8676-30-9
Editorial Página Seis, S.A. de C.V.
Teotihuacan 345, Ciudad del Sol,
CP 45050, Zapopan, Jalisco
Tels. (33) 3657 3786 y 3657 5045
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Se editó para publicación digital en abril de 2020
Ma’yuk awilal
o utopía (no lugar)
Si llegamos a Chiapas y queremos viajar por la selva, para no perdernos necesitaremos un guía.
Y los que venimos del mundo occidental, si queremos entender lo que la gente nos dice en alguna de las lenguas mayas, necesitaremos un intérprete; pero si lo que deseamos comprender es la cosmovisión de los tseltales, nos es indispensable alguien que sea intérprete del corazón de ese pueblo.
Y esa guía, para fortuna nuestra, es Lía Villava, que comprende el lenguaje del corazón tseltal, pues lo ha captado y aprendido con los ojos y oídos de su propio corazón.
Es un lenguaje que no se puede analizar ni menos comprender con los ojos del intelecto, sino tiene que ser comprendido con la mirada del corazón.
Lía no conoce la lengua que hablan los tseltales, pero sí comprende muy bien el idioma del corazón tseltal.
Sabe que un indio que está sentado y con la mirada perdida en el horizonte, no está perdiendo el tiempo. ¡No! yak ya’iybel slamalil sok sbuhts’anil k’inal. Está disfrutando de la tranquilidad y de la sabrosura del ambiente.
Cuando un tseltal le pregunta a otro «¿qué opinas?» Lía sabe que en realidad le está preguntando ¿qué dice tu corazón?; si le quiere preguntar «qué planes tiene» ¿binti laj anop ta awo’tan? se refiere a qué ha decidido en su corazón.
La autora de este libro ha platicado con esos ancianos venerables jte’ch’ajan (a la letra, árboles de la selva), que han servido por largos años al Santo Patrono para que bendiga a su pueblo. Esos ancianos venerables ay sp’ijil o’tanil poseen sabiduría del corazón, la sapiencia, que no es la simple acumulación de conocimientos sino el saber gustar de las cosas con el corazón. Además ellos se hicieron sabios por sí mismos, la sp’ijubtes sbahik, mediante la experiencia de la vida, y especialmente mediante el servicio.
Lía sabe que el muchacho no le dice a la muchacha: «¡Qué bueno que estás aquí conmigo!» sino k’alal yak ajokimbelon ya kabuhts’antesbon k’inal, cuando me acompañas le das sabrosura a mi ambiente.
También ha oído que la mujer y el marido no hablan simplemente de «su pareja» sino que uno a otro se llaman snuhp’ jti’ snuhp’ ko’tan, expresión que traducida literalmente significa «la pareja de mi boca, la pareja de mi corazón», pero que traducida en el lenguaje del corazón, significa: «aquélla, o aquél cuyas palabras, acciones y sentimientos embonan con los míos».
Así pues en este viaje con Lía olvidémonos de nuestro entendimiento aristotélico, y sigamos sus instrucciones sobre la manera de ver, sentir y oír con el corazón.
¡Buen viaje!*
Eugenio Maurer
* P.D. Lía: el título del prólogo quiere significar un mundo ideal.
Gracias a los amores que me acompañan: César, Arturo, Ana Lía, Mateo.
Agradezco a Eugenio por compartir su sabiduría. Él me invitó a conocer a los hermanos tseltales, fue ahí que descubrí ese otro México, al que se debe llegar descalzo de prejuicios para poder conocer su cosmovisión.
Alicia Ferreira, maestra de literatura. Gracias.
A los hermanos de sangre, Rodrigo, Gonzalo, Fernando, Cristina, Lorenza y a los hermanos de Patria.
A los compañeros de Cruz Roja Chiapas, a Inti.
A los amigos y amigas que han creído en mí.
A los que ya no están aquí y me protegen.
A mamá quien me invitó al taller y que escribe maravillosamente.
Gracias Alicia, Nubia, por permitir salir a las niñas que nos habitan.
La bordadora de sueños
Itzel tiene sus manos ásperas sobre las piernas. Una hermosa camisa bordada y un enredo azul con cintas de colores.
No lleva zapatos, sus pies trabajados rozan la tierra y las estrellas.
En Chilón la conocen como la intérprete de los sueños.
Sus enormes ojos miran sonrientes. Pareciera que no tiene edad.
La saludo diciendo: «¡Qué hermosa blusa!».
Y me dice con seriedad: «Yo la hice, la soñé cuando mi ahijado iba a nacer, fui a visitar a mi comadre, le di una sobada en la panza. Al regresar a mi casa, me tiré en la hamaca, y cerrando los ojos, mis brazos comenzaron a temblar. A la mañana siguiente, elegí los hilos de colores para plasmar el sueño. Tomé la aguja dejando que mis manos escucharan lo que vi la noche anterior».
Había un sol, me lo mostró y me dijo: «Clarito supe que era niño. ¿Ves la milpa? Allí nació, y su placenta fue sembrada para devolver a la tierra su fecundidad. Será hermano de ella. Las montañas de la manga izquierda son sus custodios. El tigre es su lab.** Fueron las huellas que aparecieron cuando él vino a este mundo. Así será mi ahijado Manuel, un hombre fuerte. En las noches de luna llena querrá subir a lo más alto para apreciar y agradecer a la tierra que lo recibió.
»Estas mazorcas serán los hijos que tendrá. Morirá de viejo, con su prole alrededor. Se clavarán seis machetes en la milpa y el cielo llorará».
Sonriente, Itzel se levantó y estirando su mano fértil me dijo: «Si te llego a soñar, bordaré tu vida, para que aclares el cargo que tendrás que desempeñar».
Se alejó, parecía que sus pies flotaban.
Cuento los días para volver.
** Lab, animal protector. Alma que es un animal que vive en su propio hábitat y a la vez en el sujeto cuyo lab es. Lo que sucede al lab sucede también a su compañero.
Así es Itzel
Itzel