Una mirada al futuro demográfico de México. Manuel Ordorica Mellado
sus condiciones de vida. Un elemento fundamental de las proyecciones es la elección de las hipótesis sobre la evolución de los componentes demográficos, la cual se realiza a partir de la experiencia observada y de los acontecimientos pasados.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, prácticamente no se habían realizado proyecciones de población de manera regular. Se tenían los conocimientos demográficos, los datos y las técnicas para poder hacerlas, sin embargo, los políticos no se aventuraban a usar estos elementos para aproximarse al futuro. Un gran paso, sin duda alguna, fue el uso de las matemáticas como una herramienta fundamental en estos ejercicios de pronóstico. El álgebra de matrices y los elementos teóricos que la componen fueron los instrumentos matemáticos que permitieron un avance en la elaboración de proyecciones de población. Hoy, en cambio, no se toman decisiones sin utilizar la ciencia y la tecnología. Además, los demógrafos aprovechan la inercia de los fenómenos que estudian, a no ser que se presenten catástrofes, guerras, epidemias, crisis económicas que alteren la dinámica poblacional. La evolución de los procesos demográficos es lenta. Imaginemos un barco navegando a varios nudos por hora. Si queremos frenar el barco o desviar su rumbo, se necesita muchos tiempo y muchos metros para pararlo o para cambiar su dirección. Por la inercia, continúa avanzando. Lo mismo ocurre con la población. Cuando se detiene su crecimiento, la población continúa aumentando debido al momentum demográfico. Las poblaciones tienen oculto su impulso en la estructura por edad de la población.
“En unos 5 000 millones de años, la Vía Láctea en la que vivimos y la M31 [conocida como la galaxia de Andrómeda], que actualmente se encuentra a unos 2 millones de años luz de nosotros pero que se dirige hacia aquí, entrarán en colisión.”[1] Luego, ambas se fusionarán. Los científicos de la NASA dicen que ambas galaxias chocarán y se convertirán en una que podría llamarse Lactómeda, que contendrá infinidad de nuevas estrellas y gases cósmicos, por lo que en esas fechas no necesitaremos métodos de proyecciones de población ni de ningún tipo que nos ayuden a pronosticar el futuro, porque para esos momentos la Tierra y nuestro Sol ya no existirán y la especie humana habrá desaparecido, a no ser que migre a lugares alejados, fuera de la influencia de estas dos galaxias. Si la teoría de la relatividad de Einstein es cierta, y no es posible viajar a más de la velocidad de la luz, es muy probable que no podamos escapar de la Vía Láctea y, en consecuencia, de está colisión. Ese será nuestro destino. La única forma de salir de este espacio e ir a un lugar fuera del ámbito de estas dos galaxias vecinas es viajar más rápido que la luz, hecho que rompe con la teoría de la física que conocemos hasta ahora. Por eso, para ese entonces muy probablemente no habrá vida en la Tierra, o sea que en el muy largo plazo toda la especie humana se habrá extinguido, por lo que en el ejercicio de atisbar el futuro, sólo nos podremos aproximar unos cuantos siglos que representan una mínima parte de la historia de la vida del universo. En los últimos dos mil años hemos desarrollado la ciencia y la tecnología que nos ha servido para conocer mejor nuestra historia, y en consecuencia, para no repetir acontecimientos negativos en la vida de las personas. Por esas fechas también podría ocurrir otro cataclismo en nuestro sistema solar. “Dentro de 5 000 millones de años el Sol se hinchará hasta convertirse en una gigante roja, engullendo planetas como Mercurio y Venus, y finalmente quizá la Tierra”.[2] Cuenta Carl Sagan en su libro Miles de millones, que en alguna ocasión un conferencista mencionaba que al cabo de 5 000 millones de años el Sol se convertiría en una estrella de las llamadas gigantes rojas y se comería a la Tierra. Al final de la conferencia una persona le preguntó al conferencista: —¿Dijo usted 5 000 millones? —Sí, más o menos— le respondió el conferencista. —Gracias a Dios, por un momento creí que había dicho cinco millones— contestó la persona.[3] Nuestra vida en el planeta no es nada si la comparamos con estos números vinculados a la vida en el Cosmos.
En fin, los astrofísicos analizan lo que podría ocurrir en miles de millones de años en el universo. Los demógrafos no hacemos proyecciones de población a un futuro tan lejano. El largo plazo para nosotros los estudiosos en este campo es apenas de medio siglo o un siglo, porque es un tiempo en que podemos observar a la raza humana, debido a que nuestra esperanza de vida al nacer ya sobrepasa, en nuestro país, los tres cuartos de siglo. Podemos apenas estudiar a los seres humanos por algunos siglos en el pasado y acercarnos al futuro con certeza por varios decenios. Aunque debemos reconocer que la raza humana transmite información de generación en generación, lo que nos permite conocer bien nuestro pasado.
En el universo, el tiempo de la vida es muy variable. Quienes estudian la vida de los insectos o las plantas y flores, miden el tiempo en minutos, en horas o quizás en días. Quienes analizan la historia de los seres humanos utilizan lustros, decenios o siglos como unidad de medida; las décimas de segundo para saber quién fue el ganador en una carrera de 100 metros; los meses para esperar el nacimiento de un niño o una niña; los años para festejar los cumpleaños; los sexenios para estudiar los cambios de gobierno (en México); los decenios para estudiar a las generaciones; los siglos para estudiar la historia de los países; en miles de años para analizar las etapas de la Tierra y los orígenes del homo sapiens; los millones de años para estudiar nuestra galaxia, y los miles de millones de años para estudiar los confines del universo. Éstas últimas son cifras que no entendemos, no podemos imaginarnos el significado de mil millones de años. Imaginamos lo que pasará mañana, en una semana, en un mes; pero los millones de años son magnitudes que nuestro cerebro no alcanza a entender. Lo que sí podemos apreciar es lo ocurrido en dos mil años y observar cómo los seres humanos en prácticamente un suspiro en la vida del cosmos han cambiado al planeta.
Los astrónomos han estimado que el cosmos tiene alrededor de 15 000 millones de años de vida desde que se produjo el Big Bang, y sólo dos millones de años desde que el género Homo empezó a extenderse en el planeta. Este paso de los individuos sobre la Tierra representa tan sólo el 0.01% de la historia del universo. Es lo que representan los dos millones de años en relación con los 15 000 millones desde que se produjo la Gran Explosión. El universo es muy viejo, comparado con el origen de la vida en este mundo. Los seres humanos somos muy jóvenes en la vida en el cosmos. Carl Sagan, astrónomo, comunicador de la ciencia, realizó un ejercicio en el que condensó un periodo de 15 000 millones de años en un año calendario, desde que ocurre la Gran Explosión hasta nuestros días.[4] Siguiendo este ejercicio,[5] apenas a las 22:30 horas del último día del año aparecen los primeros humanos, es decir, tuvo que pasar todo el año para que nuestros primeros parientes aparecieran sobre la faz de la Tierra. A las 22:46 se domestica el fuego; a las 22:59:51 se inventa el alfabeto; a las 22:59:56 se descubre la Geometría Euclidiana; a las 22:59:57 se inventa el cero; y a las 24:00 horas de la noche (momento en que se comen las doce uvas y se dan los abrazos para recibir el año nuevo) se extiende el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el ser humano llega a la Luna, se inventa la computadora, el iPod, el iPhone, el internet, etc. En esta forma creativa de transformar millones de años de historia en un año calendario para que nuestro cerebro lo entienda, en décimas de segundo ocurren grandes acontecimientos en la vida de los habitantes del Planeta Azul, y en centésimas de segundo puede describirse el siglo XX y lo que va del XXI. Tuvieron que pasar miles de millones de años para que apareciera la vida y en un tiempo relativamente corto, respecto a la edad del universo, se produjeron grandes avances en la ciencia y la tecnología.
Este ejercicio se puede transformar utilizando como inicio de este calendario el momento en que aparecen los seres humanos. Transformar un millón de años en 365 días. A continuación se presenta la historia del mundo, que puede sintetizarse en la siguiente frase: “Un millón de años en 365 días: la demografía de México y el mundo a través del tiempo”, la cual toma en cuenta la estimación de la población del mundo en 7 000 millones de personas para el 2011:[6]
Con el propósito de ilustrar la historia demográfica del mundo desde que aparece el Homo erectus hasta el año 2011, año en el que se alcanzan 7 mil millones de habitantes en el planeta, comprimiré a un solo año un periodo que abarca un millón de años, siguiendo un ejercicio que realizó Carl Sagan para describir la evolución del universo desde que ocurre el Big Bang. Comparando el millón de años desde la aparición del Homo erectus hasta el presente, con un calendario de doce meses, cada día del año demográfico representa aproximadamente 2 740 años.
Gracias al descubrimiento del Hombre