Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16. Nadia Vera Puig

Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16 - Nadia Vera Puig


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del todo la memoria.

      Juliana no entendía mucho lo que decian, ya que estaban aprendiendo el lenguaje de signos.

      —¡Hala! Muy bien, qué rápido aprende.

      —Sí, cuando son niños es fascinante a la velocidad que aprenden.

      —Me enseñarás a mí también.

      —Claro, puedes unirte a las clases con Mathew.

      Esa misma noche, Sam se acercó a Juliana.

      —¿Puedo decirte algo en privado?

      —Claro. —Dejando a los niños jugando en la habitación.

      —¿Por qué puerta vas?

      —¿Es broma?

      —No, no, es que he visto que estabas leyendo el libro ese... ¿Cómo se llama?

      —Lo que de verdad escondes.

      —¡Sí!

      —¿Y por qué, querías saberlo?

      —Porque lo leí hace tiempo, hace dos años, cuando mi mujer se fue de viaje.

      —Entiendo.

      —Y pensé que quizás tú...

      —¿Yo qué?

      —Te pasó algo.

      —No, nada que deba preocuparte.

      Megan pasó de largo, saludó a Juliana y se metió al cuarto de Mathew, Nir salió.

      —Papa, vamos ya.

      —Claro, Nir.

      —Sam, espérate, antes de que te vayas te contaré eso, pero si me prometes que no se lo dirás a nadie.

      —No tienes por qué sentir vergüenza, Nir, quiero decir, Juliana.

      —Si aún no te he contado nada... ¿Y tú qué sabes?

      —Vale, cuéntamelo cuando estés preparada.

      —Papa, vamos. —Cuando Nir le cogió la mano.

      Subieron al coche de camino a casa.

      —¿Para qué quieres saberlo? —le dijo Nir en el interior del coche a Sam.

      —Quiero saber qué recuerda.

      —¡Nada! ¿No ves que se siente como avergonzada y culpable? Encima tienes que dejar de influir de esa forma en ella, ya sabes que «mamá» en eso tiene la sensibilidad más fuerte que todos nosotros, y si ella se acordase, te ganaría en eso.

      —Sí —mientras se reía—, por eso es perfecta para que cuide de Mathew ahora.

      Ese mismo año, Mathew nació en una familia un tanto siniestra, tras el accidente que nadie recordaba, tras su desaparición que casi nadie conocía. Mathew nació invidente. Desde muy pequeño, creían que era incapaz de ver, pero él no necesitaba unos ojos para ver, el ya veía más allá que un ser humano, su padre lo crió mientras pudo, por lo que era un Feel, seres capaces de sentir mucho más para captar y cuidar su alrededor. La peculiaridad de Mathew no se trataba solo de no ver con sus ojos humanos, sino cuando le falla la voz, él sabía que era el peor momento, tenía que aprender cuanto antes su otra forma de comunicación. Los Feels chicos, cuando pierden la voz, sus cuerdas vocales desaparecen, pero su habla empieza a formar parte de otro mecanismo más potente. Sam tenía presente que le sería difícil enseñar a su propio hijo a desarrollar la otra forma desde el planeta Tierra, entonces se dio cuenta de que tenía que desparecer junto a él para ayudarlo a usar su nuevo mecanismo vocal.

      —Sam, no puedes dejarme sola con mamá, yo no controlo lo mismo que tú, soy demasiado... No sé, esto me supera.

      —Nir, tú eres la estrella de tu propio cuento, podrás hacerlo aunque te cueste.

      —¿Y cómo te llevarás a Mathew?

      —Cambiaré el transcurso del accidente, avisaré a vuestra tía Susan de que os ayude, además ya no hará falta camuflarte para tu hermano, ni nadie.

      —Pero ella no me reconocerá.

      —Lo hará... algún día.

      En la actualidad, Juliana seguía en mitad de la calle, mientras Susan la esperaba aún en el interior del coche.

      —¡Juliana, Juliana!

      —¡¿Qué?! —Cuando regresó al vehículo.

      —¿Por qué has salido del coche de esa forma?

      —Porque quería saber si era él. —Le vino el flashback de aquella noche con Sam.

      Era una noche bastante lluviosa, habían quedado en casa de él, Juliana estaba con la mirada perdida sin saber dónde mirar.

      —No sé por qué he venido.

      —¿Cómo que por qué? Juliana, tienes que dejar de huir.

      —Sam, es eso, no sé de qué estoy huyendo, ni a dónde voy, y quien quiero encontrar, porque no lo recuerdo. —Se paró en frío—. Dios, no sé por qué te lo he dicho.

      —Julie, no sientas vergüenza por esto, noto tu sufrimiento y algo te marcó para que lo olvidaras.

      —¿Y si fue él? ¿Y por eso no quiero recordarlo?

      —No digas eso, Julie.

      —Lo siento, no sé por qué te lo he dicho... Tengo que irme.

      —¡Juliana Mathew! Deja de huir cuando tienes que afrontarte.

      —¡Y tú qué sabes de mí! ¡No me conoces!

      —Tú ante todo eres fortaleza, Juliana, y lo seguirás siendo. ¡No dejes que tus emociones terrenales te atrapen!

      —¿De que estás hablando? —dijo entre lágrima y lágrima.

      —De ti, Julie —dijo Sam de pronto.

      Sam se acercó a ella, la abrazó con fuerza, ella por un momento lo sintió, lo miró a los ojos y algo raro notó en su mirada.

      —¿Sam?

      —¿Qué?

      —¡Tus ojos! —Juliana no podía apartar la mirada, lo que estaba sintiendo al ver sus ojos.

      Hubo un gran silencio, ambos se quedaron mirando sin poder apartar la vista del uno del otro, Juliana agarró su camiseta cerca de su cintura y apartó la mirada, le costaba respirar, sentía algo demasiado fuerte.

      —Lo siento —le dijo Sam—. Culpa mía.

      —No, qué va. Si en realidad, soy yo que no, no sé qué me pasa, lo siento.

      Se marchó aquella noche y regresó a su casa, Juliana sentía una fuerte conexión difícil de controlar.

      —¿Lo conseguiste? —le dijo Nir, con cierto cansancio.

      —¿Enlazar la conexión Feel? No sé, eso espero, recuerda la misión, Nir, cambiaré el transcurso del tiempo, cuando te vayas a vivir con tía Susan, ella en ese momento solo recordará haberte tenido a ti.

      —No sé si seré capaz de controlar mis...

      —Serás capaz.

      —¿Y si alguien me ve usando... como le pasó a mamá de niña?

      —Nir, tú sabes que la tía Susan cuida de vosotras —dijo Sam.

      —Ya pero recuerda que con ella no podremos hablar en publico —le replicó Nir.

      —Es verdad, a veces olvido que ella no forma parte de la célula terrenal... Bueno, ya pensaré cómo...

      —¿Cómo qué? Cuando mamá se enteré de que está hablando con una especie de espíritu o fantasma o como lo quieran llamar aquí, lo va a flipar.

      —Algo pensaremos, Nir.


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