Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16. Nadia Vera Puig

Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16 - Nadia Vera Puig


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a correr por donde ella había venido.

      —¡Nir, las puertas son cada vez más escasas!

      Nir se paró en seco, procesando lo que le acababa de decir, Aim se puso enfrente de ella, ante su mirada de incertidumbre.

      —¿Qué quieres decir, Aim? ¿Que no hay esperanza o que solo te gusta jugar con los demás como siempre has hecho?

      —No es eso, Nir... Veo que no tienes ni idea.

      —¿De qué?

      —Ya no envían más Feels desde hace cinco años en la Tierra... y tampoco han despertado más Noteshine de lo esperado. Por eso, desde que te pasó ese accidente con tu familia, a mí me trasladaron a cuidar de otras puertas. —Lo iba diciendo despacio y sin estar del todo convencido.

      —Llamémoslo por su verdadero nombre: Portales, ¡No lo puedo creer! —Nir se dio una breve pausa para respirar—. ¿Y cuántos quedamos en la Tierra?

      —Cien.

      —¿En todo el mundo?

      —Sí.

      —Eso es prácticamente imposible, Aim, bien jugada de nuevo.

      —¡No estoy de broma, Nir! Tendremos que esperar a que despierten nuevos Noteshine, ¡Nir! —le gritó antes de que marchara.

      —¡¿Qué?!

      —Tus ojos, ¿sabes?, deberías de llevar unas gafas si aún no controlas eso.

      —Claro que lo controlo, solo que...

      —¿Nir ? ¿Qué pasa?

      —Que... tengo que irme.

      Nir fue corriendo a casa, su tía Susan estaba sentada en la silla del jardín trasero.

      —¡Tía Susan! ¿Dónde está mamá?

      —¿Por qué? Oh, ya veo tus ojos.

      —Si está estableciendo la conexión y si lo hace sin recordar...

      Susan se levanto de la silla y ambas se dirigieron hacia la buhardilla.

      —Hola, hija. ¿Qué tal la escuela?

      —Bien, mamá. ¿Qué haces en la buhardilla?

      —Haciendo un poco de limpieza.

      Nir se puso las manos en la orejas, Susan se acercó a Nir, mientras Juliana seguía limpiando sin mirarlas.

      —Dile que pare —dijo Nir, su estruendo era cada vez más grande.

      Juliana se levantó y se giró.

      —Nir, ¿qué te pasa? ¿Estás bien? —preguntó Juliana con la mirada perdida, como si estuviese perdiendo la cabeza. Susan intervino antes de que le pusiera la mano encima.

      —Sí, está bien, Juliana, solo ha sido un desvanecimiento, la llevaré a su cuarto.

      —Está bien.

      Ambas en el cuarto de Nir, se sentó en la cama.

      —¿Estás mejor, Nir?

      —Sí, es que no entiendo cómo tan pronto se le ha activado, eso solo quiere decir algo.

      —Está recordando —dijeron ambas algo asustadas.

      —Susan no está preparada para recordar. Todos sabemos lo que pasaría y le prometí a Sam que esperaríamos hasta que regresara con Mathew.

      Susan se sentó a su lado.

      —No es solo tu madre, esa reacción de color en tus ojos de un rojizo bastante intenso... ¿A quién viste hoy?

      —A nadie. —Se levanto de la cama—. ¿Por?

      —No me lo creo, Nir, es exagerado lo que se ve en tus ojos y, como tu madre te vea así, se va asustar... —le iba diciendo Susan, sabiendo una realidad muy alejada a lo que Nir tenía en mente.

      Nir se fue corriendo al cajón de la cómoda a sacar un frasquito de un líquido acuoso, se lo introdujo en varios ojos.

      —¡No aguanto más!

      —Nir, relájate, algo saldrá, ahora bajemos a cenar que os he preparado la cena, y, sobre todo, concéntrate en tu respiración.

      Ambas bajaron al salón, la mesa estaba puesta y Juliana permanecía sentada, esperándolas con una mirada entre confusa y perdida.

      —¿Cómo estás, Nir? —le dijo, mientras en su voz se la percebía con una distorsión un tanto extraña.

      —Bien, solo que antes me dio por correr un poco y no me llevé nada de comer y, puf, me bajó un poco la tensión —dijo entre risas—. ¿Comemos?

      —Claro. ¿Y qué tal los exámenes?

      —Bien —le contestó Nir.

      A Juliana se le empezó a cambiar el color de los ojos.

      —Mamá.

      —Sí, dime.

      —¿Y por qué no ponemos la TV un rato? —dijo Susan, Juliana la miró a ella y se calmó.

      —Vale, como queráis vosotras —dijo de forma automática, con la mirada fija.

      —Sí, es que ahora dan un programa que me encanta.

      Los días pasaban, por suerte la situación con Juliana no empeoraba, Nir cada vez estaba más activa con sus nuevas capacidades de transformación, cosa que a Susan le causaba bastante trabajo.

      —Nir, ¡ya basta!

      —¿Por qué lo dices, tía Susan?

      —Yo no puedo seguir ocupándome de ti y mamá, soy la corresponsable de tú madre en Tierra y tú... —Sin saber Susan qué argumentos ponerle a Nir para que le encajara.

      —Y yo, ¿qué?

      —Deberías hablar con Aim, es una buena noticia que, al final de lo sucedido, él despertara y siga aquí.

      —Ya pero no esperaba que después de todo él fuera a ser mi ángel de la guarda, por decirlo así.

      —Te lo habrán mandado, por los motivos que ambas sabemos, después de cinco años, tú sabes que el tiempo allí arriba no es el mismo que aquí abajo.

      —Lo sé, allí son segundos o minutos comparado con sesenta años terrenales.

      —Bien, yo de ti quedaría con él y no sé... Explícale cosas que tú ya sepas de la Tierra y él que te explique cuál es su misión. ¿Te parece?

      —Está bien pero lo hago por mamá, que conste, para que le dediques el tiempo que necesita.

      —Gracias, Nir, sabía que me comprenderías en esto.

      Nir quedó con Aim a las 00:00 en el Hyde Park, hacía un poco de fresco esa noche, ella iba con una gabardina blanca.

      —¿Por qué has querido quedar tan tarde? No entiendo.

      —Aim, por favor, a estas horas por este lugar es difícil que haya cualquier ser humano que nos vea.

      —¿Y por qué no nos pueden ver?

      —No seas absurdo, Aim... —Cogió aire lentamente, mientras intentaba relajarse.

      —¿Nir?

      —¿Sí?

      —Aún...

      —¡¿Aún qué?!

      —¿No lo controlas?

      —¿El qué? —le dijo Nir mientras Aim le dio un espejo que tenía guardado en el bolsillo interno de su chaqueta cuando la veía con los ojos de un color oscuro intensos.

      —No —dijo ella mirándose en el espejo, cuando se le iban aclarando mientras se relajaba y pasaban a un azul celeste.

      —¿Y


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