Lost in Music. Giles Smith
no hay ningún riesgo de exclusión social en declarar que «Don’t Dream It’s Over» es el último siete pulgadas que te has comprado, aquel con el que dijiste basta, ya que a la mayoría de la gente le gusta Crowded House.
Entonces, ¿cuánto tiempo pasará antes de inventarme alguna otra cosa? ¿Cuánto tiempo pasará antes de cambiar la historia según mejor convenga a la situación?
Bueno, pues no pasará mucho tiempo porque, por lo que recuerdo, cuando adquirí el single de «Don’t Dream It’s Over», también compré «Bridge to Your Heart» de Wax. Estaba en Tower Records, en Londres, a punto de tomar el metro hasta Liverpool Street para subirme al tren. Era bastante tarde y yo iba un poco borracho, estado en el que nunca deberías comprar discos a menos que estés preparado para aceptar el riesgo de que quizá salgas de la tienda con setenta libras gastadas en discos viejos de Carly Simon. O, a falta de ellos, con un disco de Wax.
Wax fue un dúo de corta vida formado por Andrew Gold (el del sublime «Never Let Her Slip Away» y el infame «Thank You for Being a Friend») y Graham Gouldman, el del pelo rizado de 10cc. Había escuchado «Bridge to Your Heart» un par de veces en la radio, y había desarrollado, no sin cierta culpa, cierto cariño hacia el estribillo. Así pues, junto con la bebida y el distanciamiento de la realidad que se produce al estar en una tienda de discos a última hora de la tarde, dicho cariño se convirtió en un impulso irrefrenable de gastar dinero. Supongo que « Bridge to Your Heart» es gratificante en cierto sentido, tal como puede serlo con tanta frecuencia la música pop sin alma. No obstante, como epílogo a la historia de mi vida como comprador de vinilos de siete pulgadas… pues no creo que tenga la sustancia o la fuerza suficientes. Así pues, prefiero decantarme por Crowded House.
Por lo tanto, mi primer disco resulta ser uno que nunca he comprado y llego al último descartando otro igualmente válido y ocultándolo debajo de la alfombra. Alucinante. No obstante, gran parte de mi relación con la música pop ha discurrido así. Las oportunidades para inventarse a uno mismo que ofrece el pop parecen casi ilimitadas. Y yo he aprovechado todas y cada una de ellas desde el primer día.
T. REX
Todos los sábados por la mañana, mientras acompañaba de mala gana a mis padres de compras por el centro de Colchester, estaba atento por si veía a Marc Bolan de T. Rex. No es que Marc Bolan viviera en Colchester. Era de Hackney y no tenía ninguna conexión que yo supiera con la ciudad ni ninguna razón para ir de compras por el centro los sábados, día de mercado, cuando el lugar es un hervidero de gente. Pero, por si acaso, yo mantenía los ojos bien abiertos.
No me importaba subir a Jacklin’s, donde tomábamos café a las once de la mañana y galletas de chocolate envueltas una a una; Jacklin’s tenía paredes oscuras, camareras de mediana edad ataviadas con almidonados uniformes blancos y negros, y un despliegue de banderines del Rotary Club de toda Gran Bretaña. En realidad no era un buen lugar para Bolan, con su pelo ensortijado, sus mejillas decoradas con purpurina, su brillante chaqueta plateada y sus pantalones de raso. (Eso es lo que llevaba en la tele, así que yo supuse que iba vestido así siempre.) Habría sido más probable encontrárselo cerca de la carnicería Wright o por las inmediaciones del Woolworths de High Street, o caminando por la calle que atraviesa la puerta de atrás de la farmacia Boots, que es donde siempre tenía que esperar de pie junto a mi padre mientras mi madre compraba sus cosas.
Semana tras semana lo buscaba, y semana tras semana no aparecería. Sin embargo, yo no perdía las esperanzas. En el verano de 1971, Marc Bolan no era ni por asomo la única estrella del pop que no había visto en High Street en Colchester. La lista incluía a Rod Stewart, a Noddy Holder de Slade y a ese tipo de las patillas de Mungo Jerry, aunque todos ellos podrían haber pasado por mi lado sin yo darme cuenta, ya que tras «Hot Love» y «Get It On», Bolan era el único al que buscaba. No tenía nada que preguntarle ni nada que necesitara contarle. Supongo que no habría estado mal pedirle un autógrafo. No iba a pedirle que se pusiera a tocar ni nada de eso, solo quería verle.
Sin embargo, Colchester no era un buen lugar para esas cosas. No era el tipo de sitio al que van las estrellas del pop ni el tipo de sitio del que proceden. Puedes consultarlo en el magnífico Rock Gazetteer of Great Britain de Pete Frame, el mejor libro de la geografía del pop y, para mí, fuente de información indispensable, donde puede leerse que Rick Astley solía trabajar en el Parkside Garden Centre, en Newton Le Willows, y que Midsomer Norton es donde nació Anita Harris. El mayor y más optimista mensaje del Gazetteer es que la arqueología del pop está por todos los rincones. Solo hay que levantar un poco la tierra y ahí aparecen… vestigios del pop. Aunque eso no vale para Colchester, Essex.
Si buscas por «Colchester», verás que Twink, quien luego fue batería de los Pretty Things, tuvo su primer grupo aquí: los Fairies. El Gazetteer incluye una fotografía de él con el pie de foto «Twink destroza una batería en televisión». También descubrirás que la funda del álbum What We Did on Our Holidays de Fairport Convention es una fotografía de un dibujo a tiza en una pizarra tomada en un vestidor de la Universidad de Essex, situada a las afueras de Colchester. El ejemplar que tengo yo se publicó en 1989, demasiado pronto para incluir a Blur. Casi todos sus miembros proceden de Colchester, aunque todos se trasladaron a Londres y empezaron a hablar con el acento de la ciudad en cuanto tuvieron edad para afeitarse. Así pues, en la tercera y última entrada, la ciudad es descrita como el «lugar de procedencia de una promesa de los ochenta, Modern English». Me encanta ese «promesa».
La cosa no mejora mucho al buscar alguna población de la zona: Kevin Rowland de Dexys Midnight Runners trabajó un verano limpiando en Butlin’s en Clacton-on-Sea. Y Clacton es donde creció Sade, aunque, tal como se cuida muy bien de mencionar el Sr. Frame, nació en Nigeria. Asimismo, «Yes debutaron lejos de la opinión pública en un club de East Mersea en 1968». La primera vez que leí esta frase, se revolvió dentro de mí una especie de proteccionismo local y pensé: «Qué soberbia. ¿Qué pasa con el público de East Mersea? ¿Es que sus opiniones no son válidas?». No obstante, luego reflexioné sobre East Mersea y entendí su punto de vista.
No pretendo ser tiquismiquis, pero el Sr. Frame se queda un poco corto con Colchester. No menciona que Steve Harley, de Cockney Rebel, trabajó un tiempo en el periódico local y vivió en un pequeño apartamento situado encima de la panadería, en Sheregate Steps (¿Se referiría a ese piso cuando cantaba «sube a verme» en la canción «Come Up and See Me (Make Me Smile)»? A mí me gusta pensar que es así.) Tampoco cuenta que el guitarrista local Steve Linton hizo las pruebas para entrar en Thin Lizzy, quienes le tuvieron esperando toda una semana antes de informarle de que le habían dado el puesto a Gary Moore.
El Sr. Frame tampoco incluye una historia que me contó uno de mis hermanos: de camino a un concierto en Ipswich a mediados de la década de 1960, los Beatles pararon a comprar chicles en el quiosco situado al final de nuestra calle. (Yo nunca me he creído esta historia, ya que me sonaba a otros cuentos que me contaban mis hermanos para hacerme rabiar. Sin embargo, yo la he contado muchas veces, señalando el quiosco a los visitantes.) Además, el Gazetteer no menciona nada sobre la vez que vi a Ray Cooper, el percusionista que ha trabajado con Elton John y Eric Clapton, entre otros, entrando en Gunton’s, la tienda de delicatessen de Crouch Street.
De todas maneras, la verdad es que no existe nada llamado «Colchester sound» o «Colne beat». Si estuviéramos un poco más al sur, podríamos haber formado parte de la explosión R&B de Canvey Island: ¡Dr. Feelgood! ¡Wilko Johnson! Un poco a la izquierda y abajo y podríamos habernos unido a la revolución del sintetizador de la década de 1980 de Basildon: ¡Depeche Mode! ¡Yazoo! Y solo cien kilómetros al oeste y habríamos estado en Londres: ¡casi todos! Pero, no, estábamos en Colchester, la ciudad votada como la más aburrida de Gran Bretaña en la década de 1980 por los oyentes del programa The Terry Wogan Show de Radio 2. Y tenían razón, ya que esa ciudad donde habían pasado tantas cosas en la época romana, no había visto mucho movimiento desde entonces, excepto la ampliación del horario comercial los jueves. Esa era la ciudad por la que caminaba yo, con nueve años, en busca de Marc Bolan.
T. Rex no tocaron nunca en Colchester, pero sí que actuaron en el festival Weeley Pop en agosto de 1971, justo cuando mi interés