Amado Señor. Pablo Katchadjian
dejó de salirme y me sentí pesado, y entonces, en cierto momento, empecé a hablarte a vos. Amado Punto, Amada Oreja. Yo sentía que al hablarte algo vibraba, y no era yo pero tampoco eras vos: era algo que estaba adentro tuyo y adentro mío. El sistema de la oreja me hace pensar en los músicos, pero también en el tono de la voz de las personas. Al escuchar hablar a una persona uno entiende enseguida si alguna vez te habló a vos o no, y también si la escuchaste o no. Una vez estaba en la calle con unos amigos y se nos acercó un hombre y nos dijo: todos ustedes están benditos. Después se nos acercó otro hombre y la escupió a una amiga en la cara. Los dos te hablaban, a los dos los escuchabas, pero las cosas que te decían eran diferentes. Tan diferentes como diferentes son dos orejas que funcionan. Yo te hablo y te creo como oreja, y veo cómo se van formando los surcos y relieves de a poco, y cómo toma color la piel. Pero lo primero que veo es el agujero y después todo se forma alrededor. O no se forma y el agujero se cierra. Veo el agujero y le hablo, porque cuando hablo veo el agujero. Pero a veces hablo y no aparece el agujero y mis palabras rebotan y circulan de formas estúpidas que me deprimen. Entonces busco, busco y finalmente aparece un pequeño punto y me digo: esto podría ser un agujero. Y me acerco con cuidado y le hablo y de repente siento la fuerza centrípeta, o la masticación de tus fauces, y empiezo a hablar más, agarrado del borde, y se empiezan a formar los surcos y relieves, etc.
Amado Agujero:
El otro día hablaba con un amigo y le dije que algo no me gustaba y que no terminaba de entender qué era. “¿Algo de qué?”, me preguntó mi amigo. “De todo en general”, le respondí, y mi amigo se asustó. De todo en general, porque hay un embrujo que recubre todas las cosas como un velo gris. Vos me ayudás a esquivar el embrujo cuando te hablo, pero el resto del tiempo quedo sin sostén bajo el embrujo. ¿O será que el embrujo me cubre también cuando te hablo? Sí, me cubre, pero lo puedo mover, o puedo moverme dentro de él, porque me puedo apoyar en vos por más que seas un agujero, porque no sos sólo un agujero sino además una oreja, y no sos sólo una oreja sino además un punto, y además de un punto un escarabajo, y además una vida, y además lo mismo. Vas cambiando de forma pero sos todo al mismo tiempo, y no sólo todo eso sino mucho más. Diría que sos todo si eso no te anulara de alguna manera. Y si no me sonara falso. Porque no sos, por ejemplo, un grano de arena. ¿O sí? Y no sos un teléfono, ¿o sí? Y pienso que no sos un balde, ¿o sí? Cada vez que pienso en algo pienso que vos también sos eso, porque si bien no sos todo sí sos cada cosa.
Amada Boca:
Me dijiste claramente ayer: “Basta de pensar en vos o en mí: pensá en otra cosa”. Y te voy a hacer caso. Voy a hablarte de las sirenas, porque estaba recién escuchando una canción que dice: “Creo en dios, y creo en las sirenas también”. Yo también creo en todo. Creo en los extraterrestres, y creo en los monstruos, y creo en las fuerzas desconocidas. El templo más antiguo encontrado, que tiene unos nueve mil años, está muy cerca del lugar de donde vino una parte de mi familia. Esa parte de mi familia no llegó a ese lugar desde ningún otro lado: eran de ese lugar. Es decir, ya eran de ese lugar hace nueve mil años y estoy seguro de que te hablaron en ese templo antiguo. ¿Qué eras en ese templo? ¿Una luz que pasaba por un orificio? ¿Una piedra del espacio exterior? Quizá hablarte está tan densamente incrustado en las capas de mi corazón o de mi cerebro que hablarte sea lo más genuino que puedo hacer. Pero de todos modos: esto debe ser así para casi todas las personas, y además hablarte siempre va a ser lo más genuino que se puede hacer, porque es crearte para ser creado. Lo que no es tan genuino, quizá, es hablarte de esta manera, y por eso me pediste que no hablara de mí ni de vos ni de que te hablo: que te hablara de otras cosas. Es como hablar con alguien sobre estar hablando. Pero hablar con un amigo sobre la amistad, que es hablar, o hablar con una pareja sobre el amor y la compañía y sobre el hecho de estar juntos, ¿está mal? ¡No! ¡Está bien! De hecho, todo lo que se dicen dos amigos es: “Amigo, amigo, ¡hablamos!”. Y todo lo que se dice una pareja es: “Amor, mi compañía, ¡estamos juntos!”. Pero se lo dicen de muchas formas para que no resulte aburrido, o porque si se lo dijeran siempre del mismo modo dejarían de estar diciéndolo. Yo te hablo a vos, ahora, y sos una boca y hablarte es como estar siempre a punto de besarte, pero solo a punto, porque si te besara dejaría de hablarte. ¿Pero sobre qué te hablo? Te hablo sobre un beso. Y no debería hablarte sobre un beso. Debería hablarte sobre cualquier otra cosa para que finalmente lo que te diga sea: ahora te voy a besar. Tenías razón.
Amado Beso:
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