La Adoración Que Toca El Corazón De Dios. Nina Gardner

La Adoración Que Toca El Corazón De Dios - Nina Gardner


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temblar la Tierra debajo de sus pies. Dios estaba descendiendo solo para encontrarse con él en el tabernáculo. Mientras Moisés pasaba por en medio del pueblo con el rostro cubierto, todos se pusieron de pie, mantuvieron la respiración y permanecieron a la puerta de sus tiendas. Siguieron mirando hasta que Moisés entró en el tabernáculo y la nube de la gloria de la Shekinah de Dios descendió sobre la entrada. Moisés estaba en el lugar del encuentro con Dios hablando cara a cara. La presencia del poder y la gloria de Dios emanaba desde el tabernáculo hasta las puertas de las tiendas, y todo el pueblo estaba en los umbrales adorando al gran YO SOY (Éxodo 33:8-11).

      ¡Oh que pudiésemos ver la gloria que emanaba de los tabernáculos antiguos, y cómo Dios quiere encontrarse con nosotros del mismo modo! El apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 3:7-8, “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?” Pablo estaba diciendo que los antiguos tabernáculos tenían la gloria de Dios residiendo en ellos y sobre ellos, ¡y era increíblemente glorioso! Pero ahora nosotros operamos por el espíritu, y existe una nueva forma de ministrar a Dios que es más gloriosa que lo que era bajo la ley. Por otra parte, Pablo dijo en Hebreos 9:1, “Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.” Esto significa que el primer tabernáculo tenía servicios de disposición divina, pero que el santuario en sí era terrenal. Pero ahora nosotros somos el santuario de Dios, somos el templo de Dios y Sus leyes están escritas en nuestros corazones, y no sobre piedras como le fueron dadas a Moisés.

      Si los primeros tabernáculos eran tan gloriosos que la cara de Moisés brillaba con la presencia de Dios, al punto que tuvo que cubrir su rostro con un velo, ¡cuánto más gloriosamente será revelado el Señor en nosotros para aquellos que tienen el tabernáculo de Dios edificado en ellos! ¡Nosotros somos los nuevos tabernáculos y tenemos una capacidad increíble para emanar la gloria de Dios y brillar más que Moisés (2 Corintios 3:7-10; Hebreos 8:1-5; 9:2-15)!

      Por lo tanto, imagina la gloria que residió en estos lugares. Si podemos hacerlo, entonces veremos cómo la gloria será revelada en nosotros. Ciertamente la gloria de lo antiguo no se puede comparar con la gloria que será vista en nosotros a consecuencia de que Cristo Jesús murió por nuestros pecados y nos redimió de la maldición de la ley y habita dentro de nosotros. Mientras que en el Antiguo Tabernáculo se rociaba la sangre de cabras y carneros para la expiación de los pecados, ahora la sangre de Cristo es rociada en el nuevo tabernáculo de nuestros corazones para la remisión de pecados. Si te alegra comprender la gloria que residía en cada parte de los tabernáculos, ¡te alegrará aún más saber que esto reside ahora en ti!

      El tabernáculo mosaico

      Al trazar el patrón de la Adoración Davídica, es importante tener una imagen visual del Tabernáculo Mosaico y de los dos tabernáculos de Adoración Davídica. A continuación hay un diagrama del patrón (diseño) del tabernáculo que Dios le dio a Moisés para los propósitos de la adoración. Cada lugar que he detallado tiene un propósito definido, y sigue siendo un patrón básico de adoración para hoy.

      La Puerta de Entrada

      Solamente había una Puerta de Entrada al tabernáculo, la cual Dios específicamente diseñó de tejido; sin embargo, ésta no formaba parte de la adoración. La gente solo entraba por las puertas para adorar, no consideraban las puertas como parte de su adoración. En términos generales, se permitía la entrada de las personas al Atrio Exterior con sus ofrendas sacrificiales para adorar a Dios, mientras los sacerdotes consagrados realizaban los sacrificios por ellos. Sin embargo, los eunucos, bastardos, amonitas y moabitas tenían de todo prohibido entrar por las puertas para adorar (Deuteronomio 23:1-3). Pero, ¡alabado sea el Señor! ¡Jesucristo ha venido para que todos podamos entrar a adorar! Romanos 10:12-13 dice, “Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocar el nombre del Señor, será salvo.” No importa lo que hicieron tus antepasados, qué te pasó o en qué familia o cultura naciste, todos nosotros podemos pasar por las puertas para adorar a nuestro Señor.

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      El Atrio Exterior

      El Atrio Exterior tenía dos elementos: el Altar de Bronce y la Fuente.

      El Altar de Bronce era siempre para las ofrendas sacrificiales. Aquí era donde los sacerdotes realizaban los sacrificios diarios de sangre o granos por los pecados del pueblo. Hoy en día no estamos bajo la Ley Mosaica que requiere el sacrificio de animales, ahora hay remisión de pecados por la sangre de Jesucristo (Mateo 26:28). Así, el simbolismo del Altar de Bronce es pedir el perdón de los pecados.

      La Fuente también era conocida como el lavatorio. En la época de Moisés, los sacerdotes se lavaban las manos y los pies después de hacer los sacrificios de sangre y antes de entrar en el Lugar Santo. El simbolismo es cómo Jesús ahora ha lavado nuestros pecados haciéndonos limpios y santos para que podamos entrar en el Lugar Santo. Él remueve la mancha de la culpa, la vergüenza y los deseos carnales para que podamos entrar libremente en el ámbito espiritual de la santidad (1 Corintios 6:11). Por lo tanto, el simbolismo de la Fuente es el lavamiento del agua por la Palabra, que es Jesucristo (Efesios 5:26-27).

      La Puerta Interior

      Estaba colocada inmediatamente detrás de la Fuente que llevaba al Lugar Santo y sólo a los sacerdotes se les permitía entrar.

      El Lugar Santo (Atrio Interior)

      El Lugar Santo también era conocido como el Atrio Interior (o Patio interior) y contenía tres elementos: La Mesa de la Proposición, el Candelero y el Altar del Incienso.

      La Mesa de la Proposición estaba hacia a la derecha entrando por el Lugar Santo. Cada día de reposo se colocaban sobre la mesa seis filas de panes salpicados con incienso. Estos doce panes representaban que las doce tribus de Israel eran perfumadas por la presencia de Dios en el Lugar Santo. Sólo el sumo sacerdote y su familia comían de este pan, y no debían estar sentados mientras lo hacían. El simbolismo era que Dios tiene un lugar especial en el Lugar Santo para Su pueblo del pacto. El incienso era una fragancia, pero también se utilizaba como un bálsamo curativo para muchas enfermedades. La Escritura dice que la sanidad es el pan de los hijos (Mateo 15:24-26); y esto es simbólico de Jesús como el Pan de Vida. Ahora podemos experimentar la fragancia de Su presencia en este Lugar Santo y participar del Pan de Vida, que es Jesús (Juan 6:33, 35, 48-51).

      El Candelero, también conocido como Candelabro o Menorah, estaba hacia la izquierda entrando por el Lugar Santo. Tenía siete lámparas que simbolizaban los siete ojos y los Siete Espíritus de Dios (Apocalipsis 5:6). Este candelero iluminaba el Lugar Santo, y los sacerdotes estaban obligados a mantener el aceite y recortar las mechas dos veces al día para que la llama de Dios no se extinguiera nunca (Éxodo 27:20-21). El simbolismo es que debemos mantener el fuego de Dios ardiendo continuamente dentro de nosotros. Somos responsables de mantener el aceite de Su presencia por medio de la adoración, recortando las cosas viejas en nuestras vidas para que la luz de Dios pueda brillar a través de nosotros en el Lugar Santo (Mateo 25:7-8).

      El Altar del Incienso también era conocido como El Altar de Oro porque estaba hecho de madera de acacia y recubierto de oro. Este altar estaba especialmente diseñado para deleitar a Dios con el aroma de Su perfume exclusivo, el cual era elaborado por el perfumista ungido por Él y quemado por el sacerdote en el Lugar Santo (Éxodo 30:25, 37). Los cuatro cuernos de este Altar eran salpicados con la sangre de las ofrendas por el pecado que se ofrecían dos veces diariamente, una en la mañana y otra al atardecer. Además de esto, el incienso era mecido sobre el Candelero dos veces al día después que el sacerdote recortaba las mechas y llenaba el aceite. Una vez al año, en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote llenaba el incensario de incienso y lo mecía a través del velo antes


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