Bolaño Constelaciones. Macarena Areco
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Notas
1. Más tarde, escritores latinoamericanos como los chilenos Rojas y Droguett utilizan este, digamos método, para acoger subjetividades ligadas al mundo popular, donde ya no se trata de la memoria personal y de la clase alta, de la memoria de la infancia, de la familia, y de la experiencia perdida en la de modernidad, sino que de personajes modelados por la lucha por la sobrevivencia. El llamado boom profundizará y diversificará estas líneas, ya sea en la representación de sujetos quebrados por la desigualdad y la violencia política (Conversación en La Catedral, La muerte de Artemio Cruz), condenados por la historia y su mito (Cien años de soledad), divididos por la necesidad de optar entre el lado de acá o el lado de allá (Rayuela). Para el caso de Rojas, ver mi artículo publicado en Hispamérica, “La novela de lo abierto de Manuel Rojas”.
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2. Los cuatro procedimientos que Andrews detecta en la obra de Bolaño son una manera de ordenar estas aperturas: “la expansión, los personajes circulantes, la metarrepresentación y la sobreinterpretación […]. Bolaño expandió o ‘reventó’ sus propios textos publicados, haciéndolos estallar al agregarles nuevos personajes y episodios, además de detalles circunstanciales. Bolaño incluyó dentro de sus cuentos y novelas representaciones de textos y obras de arte imaginadas, es decir, metarrepresentaciones. Finalmente, algunos de sus personajes son sobreinterpretadores: atrapan detalles, los dotan de importancia, e inventan historias para conectarlos y explicarlos” (13).
3. Sobre este concepto, ver la explicación de Felipe Ríos en su libro Roberto Bolaño: una narrativa en el margen II. Espacios, tiempos y personajes “marginales” en su obra (99 y siguientes), aunque critica la aplicación que hace Bajtín de él y opta, en su análisis, por un tiempo termodinámico, uno de los tres tipos distinguidos por Hawking (los otros son el psicológico y el cosmológico).
4. Dice Sennett: “El yo de cada persona se ha transformado en su carga principal; conocerse a sí mismo constituye un fin, en lugar de ser un medio para conocer el mundo” (16).
5. Desarrollo esta tesis en mi libro Acuarios y fantasmas. Imaginarios de espacio y de sujeto en la narrativa argentina, chilena y mexicana reciente. Allí planteo que los acuarios son “figuras heterotópicas (Foucault) por excelencia en la narrativa del tercer estadio del capitalismo” que representan la intimidad: “La idea subyacente de estar dentro de una pecera cerrada, pero transparente, expuesta pero protegida, estrecha, pero con visión panorámica […] junto con la sensación de estar encerrados entre paredes y relaciones familiares estrechas, pero conectados y visualizando todo lo que ocurre en el mundo, sin olvidar la paranoia de que nos vigilan, parece ser tan productiva que prolifera en las formas más diversas en los relatos que se cuentan en el presente” (12).
6. El detalle de este análisis se encuentra en el capítulo “Acuario” del libro ya mencionado.
7. Según Foucault, sujeto significa: “sometido a otro a través del control y la dependencia y sujeto atado a su propia identidad por la conciencia o el conocimiento de sí mismo. Ambos significados sugieren una forma de poder que subyuga y somete” (7). En tanto, el crítico inglés afirma que el capitalismo, desde sus orígenes, realiza tres operaciones: “exorcismo cultural, purificación comercial e individualización forzosa” (200). La primera ataca otras formas posibles de vida emancipadoras, la segunda separa la economía de la fiesta y la última destruye las formas de colectividad festivas propias y carnavalescas.
8. “El neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. El neoliberalismo, y no la revolución comunista, elimina la clase trabajadora sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. También la lucha de clases se transforma en una lucha interna consigo mismo” (9).
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9. “Una mosca, recién atrapada en una tela de araña, mientras la araña, repleta de haber comido, tarda en llegar, puede pasarla bastante bien si se relaja mientras espera. Los hilos son de una suavidad casi intangible, acompañan sin trabar cada movimiento del cuerpo, mientras no sea muy brusco. Es como estar tirado en una hamaca, en vacaciones, sin otra cosa que hacer que mecerse en la brisa y mirar el azul del cielo con los ojos entrecerrados. Sí, sí, podría quedarme toda la vida así tirado. Y si no me muevo demasiado estos hilos ni se sienten, son tan tenues, es como si flotara de espaldas en el aire. Sí, sólo se hacen reales cuando trato de zafarme” (11).
10. “El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”.
11. En el último apartado de mi libro Cartografía de la novela chilena reciente, explico esta tesis con mayor detalle y la complejizo, considerando la trilogía de Alejandro Zambra, en la cual los diversos espacios de Santiago y los traslados a través de ellos metaforizan trayectos de clase.
12. Desde distintas perspectivas, varios críticos han notado el carácter abierto de la obra de Bolaño. Por ejemplo, Ignacio Echeverría se ha referido a la “poética de la inconclusión de Bolaño”: “La obra entera de Roberto Bolaño permanece suspendida sobre los abismos a los que no teme asomarse. Es toda su narrativa, y no […] la que parece regida por una poética de la inconclusión. En ella, la irrupción del horror determina, se diría, la interrupción del relato; o tal vez ocurre al contrario: es la interrupción del relato la que sugiere al lector la inminencia del horror” (8). Otra muestra es el análisis que Jobst Welge presenta en “Apocalipsis y contingencia. Roberto Bolaño y los fines de la novela”, donde estudia lo abierto en Bolaño a partir de lo que Michael Bernstein llama la “poética del sideshadowing”, en las que se plantean múltiples posibilidades respecto a los hechos pasados. Esto se manifiesta en la obra del chileno en una “estructura narrativa abierta”, es decir un modo de narrar anti conclusivo, que enfatiza el azar y las contingencias, lo cual va demostrando a través de diversos ejemplos de recursos narrativos “como la digresión, la fragmentación, o la tensión entre detalle atómico y la forma épica” (83) principalmente tomados de 2666 y Los sinsabores del verdadero policía. Por su parte Felipe Ríos en su libro Roberto Bolaño: una narrativa en el margen II. Espacios, tiempos y personajes “marginales” en su obra plantea que el arte es para los personajes de Bolaño “el tránsito hacia la ‘apertura’, entendida como una exposición ante la vida, un modo de abrirse a una existencia indefinida” (186).
Obras citadas
Areco, Macarena. Cartografía de la novela chilena reciente: realismos, experimentalismos, hibridaciones y subgéneros. Santiago: Ceibo, 2015.
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