El Fantasma De Girolamo Riario. Ivo Ragazzini

El Fantasma De Girolamo Riario - Ivo Ragazzini


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      —Me parece usted un ingenuo. Puede haber muchos motivos en el mundo para poner así a alguien —respondió sonriendo el testigo.

      —Dígalos.

      —Ya le he dicho que es una larga historia.

      —Intente resumirla —lo apremió el investigador.

      —Está bien. Oficialmente Riario fue asesinado por la tarde en la Sala de las Ninfas de ese palacio por tres conjurados a los que consideraba amigos de confianza. Uno de ellos, mientras los demás esperaban fuera, entró con una excusa en aquella sala que ya no existe y lo apuñaló.

      »Después de la primera puñalada, Riario cayó al suelo y trató de esconderse detrás de una mesilla, pero enseguida lo alcanzaron y liquidaron los otros dos conjurados, que lo sujetaron y apuñalaron hasta matarlo, mientras Catalina Sforza se parapetaba con unos sirvientes en la habitación de al lado y gritaba pidiendo ayuda.

      »Después de cerca de media hora, fue arrojado de mala manera al exterior por la ventana por otros conjurados, que entretanto se habían apoderado del palacio comunal y su cuerpo fue despedazado por otros amotinados que gritaban libertad mientras lo arrastraban por la plaza —respondió el testigo de un tirón.

      —Parece una historia muy fea —respondió el investigador, pensando en ella por un momento. Luego, tratando de intuir más o menos cómo pudieron haber pasado las cosas, añadió—: Por tanto, si lo he entendido bien, ¿podría ser que Riario, cuando fue arrojado por la ventana, cayera de cabeza como un peso muerto y se la rompiera?

      —No. No he dicho eso ni tampoco me cuadra. Más bien creo que Riario cayó de pie y no de cabeza —explicó el testigo.

      —¿Entonces cómo se produjo la fractura de la cabeza?

      —Existen muchos modos de romperle al cabeza a alguien —respondió el testigo.

      —Entonces, ¿cómo habrían pasado las cosas?

      —Hay que conocer un poco otros hechos para entender bien todo.

      —¿Y usted los conoce?

      —Bastantes sí —respondió el testigo.

      —¿Y cómo consiguió saber todas estas cosas? ¿Es que se las contó el fantasma? —preguntó sonriendo un poco el investigador.

      —No. Soy hijo del hijo del hijo del hijo de gente de Forlí desde hace muchas generaciones y algo he heredado de ellos —respondió el testigo.

      —Vamos… cómo puedo creerle… —El investigador sonrió de nuevo—. ¿Tal vez está intentando ocultarme la realidad?

      —No.

      —¿Entonces se lo ha contado todo el fantasma? —pregunta el investigador.

      —No, él solo ha dicho algunas cosas. Otras, en cambio pasaron después de su muerte y tal vez tampoco él las sepa —explicó el testigo.

      —¿Y usted sí las sabe?

      —Ya le he dicho que bastantes sí.

      —Perdone, pero ¿quién es el fantasma? ¿Usted o él? —preguntó en broma el investigador.

      —Él, naturalmente.

      —¿Y usted quién es?

      —Un ciudadano de este lugar —respondió el testigo.

      —¿Y cómo consiguió saber todo esto?

      —Lo sé y basta —respondió el testigo, que no parecía querer entrar en detalles.

      —¿Tal vez ha leído todo en libros de historia?

      —Algunas cosas he tratado de comprobarlas en libros de historia, pero muchas no están escritas en ningún libro de historia —respondió el testigo.

      —¿Y entonces cómo las sabe? —insistió el investigador.

      —Ya se lo he dicho. Soy hijo del hijo del hijo de gente de estos lugares y he heredado algo…

      —Es usted muy curioso. ¿Qué más le ha dicho el fantasma? —preguntó el investigador que cada vez se sentía más envuelto en esta historia.

      —Prometía venganza y muerte a quien lo mató y le hizo todo esto.

      —¡Usted le preguntó algo?

      —Sí.

      —Usted también es muy valiente. ¿Qué le preguntó?

      —Le pregunté acerca de algunos detalles.

      —¿Y qué le dijo?

      —No me respondió.

      —Espere un momento. ¿Realizó una sesión de espiritismo o algo similar para hacer esas preguntas? —preguntó el investigador, empezando a sospechar que debía haber ocurrido algo por el estilo.

      —No, yo no. No soy espiritista —respondió el testigo.

      —¿Entonces quiénes las han hecho?

      —Muchas personas, por lo que sé, pero no han conseguido nada.

      —¿Y por qué no están aquí entonces en su lugar?

      —Ha pasado muchísimo tiempo y muchos ya han muerto —respondió el testigo.

      —¿Quiénes eran?

      —Prefiero no contarle eso tampoco.

      —¿Por qué?

      —Me temo que no lo entendería.

      —Adelante… me lo puede decir con toda tranquilidad. Soy un investigador y he visto muchas cosas a lo largo de mi vida.

      —Creo que yo he visto más, pero si eso es lo que quiere… —añadió en testigo.

      —Eso quiero.

      —Está bien, póngase cómodo, que la historia no es breve —dijo el testigo, mientras se preparaba para contar el resto de la historia.

       No era la primera vez que alguien veía el fantasma de Girolamo Riario en el palacio comunal…

      —dijo el testigo al investigador. Luego explicó—: Ya en el año 1500 se afirmaba que el lugar donde cayó Riario estaba manchado y sucio para siempre por su sangre y, casi doscientos años después, en torno a 1650, algunos cristianos llegaron a escribirlo.6

      »En el año 1700 había quienes hablaban del espíritu o alma de Riario y en el 1800 corrían algunas historias de cómo, a partir de su homicidio, su fantasma vagaba en busca de alguien.

      »En la segunda mitad del siglo XIX se llegó a la culminación y varios grupos de espiritistas y masones dijeron estar en contacto, no solo con él, sino también con Catalina Sforza7 y con algún otro que estuvo en la fortaleza de Ravaldino.8

      »En pocas palabras, después de su asesinato ocurrido en la Sala de las Ninfas, sala que fue destruida y ya no existe, ese fantasma fue visto más veces y en distintas épocas dando vueltas por el palacio, alguno incluso decía haberlo visto en la fortaleza de Ravaldino. Solo que la mayor parte de la gente prefería olvidarlo o callárselo todo.

      »También la tercera ventana del primer piso contando desde la izquierda delante de la fachada del palacio comunal fue considerada maldita por muchos, porque algunos pensaban que fue desde allí desde donde fue arrojado Riario tras su asesinato, bajo una multitud que gritaba y que despedazó su cadáver. Pero esa no era la verdadera ventana desde la que fue arrojado Riario después de su asesinato.

      —¿Y desde dónde fue arrojado? —preguntó el investigador.

      —Desde otra ventana. Riario fue asesinado en la Sala de las Ninfas, pero luego su cuerpo se trasladó fuera y se llevó a otra sala.

      —¿Y entonces cuál fue la ventana desde la que fue arrojado?


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