Cuaderno de un loco. Natalia Hatt
acordado y pensé ir a ver qué hacía Pablo, pero hoy no había logrado verte y lo necesitaba con urgencia, así que pasé por tu casa y me quedé un rato fuera, entre las sombras.
Te pido disculpas. Creo que pisé a tu gato cuando me escondí detrás del arbusto. Aunque también podría haber sido el gato del vecino. Si fue así, no me importa.
Mañana saldrás a correr temprano como acostumbrás todos los sábados. Estaré corriendo detrás de vos como siempre.
Por ahora no puedo alcanzarte, pero sé que algún día lo haré.
PÁGINA 11
Mientras corría detrás de vos esta mañana, maravillado por el movimiento de tu cola de caballo al viento, no pude dejar de pensar en cómo haría para presentarme ante vos.
«Buenos días, soy Bruno. Necesito entregarte este cuaderno».
No, eso no va a funcionar.
«Hola. Soy Bruno y sé cosas oscuras sobre tu novio».
Tampoco. A no ser que me conozcas antes, sé que reaccionarás mal. Soy loco pero tampoco toco timbre en la plaza.
Me he dado cuenta de que tengo que buscar otra forma de acercarme a vos por primera vez, y es por eso que decido secuestrar a tu gato. No le pasará nada, todo tiene una buena finalidad. El fin justifica los medios, ¿no es así?
Alegaré que lo encontré perdido y pondré un cartel. Vas a llamarme y vendrás corriendo a buscarlo a casa. Diré que ya te he visto en la facultad y más que seguro nos pondremos a charlar de eso, aunque espero que no salga ningún tema de tus clases porque no entiendo ni una chota. Por suerte no decidí estudiar Odontología. Sé que ahí hubiera durado menos que en Ingeniería en sistemas. Abandoné a mitad del primer año pero no quise regresar a casa. Mamá vive sola en un pueblo de mala muerte donde todos me conocen y me evitan. Prefiero quedarme en la ciudad y por eso miento. Seguiré mintiendo por más tiempo, pero ahora con tal de tenerte cerca.
Ahora mismo estoy saliendo a buscar a tu gato...
PÁGINAS 12, 13 Y 14
Ya es hora de la siesta. Sé que tanto vos como tu mamá se acuestan a dormir un rato aprovechando que es sábado y el gato se queda echado en el sol, más que nada cuando está fresquito como hoy. Sé que a mí me gustaría hacer lo mismo si fuera gato. De cierto modo me siento identificado con ellos porque son independientes y pueden vivir solos con total tranquilidad. Solo requieren del cariño de una persona: su dueño —a veces ni eso— y los demás les importan un carajo, al igual que a mí.
Caminé hasta tu casa, verifiqué que las ventanas estuvieran cerradas (indicador de que están durmiendo) y me metí por el pasillo del costado, rumbo al patio trasero. Algún día deberían poner rejas. Digo yo nomás de metido, aunque eso me dificultaría el trabajo, pero alejaría a los ladrones y violadores. Es demasiado fácil entrar a tu casa si uno se lo propone. Trepar a tu ventana es cosa de principiantes, y sé que esta no cierra del todo bien, así que podría entrar de noche a observarte cualquier día de estos, lo cual no es para nada una mala idea. Solo que he temido despertarte y eso me ha detenido.
Las veces que entré lo hice por la puerta de atrás cuando no te encontrabas y tu vieja estaba entretenida con la vecina. No es difícil para mí escabullirme sin que nadie me vea; sé aprovechar los momentos en los que la gente está distraída haciendo otras cosas. Supongo que serviría como ladrón en los colectivos urbanos. Nadie se daría cuenta hasta que fuera demasiado tarde... Pero eso conlleva meterme en espacios reducidos —que ya de por sí me dan fobia— y llenos de gente. Demasiado tengo ya con estar en tu clase una vez o dos veces a la semana.
Bueno, volviendo al tema del gato. Llegué al fondo y lo encontré donde siempre. Él me ignora todas las veces que me ve deambulando por ahí. Supongo que ya está acostumbrado. Pero hoy, sin embargo, se enojó mucho al verme. Creo que ha de ser porque el otro día lo pisé y sigue ofendido. Sí, debe ser eso.
Pude agarrarlo —con bastante esfuerzo, porque el muy desgraciado se subió al árbol y tuve que trepar detrás de él y tirarlo de la cola para poder cazarlo—, y me lo llevé a casa... No sin antes recibir unos cuantos arañazos en la cara y manos. Pero no te preocupes, no le temo al dolor si es por vos.
Llegamos a casa y lo dejé encerrado en el baño, donde maulló por varias horas como un condenado a muerte. Mientras tanto, diseñé unos carteles que pegaré más tarde por el barrio. En este hay una foto del gato —tuve que elegir de entre unas cien ya que no se quedaba quieto—, e indicaciones sobre cómo contactarse conmigo para buscarlo.
Tiene que funcionar. Estoy seguro de que sí.
Más tarde, lo dejé en el baño y salí a buscar comida y piedras sanitarias. Aproveché la salida para ir hasta la casa de tu novio. Él no estaba ahí, seguramente habría salido, pero fui observando su casa para encontrarle los puntos débiles. Y los tiene, por lo que en algún momento podré entrar en búsqueda de evidencia en su contra, cuando no haya nadie.
Aún no sé con quién vive. Se trata de un dúplex en medio de otros dos. Podría vivir solo, o quizá con algún amigo. No lo sé. No creo que viva con su familia, pero tampoco puedo descartarlo todavía. De momento sé que a esa hora no había nadie ahí porque toqué el timbre y me oculté esperando a ver si salía alguien, lo cual no sucedió.
No entraré a la casa hasta estar seguro y haberlo observado por más tiempo, pero lo haré. Sé que hay mucho ahí que él no quiere que veas. Es mi sexto sentido susurrándome al oído.
Volví a casa. Todavía no pegué los carteles, lo haré mañana o el lunes. El gato ha dejado de maullar pero sigue comportándose de forma agresiva cuando me acerco. Tuve que ponerme los guantes de cuero para poder agarrarlo otra vez y mantenerlo alejado de mi cara. Espero que los arañazos que me ha dejado no se noten tanto cuando vengas a buscarlo.
Ahora duerme debajo de mi cama porque ahí se siente más seguro y cree que no puedo hacerle nada. Sí, una vez que tuve las piedras sanitarias lo dejé andar suelto por la casa. Espero que no rompa nada y se porte bien.
Ahora me voy a dormir una siesta antes de irme a trabajar al gimnasio. Esto de andar secuestrando gatos y espiando casas ajenas es un poco agotador.
Espero verte pronto, mi hermosa princesa, y espero que me perdones por haber secuestrado a tu gato; sé que estarás preocupada. Es por una buena causa, ya lo vas a ver.
Te amo... Te amo mucho más que tu gato. ¿Te gustaría ser mi única dueña? La dueña de mi alma y corazón.
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